Las funestas ri?as de gallos
P¨¦sima se?al si un ministro debe recordar -a su colega-, y por televisi¨®n: "Soy el encargado de esas negociaciones".
Abri¨® veda Luis de Guindos -Econom¨ªa- en el FT brit¨¢nico, el 5 de enero, anunciando "controles previos" a los presupuestos de las autonom¨ªas, un expediente que corresponde a Hacienda. Le desautoriz¨® el titular de esta, Crist¨®bal Montoro: "La Constituci¨®n lo hace dif¨ªcil de implementar", dijo, y apost¨® por sanciones a los incumplidores, a posteriori.
Replic¨® Montoro el d¨ªa 20 en el FT-Alemania, sobre un tema cuya vertiente europea compete a su colega: el d¨¦ficit comprometido del 4,4% del PIB para este a?o, y su posible relajaci¨®n, ampliando el calendario. "Es deseable y ser¨ªa bueno cumplirlo", o sea, que no, pues se prometi¨® merced a una previs¨®n de crecimiento del 2,3%, ya "obsoleta" por optimista. Ese d¨ªa, Guindos juraba en el Wall Street Journal "cumplir nuestros objetivos de d¨¦ficit", y la vicepresidenta S¨¢enz de Santamar¨ªa debi¨® terciar en la ri?a: "La determinaci¨®n del Gobierno es cumplir".
La diplomacia discreta y la coordinaci¨®n de los ministros, mejor que las proclamas y aspavientos
La cacofon¨ªa declarativa sobre los planes de futuro es funesta. Provoca p¨¦rdidas de tiempo. Desorienta a los agentes econ¨®micos sobre la direcci¨®n real del Gobierno y el marco donde deben jugar. Confunde a los mercados, ya escaldados. Y arruina la imagen de coherencia ante los socios de la UE: aunque por suerte este Gobierno no yace ah¨ª, es ¨²til recordar que a gobernantes como Silvio Berlusconi le derrumbaron sus promesas contradictorias y la distancia sideral entre su labia y sus actos. Lo contrario del cada d¨ªa m¨¢s prestigiado Mario Monti.
Vale doctrina. Pero, ?puede cumplir Espa?a su compromiso de reducir este a?o el d¨¦ficit del -8% y pico actual al -4,4%? ?O llegar¨¢ al -6,8% que prev¨¦ el FMI para 2012 y al -6,3% en 2013? Reducir en un a?o cuatro puntos, cerca de 40.000 millones de euros, es herc¨²leo.
Espa?a podr¨ªa. Huelgan catastrofismos del tipo "si Bruselas no adapta el plan de estabilidad al nuevo escenario de recesi¨®n, no ser¨ªa realista y no solamente se hundir¨ªa Espa?a sino toda Europa", casandreaba Montoro a La Vanguatrdia el pasado domingo. No es imposible. Hay precedentes: Grecia disminuy¨® su d¨¦ficit en casi cinco puntos (4,9) en 2010, desde el 15,4% del PIB al 10,5%.
De modo que el problema no es si se puede o no. El problema es si conviene o no, a qu¨¦ precio. Parece evidente que se trata de un ritmo totalmente desproporcionado. En una situaci¨®n de estancamiento con augurios recesivos -y no por culpa de esa ya cansina herencia recibida, que es compartida entre todos-, reducir much¨ªsimo m¨¢s el gasto y aumentar much¨ªsimo m¨¢s los impuestos empeorar¨ªa al enfermo, helenizar¨ªa a Espa?a.
Ahora bien, para convencer a los socios de todo esto hay que evitar las ri?as de gallos. Hay que usar la diplomacia discreta y no las proclamas, porque estas, de lograr su fin, aparentar¨ªan la quiebra de su empe?o general (excesivo o no, ese es otro dilema) en el saneamiento de las cuentas p¨²blicas. Para convencer vale m¨¢s una reflexi¨®n general: la recesi¨®n afectar¨¢ a toda la eurozona (-02%), luego adaptemos los compromisos de casi todos sus socios, no de Espa?a en solitario, a la nueva realidad. Francia, por ejemplo, no bajar¨¢ su d¨¦ficit al 3%, sino solo al 4,4% en 2013, pronostica el FMI.
El argumento no es pues el alarido patri¨®tico del eventual hundimiento de Espa?a, sino la necesidad de aplicar con sensatez el Pacto de Estabilidad. Este ya tolera desviaciones del d¨¦ficit en caso de recesi¨®n, hasta salir de ella. ?Pues m¨¢s a¨²n si se afronta una doble recesi¨®n! Y es t¨¢ctica falaz usar de nuevo a "Bruselas" como ¨²nico decisor y chivo expiatorio de nuestros males, si perdemos la discusi¨®n, o mayordomo derrotado, si la ganamos.
Ocurre que las competencias est¨¢n compartidas. No es la Comisi¨®n quien actualiza anualmente el Programa de Estabilidad trienal de cada pa¨ªs con sus compromisos de d¨¦ficit. Son los Gobiernos. Ahora bien, si est¨¢n bajo vigilancia por incurrir en procedimiento de d¨¦ficit excesivo, la Comisi¨®n puede modular, con mayor dureza o m¨¢s flexibilidad, los ritmos de regreso al techo del 3%. Y al final es el Ecofin, los 27 ministros, quien tiene la ¨²ltima palabra. O sea, poca broma.
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