Pinto arropa a su h¨¦roe
El pueblo muestra un apoyo inquebrantable a su ciudadano m¨¢s conocido, refugiado en casa con su familia y amigos
Alberto Contador volvi¨® a revolucionar Pinto. Pero esta vez "no fue por cosa buena", como espet¨® su vecina Remedios al ver un enjambre de periodistas junto a la casa del ciclista a media ma?ana. Acostumbrados a acompa?arle en la plaza del pueblo para celebrar sus conquistas, los vecinos de su localidad natal torc¨ªan el gesto al enterarse de la sanci¨®n.
La calle Juana Franc¨¦s, en un apacible barrio residencial, se convirti¨® en un plat¨® de televisi¨®n en espera de las palabras del protagonista, que no respondi¨® a la expectaci¨®n creada frente a su adosado en el n¨²mero 51. El corredor opt¨® por el mutismo y se refugi¨® en su casa, junto a su esposa, dos de sus hermanos y un escogido grupo de amigos que fueron a arroparle.
"Para todos es un palo, pero le arropamos. Habr¨¢ que hacer una huelga"
Pinto estaba triste, desangelado y fr¨ªo. Los primeros focos los acapararon dos ciclistas aficionados, uno equipado con el maillot del Cervelo, el otro con el de Saxo Bank de Contador. De camino a su entrenamiento habitual, mostraron su apoyo al ¨ªdolo. "Nosotros le creemos. Estamos con ¨¦l desde el principio y ahora mucho m¨¢s. Es una condena injusta porque no han podido demostrar nada", relataban, indignados, a los periodistas.
Apenas 30 metros m¨¢s adelante, la puerta del colegio p¨²blico Las Artes rivalizaba en concurrencia con la del domicilio de Contador conforme se acercaba la hora de salida de los ni?os. "Han ido a por ¨¦l. Se demostr¨® que lo del tema del clenbuterol no afectaba al rendimiento. No nos lo esper¨¢bamos y ahora el temor es que se plantee la retirada", contaba Daniel mientras esperaba a su hijo. "Para el pueblo es un palo, pero le arropamos todos. Habr¨¢ que hacer una huelga o algo para tratar de que le quiten la pena", dec¨ªa Amadeo ante la mirada avispada y sorprendida de sus nietos. "La verdad solo la conoce ¨¦l. Era algo que nadie quer¨ªa, pero que pod¨ªa pasar. Igual que hemos estado en las buenas, ahora hay que estar en las malas", explicaba Luis Alfonso. "Es una venganza de los franceses porque est¨¢n hartos de que les mojemos la oreja", dec¨ªa Manolo, m¨¢s exaltado. "En Italia y en Francia ha sido una conmoci¨®n. La credibilidad del ciclismo y del sistema se tambalea", debat¨ªan en el corrillo.
La alcaldesa, Miriam Rabaneda, del PP, se sum¨® a la ola de indignaci¨®n: "Es un d¨ªa triste para Alberto, para el ciclismo y para Pinto". "En nombre de los pinte?os, queremos trasladar nuestro apoyo al mejor ciclista espa?ol de los ¨²ltimos tiempos. Pese a lo demoledor de la sentencia y al sufrimiento causado por lo dilatado del proceso, Pinto reitera todo su apoyo al ciclista que tantas satisfacciones ha dado al municipio", anunci¨® el Ayuntamiento en un comunicado.
De la casa del ciclista salieron su habitual compa?ero de entrenamiento, Jes¨²s Hern¨¢ndez, y su amigo Paco, ambos con gesto grave y sin ganas de hablar. El ¨²nico que entr¨® fue un repartidor con seis pizzas pasadas las dos de la tarde.
Para entonces, la calle se hab¨ªa convertido en un escenario por el que desfilaban los paisanos de Contador para mostrar sin fisuras su adhesi¨®n inquebrantable, casi corporativa, al ciclista. "Contador, inocente, diga quien diga lo contrario. Envidia gabacha", se le¨ªa en una pancarta.
Cerca de las cinco de la tarde, el b¨²nker familiar comenz¨® a abrirse. Fran Contador, hermano y representante del ciclista, abandon¨® la casa acompa?ado de Jacinto Vidarte, su responsable de comunicaci¨®n. "Ma?ana diremos lo que haya que decir", se limit¨® a explicar Fran con el gesto demudado y la mirada perdida. "Alberto lo tiene claro y no va a dejar el ciclismo", dijo antes a la Cope.
Y a las seis, cuando la mayor¨ªa de los medios hab¨ªa abandonado la guardia, apareci¨® el protagonista. Al volante de su Audi Q7 azul marino y acompa?ado de su mujer, Macarena, Contador salud¨® a la prensa sin bajar la ventanilla, dobl¨® la esquina de su calle y desapareci¨® en el horizonte. Regres¨® poco antes de las ocho. Hoy se le espera en el hotel Las Artes, el mismo en el que convoc¨® a los medios en 2010 para explicarles su positivo por clembuterol.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.