El trilema griego
C¨®mo se gestiona la tensi¨®n entre la democracia griega y los mercados globales que han impuesto a los ciudadanos una camisa de fuerza insoportable
Las im¨¢genes del domingo en Grecia (manifestaciones masivas y a veces violentas, ruptura de la disciplina de voto en el Parlamento), sus cifras (contracci¨®n de la econom¨ªa del 7% en 2011, despu¨¦s de otros tres a?os de recesi¨®n, duplicaci¨®n del paro, fuerte empobrecimiento de las clases medias, mortandad de miles de empresas) y las expectativas de futuro (incertidumbre para una generaci¨®n) son el ejemplo m¨¢s expl¨ªcito que se puede poner hoy del cada vez m¨¢s c¨¦lebre trilema de Rodrik.
Dani Rodrik, economista de Harvard, ha demostrado la incompatibilidad entre la democracia, la globalizaci¨®n y la soberan¨ªa del Estado-naci¨®n. Sostiene Rodrik que se puede limitar la democracia, sin tener en cuenta los trastornos econ¨®micos y sociales que la econom¨ªa global produce muchas veces; se puede limitar la globalizaci¨®n, con la esperanza de reforzar la legitimidad democr¨¢tica; o se puede globalizar la democracia a costa de la soberan¨ªa nacional.
A veces, "el trabajo del economista consiste en hacer que parezca necesario lo insoportable" (El Roto).
Como la ¨²ltima opci¨®n es hasta ahora una utop¨ªa, el dilema se produce entre los l¨ªmites de la democracia y los de la globalizaci¨®n. Si creemos que la primera es el valor superior a defender, la cuesti¨®n es si el entorno en el que un pa¨ªs se desarrolla permite que una democracia determine sus propias reglas y cometa sus propios errores (y pague por ellos). No solo elegir entre la Coca-Cola y la Pepsi Cola.
La agenda de la globalizaci¨®n (que en el caso de Grecia coincide con su presencia en la zona euro, con la intervenci¨®n de la Comisi¨®n Europea, el FMI y el Banco Central Europeo, y con las condiciones que le han puesto para ser ayudada), que pretende minimizar los costes de transacci¨®n de la econom¨ªa internacional, choca con la democracia por la sencilla raz¨®n de que lo que busca no es mejorar el funcionamiento de la ¨²ltima sino pon¨¦rselo f¨¢cil a los intereses comerciales y financieros que buscan cobrar y acceder a los mercados a bajo coste.
Ello no ampara que los sucesivos Gobiernos no hayan cometido grav¨ªsimos errores (de los cuales el primero fue mentir sobre su situaci¨®n real para poder entrar en la moneda ¨²nica) y facilitado una enorme burbuja en las condiciones de vida ciudadanas. O que la manga ancha no haya afectado a la moral de una parte de la poblaci¨®n y de la estructura productiva del pa¨ªs (en forma de corrupci¨®n, enga?os, impago de impuestos, econom¨ªa sumergida...). La pregunta es c¨®mo se gestiona a partir de ahora la tensi¨®n entre la democracia nacional griega y los mercados globales que han impuesto a los ciudadanos una camisa de fuerza insoportable.
Rodrik sostiene que, en ¨²ltimo extremo, la pol¨ªtica vence sobre los intereses econ¨®micos. Es dif¨ªcil defenderlo en el caso griego. M¨¢s bien parece lo que expresaba el mejor de los comentaristas econ¨®micos, El Roto, cuando en uno de sus dibujos aparec¨ªa un tipo que dec¨ªa: ¡°Mi trabajo de economista consiste en hacer que parezca necesario lo intolerable".
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