Gu¨ªa de perplejos
Todas las medidas tomadas disminuyen la renta disponible y multiplican los precios
El tipo fue padre tard¨ªo y le lleg¨® la edad de jubilaci¨®n antes de que dos de sus hijos dejasen de estudiar: uno, en secundaria; el otro, en la universidad. ?l no tuvo ocasi¨®n de ser universitario; eran otros tiempos. Ahora lee que el menor tendr¨¢ menos profesores y m¨¢s compa?eros en las aulas, y le preocupa: la masificaci¨®n en la ense?anza es sin¨®nimo de falta de calidad. Tambi¨¦n le inquieta la subida de las matr¨ªculas universitarias porque hoy no es precisamente f¨¢cil acceder a un pr¨¦stamo bancario, que probablemente tendr¨¢ que pedir para pagarla. Y ello a pesar de las innumerables ayudas que reciben los bancos.
Desde hace unos meses no hay d¨ªa en el que el tipo no sepa de una medida que reduce su renta disponible. Primero le congelaron la pensi¨®n, sin tener en cuenta la inflaci¨®n. Luego lleg¨® la subida del impuesto sobre la renta, que dio un buen bocado a la cantidad que ingresa todos los meses. Este aumento de los impuestos le ha irritado especialmente porque lo compara con la amnist¨ªa para los que no pagan: en su larga vida laboral ha conocido a jefes que presum¨ªan de pagar mucho menos impuestos que ¨¦l porque se refugiaban en otras figuras fiscales (Sicav, sociedades¡) y a proveedores de medio pelo que no figuraban en los listados de Hacienda. La semana pasada lleg¨® lo de que los pensionistas tambi¨¦n pagar¨¢n (adem¨¢s de los impuestos) parte del precio de las medicinas. Le resultan incomprensibles las palabras del alto funcionario que dice que ese dinero equivale solo al precio de cuatro caf¨¦s. ?En qu¨¦ pa¨ªs vive? Luego est¨¢n las subidas de la luz, los transportes¡ ?Pero no nos dec¨ªan que se trataba de bajar al tiempo los sueldos y los precios porque se viv¨ªa por encima de nuestras posibilidades?
El tipo se da cuenta de que, encima, tiene que dar gracias. Su mujer es parada de larga duraci¨®n y hace tres meses que dej¨® de cobrar el seguro de desempleo. Ahora no sabe con qu¨¦ dinero seguir¨¢ pagando su pensi¨®n, para poder jubilarse con dignidad cuando le toque. Durante el tiempo que ha estado cobrando el seguro, la mayor¨ªa del dinero lo utilizaba para pagarse la pensi¨®n de jubilaci¨®n. Y luego est¨¢n sus antiguos compa?eros de empresa, todav¨ªa en activo: muchos est¨¢n siendo despedidos con una indemnizaci¨®n de 20 d¨ªas por a?o trabajado y los que se quedan no tienen posibilidad de ascender: se ha interrumpido la escala de la movilidad interna.
Nuestro ciudadano pertenece a esa clase que practica el voto vol¨¢til. Hoy a unos, ma?ana a otros, seg¨²n sus intereses. No pod¨ªa volver a votar a los socialistas. No solo porque Zapatero fue incapaz de explicar las medidas que tom¨® en mayo de 2010 (congelaci¨®n de pensiones, reducci¨®n del sueldo de los funcionarios¡), sino porque en su periodo se multiplicaron las desigualdades, m¨¢s que en ning¨²n otro momento de la democracia, y ello no se puede tolerar a un socialista. Coincidi¨® con Rajoy en lo del sentido com¨²n, le gustaron sus declaraciones rotundas a favor de que todo el mundo ten¨ªa que pagar impuestos, o de que iba a defender la educaci¨®n y la sanidad universal y gratuita. Ley¨® el programa electoral del PP, y lo vot¨®. Ahora sospecha que fue una enso?aci¨®n suya. Entra en Internet y echa un vistazo a ese programa electoral: ¡°Un programa para crecer y generar empleo (¡) y para garantizar la educaci¨®n, la sanidad y el bienestar de todos, sin excepciones¡±. Abre su correo electr¨®nico y tiene un mensaje que le env¨ªa un compa?ero de tertulia; se trata de un proyecto cient¨ªfico (el Regional Manifiesto Project), financiado por el Ministerio de Econom¨ªa y Competitividad, que demuestra que las pol¨ªticas de recorte del gasto en la educaci¨®n y en la sanidad no figuraban en ninguno de los programas que present¨® el PP en las ¨²ltimas elecciones auton¨®micas, ni tampoco el copago de las medicinas.
El tipo se pregunta si la democracia representativa ha de servir solo para castigar a los malos gobernantes o tambi¨¦n para seleccionar las mejores pol¨ªticas. Y contesta con otro correo a su colega: ¡°Dejemos de leer los programas electorales y pong¨¢monos con urgencia con la Gu¨ªa para perplejos, de Maim¨®nides¡±.
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