La trampa de la austeridad
Es imprescindible que el impulso al crecimiento del que tanto se habla no acabe en eufemismo
En el mismo momento en que se oy¨® a un miembro del Ejecutivo declarar rotundamente que en Espa?a no se crear¨ªa un ¡°banco malo¡± (¡°El Gobierno no crear¨¢ un banco bueno, ni malo, ni nada de nada¡±) y que no habr¨ªa ¡°ni la m¨¢s m¨ªnima ayuda p¨²blica¡± para que el sistema financiero se desprenda de sus activos t¨®xicos inmobiliarios, una buena parte de los ciudadanos ley¨® esas explicaciones como la inminencia de esos bancos malos, con el apoyo del dinero de los contribuyentes y denominados mediante alg¨²n eufemismo (¡°?veh¨ªculos de liquidaci¨®n a largo plazo?¡±). Lo mismo que sucedi¨® con el abaratamiento del despido, la subida de impuestos o la amnist¨ªa fiscal, tan denostados por el equipo Rajoy antes de llegar a la Moncloa.
Se corre el riesgo de que suceda algo as¨ª con el concepto de crecimiento econ¨®mico que ahora, despu¨¦s de tanto tiempo perdido y de recorrer la pol¨ªtica econ¨®mica en direcci¨®n opuesta, comienza a suscitar unanimidades en el seno de la UE como m¨¦todo para salir de una situaci¨®n semejante a la que Keynes describ¨ªa del siguiente modo, en 1930: ¡°Un estado cr¨®nico de actividad inferior a la normal, durante un periodo de tiempo considerable, sin tendencia marcada ni hacia la recuperaci¨®n ni hacia el hundimiento completo¡±. Mientras Europa deglute elecciones tan dis¨ªmiles como las presidenciales francesas, las legislativas griegas o las locales brit¨¢nicas, y espera la llegada de las holandesas, italianas y, sobre todo, las alemanas en el tercer trimestre del a?o que viene, se instala ¡ªtodav¨ªa m¨¢s a nivel ret¨®rico que real¡ª la tesis de la ¡°trampa de austeridad¡±. En su ¨²ltimo libro (?Acabad ya con esta crisis!, editorial Cr¨ªtica), Krugman describe c¨®mo ¡°demasiada gente seria¡± (pol¨ªticos, funcionarios de primer orden, economistas y publicistas que definen el saber convencional) ha optado en nuestro continente por prejuicios ideol¨®gica y pol¨ªticamente convenientes para sus intereses, no ha utilizado el conocimiento acumulado que se tiene, las lecciones de la historia y las conclusiones de varias generaciones de grandes analistas econ¨®micos, y nos han metido a todos en el camino equivocado, a costa de enormes sufrimientos para nuestras econom¨ªas y nuestras sociedades.
Seg¨²n la OIT, no se crecer¨¢ al ritmo suficiente para cubrir los empleos perdidos
En el ¨²ltimo informe sobre el mercado laboral mundial, de la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo (OIT), demasiado desapercibido, se habla mucho de la ¡°trampa de austeridad¡±. Seg¨²n el organismo multilateral con sede en Ginebra, hay en el planeta 50 millones m¨¢s de parados que cuando se inici¨® la crisis, de los cuales la mayor parte de ellos se concentra en Europa (y dentro de ¨¦sta, en Espa?a). Seg¨²n la OIT, las condiciones actuales no permiten observar que la econom¨ªa vaya a crecer en los dos pr¨®ximos a?os al ritmo necesario para cubrir los puestos de trabajo perdidos y ofrecer empleo a los 80 millones de personas que habr¨¢n entrado en el mercado de trabajo en este lapso de tiempo. Adem¨¢s, incluso donde el empleo est¨¢ volviendo a aumentar (sobre todo Asia y Am¨¦rica Latina), los trabajos son generalmente temporales o a tiempo parcial.
Por ello resulta imprescindible que ese equilibrio entre austeridad (que comprende una relajaci¨®n en los plazos de reducci¨®n de los d¨¦ficits y la deuda p¨²blica) y crecimiento (con planes de inversi¨®n p¨²blico-privados en infraestructuras, I+D y energ¨ªa verde susceptibles de ser intensivos en mano de obra) del que tanto se habla ahora, no se quede en los eufemismos tan familiares a los usados una y otra vez por el Gobierno espa?ol en los ¨²ltimos tres meses. El crecimiento econ¨®mico sin que cueste dinero no existe.
Sin que cueste dinero, el crecimiento econ¨®mico del que tanto se habla ahora, no existe
La generaci¨®n de empleo es la condici¨®n necesaria para recuperar a la poblaci¨®n de esa creciente desafecci¨®n sobre la capacidad de la democracia para resolver sus problemas, que da presencia a los populismos.
El cuadro macroecon¨®mico del Gobierno de Rajoy para este a?o (630.000 parados m¨¢s a finales del ejercicio) y el Programa de Estabilidad 2012-2015 presentado en Bruselas, que describe una tasa de paro al final del periodo del 22,3% de la poblaci¨®n activa, con sucesivas p¨¦rdidas del poder adquisitivo de la poblaci¨®n, no van en el sentido citado, por mucho d¨¦ficit cero que se obtenga en las cuentas p¨²blicas. Este es el dilema central de la pol¨ªtica econ¨®mica actual y la dificultad m¨¢xima para crear m¨¢s y mejor Europa.
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