A la City se le suben los colores
La crisis de Barclays cuestionan el futuro de Londres como capital financiera europea
Cuando estall¨® la crisis financiera, muchos agoreros empezaron a ver el principio del fin de la City de Londres. Con las grandes econom¨ªas en recesi¨®n y la banca brit¨¢nica especialmente afectada, con dos grandes bancos literalmente nacionalizados (RBS y Lloyds), otro en el sanatorio de terminales (Northern Rock) y un cuarto ya en la morgue en forma de absorci¨®n (HBOS), empezaban a ta?er las campanas.
Para sorpresa general, la City apenas tard¨® un par de a?os en recuperar el pulso. El centro de gravedad de la crisis se traslad¨® de la banca a los tesoros p¨²blicos, atontados por el agujero que la medicina suministrada a los bancos hab¨ªa producido en las arcas p¨²blicas.
La econom¨ªa brit¨¢nica, una de las m¨¢s afectadas, pas¨® de puntillas por todo eso a pesar de ser quiz¨¢s el pecador m¨¢s grande de todos: sus bancos son los que m¨¢s fondos p¨²blicos han necesitado; sus cuentas p¨²blicas est¨¢n entre las peores de Europa: su econom¨ªa es de las que peor se comportan en t¨¦rminos de crecimiento a pesar de que al estar fuera del euro ha podido devaluar su moneda a voluntad. El hecho de estar fuera del euro ha sido su gran paraguas, al eludir las tormentas de la deuda soberana.
La supervivencia del euro se ve como una amenaza para el futuro de la City
Con ese escenario, la City estaba otra vez estirando el cuello, gallarda, y hace ya un a?o y medio el banquero m¨¢s famoso de la ciudad, Bob Diamond, daba por concluido el periodo de ¡°remordimientos y disculpas¡± al que muchos, aunque no ¨¦l, hab¨ªan apelado.
Todo eso, y el empleo de Diamond como consejero delegado de Barclays, ha saltado por los aires en una semana. Ha bastado que los reguladores brit¨¢nicos y de Estados Unidos impusieran a Barclays sanciones por 360 millones de euros por manipular durante a?os el ¨ªndice de los pr¨¦stamos interbancarios (el l¨ªbor y el eur¨ªbor) para que resurja con m¨¢s fuerza que nunca el debate sobre los excesos de la City, sobre la compatibilidad entre la banca de inversiones y la banca comercial, sobre la necesidad de regular a un sector que se considera ya demasiado regulado.
Esta vez, el debate tiene tintes m¨¢s profundos. La crisis del euro ha hecho temer por el futuro de la moneda. Y su futuro es todav¨ªa muy incierto. Pero al mismo tiempo, la supervivencia del euro vuelve a verse como una amenaza para la supervivencia de la City. Primero, porque la salvaci¨®n del euro va a acarrear una uni¨®n bancaria de la zona euro que plantea serios interrogantes sobre su impacto en los bancos instalados en Londres. Y, segundo y fundamentalmente ligado a la crisis de Barclays, porque el ambiente parece haber cambiado de forma decisiva al incrementar el desprestigio de la City hasta l¨ªmites que empiezan a tener car¨¢cter pol¨ªtico.
Para Barclays, la manipulaci¨®n del interbancario no es un reflejo del banco y su cultura, sino la acci¨®n de una quincena de empleados y mandos intermedios que han actuado sin el consentimiento de la alta direcci¨®n. Algo, por otra parte, dif¨ªcil de aceptar a la luz de lo que se conoce.
Para la City, lo que ha hecho Barclays no es un reflejo del sistema financiero y su cultura, sino el t¨ªpico caso de una manzana podrida. Pero ha habido muchas manzanas podridas en el pasado reciente de la City. Como por arte de magia, todos los bancos, sean de donde sean, parecen elegir Londres como escenario de sus trapos sucios.
Todos los bancos han elegido la ciudad para airear sus trapos sucios
En la City operaba el trader que hace unas semanas hizo perder 2.000 millones de d¨®lares y mucho prestigio al JP Morgan Chase. Aqu¨ª cav¨® su tumba Lehman Brothers. Aqu¨ª ocurri¨® el fraude de 2.300 millones de d¨®lares de UBS. Y en Londres operaban al menos una docena de la veintena de bancos que est¨¢n siendo investigados en Estados Unidos, Europa y Jap¨®n por manipular el l¨ªbor y el eur¨ªbor durante la crisis financiera y antes.
Cuando el jueves pasado cientos de banqueros asistieron a una cena de gala en la City durante la entrega de los premios anuales de la revista financiera Euromoney, Emilio Bot¨ªn estaba euf¨®rico. No solo porque el Banco Santander hab¨ªa ganado el premio m¨¢s codiciado, el de mejor banco global ¡ªa fin de cuentas, es la tercera vez que lo gana en siete a?os¡ª sino por lo que significa haberlo ganado en estos momentos.
Por grande que sea, por muy moderna que pueda ser su estructura interna o eficaz su cadena de mando, el Santander es a ojos de la City un banco a la vieja usanza. Un banco comercial que comete a sus ojos la torpeza ¡ªEuromoney cree, en cambio, que es uno de los secretos de su ¨¦xito¡ª de estar estructurado en filiales territoriales: cada pa¨ªs ha de vivir por s¨ª mismo.
En sus palabras de agradecimiento, Emilio Bot¨ªn comprendi¨® que a algunos de los asistentes a la gala les pod¨ªa haber sorprendido el triunfo del Santander. Se refer¨ªa, sobre todo, al hecho de que se premiara a un banco espa?ol precisamente cuando muchos dudan de la banca espa?ola. Pero bien podr¨ªa haber estado pensando en el otro aspecto de su triunfo, en el hecho de que ah¨ª, frente a varios cientos de financieros, estaba un banquero de la vieja escuela, un genuino representante de la banca comercial, dando lecciones a los tiburones de la City, a la industria financiera m¨¢s agresiva del planeta.
El contraste entre el Santander y el Barclays es un reflejo de los dos mundos opuestos que conviven en la City: el de la banca comercial y el de la banca de inversiones. La primera depende, sobre todo, de millones de clientes que depositan sus ahorros en el banco porque se f¨ªan de ¨¦l. Si desaparece la confianza, desaparecen los ahorros. Y si desaparecen los ahorros, desaparece el banco.
La segunda, en cambio, vive de la agresividad y el ingenio de sus empleados. De golpes de mano, de toma instant¨¢nea de posiciones que pueden enriquecer el banco¡ o llevarlo a la quiebra. Es la banca de los bonus, de los incentivos, de las botellas de champ¨¢n para agradecer un favor. Encerrados en su burbuja de traders, broquers, submitters y dealers, los banqueros de inversiones suelen mirar por encima del hombro a sus colegas de la banca comercial.
La banca de inversi¨®n es la de los bonus, la de las botellas de champ¨¢n
La crisis de Barclays ha resucitado el debate sobre la necesidad de separar esas dos actividades. Siguiendo las recomendaciones del informe que le encarg¨® al economista sir John Vickers, el Gobierno brit¨¢nico ya ha aceptado que tiene que haber un cortafuegos entre ambos y que, aunque los bancos pueden seguir realizando ambas actividades, eso tiene que ocurrir en unidades de negocio distintas, aisladas la una de la otra.
¡°Ya sabemos lo que ha ido mal. La idea de que la cultura del banco de inversiones es la misma que la cultura de la banca b¨¢sica, creo que ahora est¨¢ claro que se trata de culturas completamente diferentes y que tienen que estar separadas¡±, ha declarado estos d¨ªas el gobernador del Banco de Inglaterra, sir Mervyn King.
¡°Me gustar¨ªa que el Parlamento legislara sobre eso lo antes posible y que aplique todas las propuestas de Vickers. Eso es lo que tenemos que hacer para cambiar la estructura de la industria¡±, defiende. El Gobierno ha aceptado principios del informe, aunque algunos cr¨ªticos se quejan de que el canciller del Exchequer y ministro del Tesoro, George Osborne, los ha aguado demasiado por presiones de la banca.
Sin embargo, la crisis de Barclays ha extremado las posiciones de medios tan poco extremistas como el Financial Times, que ha pedido ahora la completa segregaci¨®n de banca de negocios y banca al detalle en lugar de una mera separaci¨®n de actividades dentro del banco como ha sugerido Vickers. ¡°Aunque el Financial Times apoy¨® esas conclusiones, ahora estamos listos para ir m¨¢s all¨¢¡±, escrib¨ªa esta semana en un duro editorial. ¡°Pese a todos los beneficios de la diversificaci¨®n, las tensiones culturales entre banca de inversiones y banca comercial solo se pueden resolver con una total separaci¨®n entre ambas¡±, conclu¨ªa el diario.
¡°Barclays deber¨ªa dividirse de forma inmediata en dos bancos separados, cada uno con su propio consejero delegado y ambos cotizando en Bolsa lo antes posible¡±, opina Michael Laffert, presidente de Lafferty Group, un proveedor de servicios financieros especializado en servir a la banca comercial. ¡°Esa es la mejor forma posible de que el banco pueda superar los recientes acontecimientos desastrosos y recuperar la iniciativa ante el p¨²blico, los pol¨ªticos, los reguladores, los competidores y los mercados en general¡±, sostiene.
El pecado de Barclays
?Qu¨¦ ha hecho Barclays para provocar una tormenta pol¨ªtica, medi¨¢tica y financiera semejante? Manipular los datos que suministraba sobre sus ofertas para comprar dinero en el mercado interbancario, el tipo de inter¨¦s al que se prestan los bancos entre s¨ª para cubrir sus necesidades de tesorer¨ªa o aprovechar sus excesos de liquidez: el l¨ªbor (de la Asociaci¨®n de Banqueros Brit¨¢nicos) y el eur¨ªbor (que elabora la Federaci¨®n de Bancos Europeos). Barclays hizo eso docenas de veces entre enero de 2005 y junio de 2009. Al principio, para empujar los ¨ªndices al alza y aumentar as¨ª su margen de beneficio, tanto el del banco como el de los operadores que llevaron a cabo las manipulaciones. Luego, en 2007 y 2008, los datos suministrados eran m¨¢s bajos de los reales para hacer creer que Barclays no necesitaba dinero y por eso ofrec¨ªa pagar tipos m¨¢s bajos de los que en realidad estaba pagando.
Si la primera parte del fraude puede encajar en la explicaci¨®n oficial del banco de que era un problema reducido a una quincena de operadores y sus jefes inmediatos, que actuaban a espaldas de la direcci¨®n, esa versi¨®n encaja menos cuando se aplica en la segunda etapa de las manipulaciones. El informe publicado por la FSA, la Autoridad de Servicios Financieros de la City, deja muy claro que esas manipulaciones fueron en gran parte consecuencia del nerviosismo de la c¨²pula del banco por las informaciones de prensa que vinculaban las posiciones altas de Barclays en el interbancario con problemas de liquidez. Es decir, como Barclays estaba ofreciendo tipos m¨¢s altos que sus rivales para comprar dinero, los medios hab¨ªan llegado a la conclusi¨®n de que ten¨ªa problemas de liquidez. Los operadores encargados de suministrar los datos del banco conoc¨ªan ese nerviosismo, y por eso empezaron a ofrecer datos m¨¢s bajos para la formaci¨®n del l¨ªbor, siguiendo instrucciones de sus mandos inmediatos.
El dimitido consejero delegado de Barclays, Bob Diamond, que estaba entonces al frente de Barclays Capital, ha declarado esta semana ante una comisi¨®n parlamentaria que se enter¨® de esas manipulaciones hace unos d¨ªas, al leer el informe de la FSA. Una declaraci¨®n muy dif¨ªcil de creer porque ¨¦l mismo estaba preocupado por los rumores y su relaci¨®n con el l¨ªbor y la creencia en Barclays de que los dem¨¢s bancos estaban suministrando datos falsos. Ese es, al mismo tiempo, un aspecto atenuante para Barclays: el informe de la FSA revela que en los momentos peores de la crisis, la manipulaci¨®n de Barclays se deb¨ªa sobre todo a la convicci¨®n de que otros estaban dando datos falsos y ellos hacen lo mismo porque creen que, si no lo hacen, env¨ªan un mensaje alarmista al mercado.
Pero el informe revela tambi¨¦n hasta qu¨¦ punto es f¨¢cil manipular el ¨ªndice, los escasos escr¨²pulos de los operadores y el amiguismo reinante, adem¨¢s de la falta de controles. ¡°Te debo una. Ven un d¨ªa despu¨¦s del trabajo y te abro una botella de Bollinger¡±, le dice un operador a un colega de otro banco que acepta suministrar un dato falso para hacerle un favor. ¡°Si sabes guardar un secreto te cuento una cosa¡±, comenta otro. Y, tras explicarle el truco, le avisa: ¡°Gu¨¢rdatelo para ti porque si no, no funciona¡±. ¡°No parece muy profesional¡±, comenta un operador ajeno al banco al comentar con unos colegas las operaciones de Barclays.
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