La gloria perdida del "Tren Lun¨¢tico" de Kenia
En la centenaria estaci¨®n de ferrocarril de la capital keniana, la mayor¨ªa de los destinos se han ca¨ªdo de sus anacr¨®nicos paneles informativos, pero todav¨ªa se lee en sus r¨®tulos el nombre de la ex¨®tica ciudad costera de Mombasa.
Para ir a Mombasa, un bullicio revoluciona la estaci¨®n tres d¨ªas a la semana: es el ajetreo de los pasajeros que acceden a los vagones del hist¨®rico "Tren Lun¨¢tico".
Fueron los brit¨¢nicos quienes, tras el reparto de ?frica acordado por las potencias europeas en la Conferencia de Berl¨ªn (1884-1885), decidieron afianzar su dominio en el Protectorado de ?frica Oriental con la construcci¨®n de una l¨ªnea de ferrocarril que uniera el oc¨¦ano ?ndico en Mombasa con el lago Victoria (fuente del Nilo) y Uganda.
No pocos debates enconados provoc¨® el coste del proyecto en el londinense Parlamento de Westminster, donde el diputado radical Henry Labouchere conden¨® la idea de esa "l¨ªnea lun¨¢tica", adjetivo que deriv¨® en los t¨¦rminos "Lun¨¢tico Expr¨¦s" o "Tren Lun¨¢tico".
Finalmente, "la construcci¨®n de la l¨ªnea empez¨® en mayo de 1896 y acab¨® en Kisumu, a orillas del lago Victoria, en diciembre de 1910, aunque no era Kisumu su destino final, sino Uganda", dijo a Efe el director del Museo del Ferrocarril de Nairobi, Maurice Barasa.
Quiz¨¢ Labouchere no andara muy descaminado, pues el ferrocarril cost¨® la friolera de cinco millones de libras (800 millones de d¨®lares de hoy) y la vida de unas 2.500 personas, muertas por accidentes, enfermedades tropicales y ataques de ind¨ªgenas y fieras.
El caso es que la l¨ªnea, de unos 900 kil¨®metros, dio pie al nacimiento de muchas ciudades kenianas -Nairobi, entre ellas-, puso a Kenia en el mapa mundial y atrajo colonos blancos y celebridades.
Viajaron en el "Tren Lun¨¢tico" famosos como el ¨²ltimo emperador et¨ªope, Haile Selassie; los escritores Ernest Hemingway y Karen Blixen (alias Isak Dinesen); el presidente estadounidense Theodore Roosevelt o el primer ministro brit¨¢nico Winston Churchill.
"Roosevelt (tom¨® el tren en 1909) ten¨ªa gran inter¨¦s en los safaris. Sol¨ªa viajar sentado en un banco, adosado (al aire libre) en la parte delantera de la locomotora, para contemplar paisajes y animales salvajes. Y paraba a cazar", cuenta Barasa.
En su gira por ?frica de 1907, Churchill, entonces subsecretario de Estado brit¨¢nico para las Colonias, tom¨® el "Lun¨¢tico Expr¨¦s" en Mombasa, que le pareci¨® "el punto de partida de una de las l¨ªneas de ferrocarril m¨¢s rom¨¢nticas y maravillosas del mundo".
Esas personalidades -asegura Barasa- viajaban en "vagones especiales", con toda clase de lujos y las m¨¢ximas comodidades de la ¨¦poca, aunque hoy el tren no constituya m¨¢s que una sombra oxidada y chirriante de aquella m¨¢quina que enorgulleci¨® al Imperio Brit¨¢nico.
En el vag¨®n restaurante, la porcelana de anta?o ha sido reemplazada por el pl¨¢stico en mesas cubiertas por manteles blancos amarilleados, las paredes de fondo floreado han perdido el lustre y los asientos rojos de cuero sucumben a la mugre.
Por los angostos pasillos ya no deambulan colonos, soldados o misioneros, sino turistas que, mochila al hombro, parecen atra¨ªdos por el romanticismo y la aventura de la Kenia colonial.
"Tomo este tren por tercera vez", se ufana un suizo enamorado de ?frica que sorbe un caf¨¦, tras dormir en el tren nocturno Nairobi-Mombasa, y al que no cansan las quince horas del periplo.
En esa ruta, el momento m¨¢s excitante llega cuando el "Lun¨¢tico Expr¨¦s" atraviesa el Parque Nacional de Tsavo y los pasajeros, acodados en las ventanillas, afinan las pupilas para observar -en palabras de Churchill- "llanuras repletas de animales salvajes".
Algunos viajeros no pueden contener la emoci¨®n: "?Vi una cebra y varios ant¨ªlopes!", exclama la estudiante keniana Medy Migambo.
El Parque de Tsavo, adem¨¢s, evoca la historia de los temibles "leones devoradores de hombres de Tsavo", que despedazaron a 132 hombres durante la construcci¨®n del ferrocarril, entre ellos el superintendente Charles Ryall.
"Guardamos en el museo los colmillos del le¨®n que mat¨® a Ryall" y el vag¨®n donde ocurri¨® la tragedia, revela Barasa.
M¨¢s de un siglo despu¨¦s de entrar en servicio, el tren, lastrado por a?os de gesti¨®n incompetente y falta de inversi¨®n, no cautiva a los kenianos, que apuestan por el autob¨²s, un medio m¨¢s barato que cubre en siete horas los 500 kil¨®metros entre Nairobi y Mombasa.
Sin embargo, la duraci¨®n de ese viaje podr¨ªa reducirse a tres horas si prospera un plan del Gobierno de Kenia para construir, antes de 2016, una l¨ªnea moderna con trenes de alta velocidad.
Pero los nost¨¢lgicos del "Lun¨¢tico Expr¨¦s" no deben preocuparse, porque, seg¨²n Barasa, el nuevo trazado correr¨¢ paralelo a la vieja l¨ªnea, que "se conservar¨¢ por razones hist¨®ricas y tur¨ªsticas".
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