El FMI admite que subestim¨® el impacto depresivo de la austeridad
La ca¨ªda de la actividad y el aumento del paro fue mayor de lo previsto por el Fondo en 2010
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ya levant¨® una densa polvareda en octubre, cuando sus expertos estimaron que los recortes de gasto y subidas de impuestos que se recetan contra la crisis en pa¨ªses europeos ten¨ªan un efecto negativo notable en la actividad econ¨®mica, lo que hab¨ªa devuelto a la mayor¨ªa de ellos a la recesi¨®n. Ahora, el economista jefe del FMI, Oliver Blanchard, cierra el c¨ªrculo al concluir que las recomendaciones del Fondo al inicio de la crisis europea se basaron en c¨¢lculos que subestimaron el impacto depresivo de la austeridad.
En el arranque de la crisis, en 2008, el FMI aconsej¨® al G-20 una decidida intervenci¨®n p¨²blica para sacar a la econom¨ªa mundial del marasmo en el que la hab¨ªa dejado el colapso financiero. Pero luego, en 2010, cuando los mercados comenzaron a asediar a pa¨ªses europeos en los que la deuda crec¨ªa con rapidez, reclam¨® intensos ajustes p¨²blicos, con mayor intensidad en Grecia.
Multiplicadores fiscales
¡°Hemos encontrado que los autores de aquellos pron¨®sticos del Fondo subestimaron significativamente el incremento del desempleo y la ca¨ªda en el consumo privado y la inversi¨®n asociados a la consolidaci¨®n fiscal¡±, reza el informe firmado por Blanchard y Daniel Leigh. En 2010, el FMI utiliz¨® como referencia como se comportaban los multiplicadores fiscales en fases de desaceleraci¨®n econ¨®mica, pero estudios m¨¢s recientes han evidenciado que cuando se combinan recesi¨®n y mal funcionamiento del sector financiero, el efecto contractivo de esas medidas es hasta el triple de lo que contemplaron entonces los expertos del Fondo.
Como era de esperar, las conclusiones del informe de Blanchard son perfectamente compatibles con la nueva doctrina del FMI, que ahora aconseja adaptar el ritmo de los ajustes a la situaci¨®n de cada pa¨ªs y que acostumbra a equiparar la austeridad con una marat¨®n, en contraposici¨®n con los bruscos tijeretazos de los ¨²ltimos dos a?os
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