¡°El euro va a sobrevivir a costa de los pa¨ªses de la periferia¡±
El economista se muestra cr¨ªtico con la actuaci¨®n europea en la crisis de Chipre
Miembro de la constelaci¨®n de economistas de izquierdas que incluye nombres como Paul Krugman y Joseph Stiglitz, James K. Galbraith lleg¨® a Bruselas para participar en una jornada organizada por los socialistas europeos en la que se pidi¨® a los Gobiernos que abandonen el dogma de la austeridad y se preocupen de una vez por impulsar el crecimiento y el empleo en una Europa otra vez renqueante. Galbraith (Gary, Estados Unidos, 1952) cumpli¨® con las expectativas y no dej¨® t¨ªtere con cabeza.
La entrevista se celebr¨® justo antes de que el Eurogrupo decidiera, en la madrugada del 15 al 16 de marzo, que todos los ahorradores chipriotas deber¨ªan pagar parte del rescate. Esta hist¨®rica metedura de pata despert¨® unos fantasmas de los que Europa cre¨ªa haberse liberado: colas delante de los cajeros, corralito... P¨¢nico, en definitiva. Galbraith env¨ªa por correo electr¨®nico su opini¨®n sobre la en¨¦sima tormenta en la zona euro: ¡°La consecuencia m¨¢s importante es que Chipre sufrir¨¢ una larga y prolongada recesi¨®n. Y se ha evidenciado que la crisis europea no se ha resuelto en absoluto¡±.
Pregunta. ?En qu¨¦ se est¨¢ equivocando Europa?
Respuesta. Una pregunta corta con una respuesta muy larga. Es evidente que est¨¢ siguiendo un camino de ideas equivocadas. El armaz¨®n ideol¨®gico de estos errores lo ha dado el Banco Central Europeo (BCE): suponer que cada pa¨ªs es capaz de corregir sus desequilibrios econ¨®micos a trav¨¦s de lo que llaman reformas estructurales. Si esto fuera verdad, ya habr¨ªa habido alg¨²n ¨¦xito.
Si los electores no pueden cambiar la pol¨ªtica, no funciona la democracia
P. Algo habr¨¢n hecho bien.
R. No detecto ning¨²n resultado positivo.
P. ?Qui¨¦n es el responsable de estos errores?
R. Los economistas.
P. ?De verdad? ?No son los pol¨ªticos?
R. Los pol¨ªticos son v¨ªctimas de las ideas completamente err¨®neas de los economistas de la d¨¦cada pasada.
P. Pero podr¨ªan haber seguido los consejos de otros economistas.
R. No podemos esperar demasiado de los pol¨ªticos hasta que haya una voluntad clara de los ciudadanos europeos de que la situaci¨®n actual es inaceptable. Los ciudadanos son los que tienen la responsabilidad de forzar un cambio de pol¨ªtica.
P. Hace seis meses, la salida de Grecia del euro parec¨ªa inminente. Hoy estos temores ya no est¨¢n tan presentes.
R. Hab¨ªa algo de farsa. Era un escenario propagado por banqueros y que respond¨ªa a movimientos especulativos. Cualquiera que entendiera la situaci¨®n sab¨ªa que el BCE tiene el poder para mantener la moneda unida estabilizando los mercados de deuda de los pa¨ªses del sur. Para lo que el BCE no tiene poder es para obligar a Italia o a Espa?a a adoptar medidas draconianas. Los electores italianos han dejado claro que no van a aceptar estas medidas. Es el BCE el que debe revisar su pol¨ªtica.
P. ?Descarta entonces la posibilidad de que el euro se desintegre?
La situaci¨®n es ahora peor que en 1929 porque no hay perspectivas
R. La ruptura del euro ser¨ªa un paso tan dram¨¢tico y dejar¨ªa abiertas tantas cuestiones que nadie quiere pasar por ello. Supondr¨ªa, adem¨¢s, el fin de la UE. Podemos separar el problema en dos elementos: la supervivencia de la eurozona y la supervivencia de las econom¨ªas de la periferia europea. La primera se ha logrado a costa de la destrucci¨®n de las instituciones sociales y de una enorme tasa de desempleo en la periferia. Es un desastre.
P. ?Tiene Espa?a margen de maniobra para hacer una pol¨ªtica distinta de la que marcan Berl¨ªn, Bruselas y Fr¨¢ncfort?
R. Si no es as¨ª, mejor eliminar las elecciones y poner a los funcionarios a que reciban ¨®rdenes de Morgan Stanley, porque da igual qui¨¦n las gane. No creo que los espa?oles aceptaran eso.
P. En las jornadas en las que usted ha participado, el soci¨®logo Jean Paul Fitoussi dijo que la democracia estaba en peligro.
R. No s¨¦ c¨®mo se puede describir como una democracia a pa¨ªses que cumplen ¨®rdenes de las instituciones financieras, como el FMI o el BCE. Si lo ¨²nico que pueden cambiar los votantes es los nombres de los gobernantes, pero no las pol¨ªticas, la democracia no est¨¢ funcionando.
P. Por primera vez en Espa?a, los salarios han ca¨ªdo por debajo de las rentas empresariales. ?Se ha roto el consenso de bienestar logrado despu¨¦s de la II Guerra Mundial?
El cambio no llegar¨¢ hasta que el sector financiero reduzca su poder
R. S¨ª. Es urgente crear empleos y estos no vendr¨¢n por una devaluaci¨®n interna. La industria manufacturera alemana no se va a desplazar por muy poco que cobren los trabajadores espa?oles. La competitividad a trav¨¦s de los salarios bajos no va a cambiar el problema espa?ol.
P. Ese era el plan del Gobierno con su reforma laboral...
R. Y la consecuencia es que el mercado europeo ser¨¢ cada vez menos importante para Alemania. El proyecto europeo est¨¢ en peligro porque a los pa¨ªses del norte cada vez les importa menos lo que pase en el sur. Para salvarlo hace falta un compromiso, algo que no veo.
P. Alemania se presenta como un ejemplo, con su tasa de paro en m¨ªnimos hist¨®ricos, pero tambi¨¦n tiene m¨¢s de siete millones de miniempleos.
R. Alemania tiene un margen de maniobra sustancial para elegir entre crear prosperidad y repartirla o concentrarla. Concentrarla es un mal modelo para Alemania y el resto del mundo. Y aceptar el modelo de competitividad a trav¨¦s de salarios bajos es una tragedia para el resto de Europa. Su super¨¢vit es uno de los motivos que nos ha llevado a esta situaci¨®n.
P. ?Las clases depredadoras de las que usted habla est¨¢n poniendo en peligro la existencia de la clase media?
Los pol¨ªticos son v¨ªctimas de las ideas de los economistas de la d¨¦cada pasada
R. Hace tiempo que es as¨ª en EE UU y en otros sitios. La constante batalla en torno a los m¨¢rgenes de poder de las clases depredadoras se observa, por ejemplo, cuando se reorganiza el sistema de seguros m¨¦dicos, de las pensiones p¨²blicas y en muchos otros temas.
P. ?Conf¨ªa en las reformas que se est¨¢n impulsando en Europa como la tasa Tobin o los l¨ªmites a los sueldos de los banqueros?
R. Son solo gestos. Pueden ser ¨²tiles, pero no debemos confundirlos con reformas globales. De todas formas, me sorprender¨ªa mucho que estas iniciativas se llegaran a poner en marcha, porque son inaceptables para el sector financiero. El cambio fundamental no llegar¨¢ hasta que el sector financiero reduzca su poder al nivel que ten¨ªa tras la II Guerra Mundial, cuando los sindicatos y la sociedad civil ten¨ªan un papel mucho m¨¢s importante que ahora.
P. Su padre, el gran economista John Kenneth Galbraith, investig¨® en su libro El crash de 1929, los efectos de esa crisis. ?Es comparable a la situaci¨®n?
R. Ahora somos m¨¢s ricos y tenemos instituciones estabilizadoras. Pero la gente ha perdido seguridad. Desde un punto de vista psicol¨®gico, quiz¨¢s es peor porque muchos han perdido la perspectiva de su vida futura. Ahora hay mucha intransigencia y esp¨ªritu de castigo. Cinco a?os despu¨¦s de estallar la crisis financiera, los pol¨ªticos europeos dicen a la gente que es culpable y que tienen que pagar por el ajuste. Es f¨¢cil entender la indignaci¨®n.
P. ?C¨®mo ve el tratado de libre comercio que van a empezar a negociar EE UU y la UE?
R. De lo que se est¨¢ hablando no es de libre comercio, sino de los derechos de inversi¨®n de las multinacionales. Es un servicio clientelar hecho por bur¨®cratas. La Administraci¨®n dem¨®crata tiene que dar algo a las grandes compa?¨ªas. Y lo llamamos tratado de libre comercio porque es una etiqueta f¨¢cil de vender. Es marketing y clientelismo que no impulsar¨¢ el crecimiento. Lo veo con un escepticismo extremo.
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