Acabemos con los ¡®b¨²nkeres fiscales¡¯
Hay tres v¨ªas en la UE: no reconocerlos, una larga armonizaci¨®n fiscal o una acci¨®n de la vanguardia
Acabar con los b¨²nkeres fiscales en Europa es una tarea urgente. La p¨¦rdida de recaudaci¨®n de impuestos es m¨¢s sangrante cuanto m¨¢s se necesita cuadrar las cuentas p¨²blicas. El fraude fiscal es inmoral porque los contribuyentes pechan con la parte de los evasores. Perjudica al crecimiento y al empleo al hurtar recursos a la inversi¨®n p¨²blica. Y provoca o m¨¢s recortes sociales o m¨¢s alzas impositivas. Si el bill¨®n de euros evadidos anualmente al fisco en la UE pagasen impuestos, toda la deuda europea se fundir¨ªa en 8,8 a?os.
Hay tres v¨ªas para acabar con ellos. La m¨¢s radical la formula el economista franc¨¦s Ren¨¦ Passet: cerrarlos. ?C¨®mo? ¡°Dejar de reconocer los actos jur¨ªdicos firmados en esos pa¨ªses¡±.
Esa bella p¨®cima es tosca, por imposible. Y es que los b¨²nkeres de hoy no son solo los ¡°para¨ªsos¡± isle?os de ayer, jurisdicciones sin impuestos: abarcan tambi¨¦n a los territorios casi sin impuestos o que permiten ingenier¨ªas financieras con impuestos casi cero, en las propias metr¨®polis. El Reino Unido jam¨¢s dejar¨ªa de reconocer los actos de la City (b¨²nker, no para¨ªso), entre otras cosas porque la City manda m¨¢s que la se?ora Windsor. Ahora bien, este mecanismo podr¨ªa utilizarse como amenaza a los ¡°para¨ªsos¡± cercanos (Suiza, Liechtenstein), de forma que se aviniesen a adoptar las nuevas normas de la UE, que prometen ser m¨¢s duras.
La segunda v¨ªa es el largo v¨ªa crucis de la armonizaci¨®n fiscal, por unanimidad, de los 27 Estados miembros de la Uni¨®n. Es la que ha acabado con el secreto bancario dentro de la Uni¨®n, salvo, de momento y por poco tiempo, en Luxemburgo y Austria. Tiene la ventaja de que muchos (27) pesan m¨¢s que pocos, pero la desventaja de que hasta ahora se ha mostrado muy lenta.
En efecto, la directiva de 2003 sobre imposici¨®n al ahorro (capital) tard¨® 14 a?os y lleg¨® con excepciones: los pa¨ªses mencionados, solo las personas f¨ªsicas, y la especiosa condici¨®n de que se ir¨ªa a remolque de los avances conseguidos en las negociaciones con los para¨ªsos europeos externos a la UE: el m¨¢s lento y generoso con la corrupci¨®n fiscal marcaba el ritmo de todos.
Esta es la v¨ªa que ha retomado el Consejo Europeo. No es obligatorio ser del todo esc¨¦ptico, como el gato escaldado. Dar¨¢ algunos frutos, aunque siempre algo m¨¢s tarde y con menor intensidad de lo que las circunstancias requieren, pues hay que convencer / vencer a los jugadores ventajistas que van por libre. Y de lo que la opini¨®n reclama: que tributen ya todos, evasores y multinacionales espabiladas entre ellos, y no solo los pringados de siempre. Un clamor que constituye uno de los pocos buenos frutos de la actual crisis.
Que se exija ¡°que no tributen solo los pringados de siempre¡± es uno de los pocos buenos frutos de la crisis
La tercera v¨ªa ya se ha iniciado y se combinar¨¢ con la anterior. Es la acci¨®n de una ¡°vanguardia¡± de pa¨ªses. Cinco de ellos (Francia, Alemania, Reino Unido, Italia y Espa?a), a los que se han a?adido otros cuatro (Polonia, Holanda, B¨¦gica, Ruman¨ªa), est¨¢n formalizando unos acuerdos tipo FATCA (Foreign Account Tax Compliance) con EE UU. Mediante ellos se intercambiar¨¢n todos los datos fiscales de clientes por encima de 50.000 d¨®lares o bien retendr¨¢n el 30% a los intereses, dividendos y otros pagos por inversi¨®n.
Esta v¨ªa puede convertirse en la pr¨¢ctica en una conjura de los que quieran avanzar m¨¢s, sorteando el odioso requisito de la unanimidad en las decisiones fiscales de la UE. Con solo mayor¨ªa cualificada, el art¨ªculo 116 del Tratado permite armonizar impuestos. Basta alegar que normativas bajistas como la irlandesa o la chipriota sobre el impuesto de sociedades, o el laxismo al comprobar el olor del dinero reciclado en las pr¨¢cticas administrativas de otros, ¡°distorsionan las condiciones de competencia en el mercado interior¡±, argumenta el profesor Agust¨ªn Jos¨¦ Men¨¦ndez.
Es f¨¢cil demostrar que si un Estado miembro tolera impuestos cero o casi cero, su conducta equivale a la del que concede, por igual montante, ayudas p¨²blicas que falsean la competencia. As¨ª, por la puerta de atr¨¢s, la Comisi¨®n puede impulsar la armonizaci¨®n fiscal tras consultar con los Estados, y en caso de desacuerdo, ir a la codecisi¨®n (con las otras instituciones). Solo se requiere voluntad pol¨ªtica. Y parecer¨ªa que, ahora, se est¨¦ desperezando.
Cuando los impuestos de los distintos pa¨ªses europeos est¨¦n ¡ªaunque con horquillas¡ª armonizados, ser¨¢ el momento de ¡°dotar a la Uni¨®n de un genuino poder fiscal¡± propio, como Men¨¦ndez, y otros, reclaman (¡°The Columbian journal of european law¡±, vol. 12, n¨²mero 2, 2004). As¨ª sea.
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