Te amargar¨¢n la vejez
El lindo pa¨ªs del comisario Olli Rehn es Finlandia. En alguna cosa Espa?a deber¨ªa aspirar a ser como Finlandia. En su Estado del bienestar. Finlandia invierte en sus pensiones el 12% de su PIB, m¨¢s que el 11,3% de la media comunitaria, mucho m¨¢s que el 10,1% de Espa?a (¡°2012-Ageingreport¡±,http://ec.europa.eu/, datos de 2010).
Y a¨²n ir¨¢ a m¨¢s. Hasta 2030, Finlandia aumentar¨¢ el peso de las pensiones en su econom¨ªa hasta 3,4 puntos m¨¢s de PIB; casi tres veces m¨¢s que la media de la OCDE (1,2 puntos) y ?ocho veces largas! m¨¢s que Espa?a (cuatro d¨¦cimas), seg¨²n revel¨® ayer el Informe de Perspectiva Econ¨®mica de la OCDE (en www.elpais.es, p¨¢gina 212).
Y sin embargo, el comisario impele a Espa?a a bajar el gasto en pensiones, algo m¨¢s discutible que su sensata conseja de afrontar una reforma fiscal integral.
?Discutible? Al menos de la manera en que se est¨¢ traduciendo el mensaje. Veamos. Hay algo indiscutible: el sistema de pensiones encara un doble tsunami, econ¨®mico y demogr¨¢fico. La recesi¨®n reduce el n¨²mero de cotizantes; las pensiones de los nuevos jubilados son m¨¢s altas que las de generaciones anteriores; aumentan las prejubilaciones a causa de los ERE... El tsunami se resume en dos cifras: 11.000 y 1,97.
Once mil. Por vez primera en muchos a?os, la Seguridad Social exhibi¨® en 2012 un serio d¨¦ficit, de 11.000 millones, que el Gobierno sac¨® del Fondo de Reserva (7.000) y de las mutuas (4.000). Y 1,97 es el n¨²mero de cotizantes cuyas contribuciones financian a cada pensionista. El m¨¢ximo fue de 2,53, en 2007. Un sistema se considera sostenible cuando al menos 2,1 cotizantes sostienen a un pensionista.
Lleg¨® el profesor Franz de Copenhague: bajar las pensiones seg¨²n baje el saldo presupuestario
Pero atenci¨®n, aqu¨ª el factor del ciclo pesa mucho, la crisis es mucho peor. No puede decirse que Espa?a dedique demasiado dinero a su tercera edad, porque no es cierto. La media de los pa¨ªses europeos en ese gasto es un punto superior a la espa?ola. Y en los pa¨ªses m¨¢s similares, muy muy superior, en la mitad: 14,6 puntos en Francia, 15,3 en Italia, por los 10,1 puntos espa?oles. Y no tenemos noticia de que esos pa¨ªses afronten ning¨²n ultim¨¢tum. Y eso que en Italia no hay tope en la cuant¨ªa de la pensi¨®n (en Espa?a es de 2.548 euros mensuales brutos), que hasta ahora ha equivalido al 80% del ¨²ltimo sueldo. Y no hay incompatibilidad entre varias pensiones, como emblematiza el sutil Giuliano Amato, que cobra como exprofesor, exdiputado y exministro. En Francia, el techo es del 70%.
Si urge una profunda reforma de las pensiones, h¨¢gase en un marco europeo. Que toque a todos, y no para ¡°sujetar¡± a un pa¨ªs concreto. Como ocurri¨® en 2011, cuando muchos elevaron la edad de jubilaci¨®n. De forma que la edad media de retiro efectivo ser¨¢ en 2020 de 63,5 a?os, y en todos los pa¨ªses, salvo en Luxemburgo, superior a 61 a?os. Basta ya de dar bazas a quienes nos presentan a Europa como a una antip¨¢tica se?orita Rotenmeier.
Mientras tanto eso ¡ªtampoco¡ª sucede, al menos hay que retocar el sistema, para evitar que capote, aunque a¨²n le quedan unas reservas de 63.008 millones, el 5,93% del PIB. Las recetas convencionales se resumen en una, rebajar la cuant¨ªa de las pensiones, el pensionazo: romper el compromiso de aumentarlas seg¨²n el IPC, ampliar el periodo de cotizaci¨®n para tener derecho a la prestaci¨®n entera, adelantar el aplazamiento de la jubilaci¨®n a los 67 a?os. Todo eso supone meter mano a los bolsillos de los pensionistas. Algunas ideas nuevas, como dos de las generadas en la Comisi¨®n presidida por V¨ªctor P¨¦rez D¨ªaz, son peregrinas: indexar las pensiones a las disponibilidades presupuestarias es reducirlas a una pol¨ªtica residual, de contables y manguitos. Limitarlas por arriba al IPC en tiempos de bonanza sin fijar topes por abajo es una cl¨¢usula-techo cuya inequidad recuerda las cl¨¢usulas-suelo de las hipotecas.
El razonamiento ha de ser inverso: ?queremos pensiones dignas? Si es as¨ª, para que sean sostenibles puede hacerse algo m¨¢s que bajarlas, mecanismo apto incluso para el profesor Franz de Copenhague. Pueden aumentarse las cotizaciones sociales. Aunque su nivel es alto (la m¨¢xima es del 28,3%), lo que penaliza el empleo, se pueden arbitrar recursos fiscales que las reemplacen en parte: hay un margen de ocho puntos hasta igualar la presi¨®n fiscal comunitaria media. Pues eso, una reforma fiscal integral. O eso, o te amargar¨¢n la vejez.
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