Un nuevo paradigma y el nuevo rol de la empresa
La sostenibilidad global se asienta en una aut¨¦ntica revoluci¨®n de valores
Con el nuevo siglo se ha ido gestando un nuevo paradigma. Se trata de la sostenibilidad global, que podr¨ªa ser definida concisamente como un solo Planeta, una Humanidad sin exclusiones. Es el paradigma que puede dar nuevo significado a las formulaciones de justicia social tradicionales, est¨¦n basadas en la lucha de clases, en la redistribuci¨®n y el Estado de bienestar o en el liberalismo progresista.
Su gestaci¨®n se asienta en una aut¨¦ntica revoluci¨®n de valores.
Cientos de miles de organizaciones no gubernamentales aportan hoy una conciencia cr¨ªtica respecto a la globalizaci¨®n tal y como se ha desarrollado, tanto en el plano ecol¨®gico como en el social.
Las nuevas generaciones, los nativos digitales, suscriben, directa o indirectamente, estos valores. Una gran parte de la juventud se siente m¨¢s identificada con la cooperaci¨®n que con la competici¨®n y tiene una pronunciada aversi¨®n moral al capitalismo, apoya la sostenibilidad como estilo de vida y siente que la pol¨ªtica nacional le es mucho m¨¢s remota que el universo sin fronteras en el que se relaciona, colabora o crea cada d¨ªa a trav¨¦s de Internet.
Las empresas han comenzado a incluir, al menos como discurso, las fronteras de la sostenibilidad. Este movimiento irrumpi¨® en el a?o 2000, con iniciativas como el Pacto Global de Naciones Unidas o el Consejo Mundial para el Desarrollo Sostenible, y se desarroll¨® bajo el nombre de Responsabilidad Social Corporativa (RSC).
El potencial de innovaci¨®n de la empresa puede contribuir a formar
Incluso las religiones van abrazando esta aproximaci¨®n a la realidad. Desde el Informe de la Compa?¨ªa de Jes¨²s Sanando un mundo roto, pasando por la exhibici¨®n novedosa y valiente de valores de inclusi¨®n y lucha contra la pobreza del nuevo Papa Francisco, o el rescate chino de los valores de Confucio para la construcci¨®n de una sociedad harmoniosa, as¨ª lo indican.
Pero los valores no caen del cielo: surgen, no sin gran lucha, porque la nueva realidad los demanda. Y la realidad ha cambiado tanto en pocos a?os que m¨¢s que una ¨¦poca de cambios, vivimos un cambio de ¨¦poca propiciado por cuatro macrotendencias:
En primer lugar, el poder se ha fragmentado: los Estado-naci¨®n pierden eficacia ante problemas que solamente pueden resolverse a escala supranacional. El poder pol¨ªtico tambi¨¦n se ha fragmentado geogr¨¢ficamente (del G-8 al G-20 en apenas cinco a?os); en paralelo, las empresas globales han ganado poder. El ciudadano, a trav¨¦s de las redes sociales, ha aumentado su poder blando de (des)legitimaci¨®n de la pol¨ªtica o la econom¨ªa y crea estados colectivos de conciencia o se moviliza de modo masivo.
En segundo lugar, existe evidencia creciente sobre la necesidad de gestionar de modo inteligente e incluyente los recursos naturales mundiales. El agua, los alimentos, la energ¨ªa y el clima reclaman, frente al aumento de la poblaci¨®n humana, su concentraci¨®n urbana y el advenimiento de cientos de millones de ciudadanos a las clases medias, una gobernanza global mucho m¨¢s inteligente en el acceso a esos cuatro pilares del crecimiento humano.
En tercer lugar, las innovaciones tecnol¨®gicas disruptivas, desde el Internet m¨®vil, pasando por el Internet de las cosas, la tecnolog¨ªa en la nube, la rob¨®tica avanzada, los veh¨ªculos aut¨®nomos, la nueva generaci¨®n gen¨®mica, el almacenamiento de energ¨ªa, la impresi¨®n en 3D, los nuevos materiales como el grafeno, hasta las energ¨ªas renovables y el sector de clean-tech est¨¢n produciendo ya transformaciones radicales en la estructura econ¨®mica y social.
En cuarto lugar, vivimos en un constante estado de contradicci¨®n, lo cual es l¨®gico porque nunca ha habido una gran transici¨®n que no haya experimentado un aumento significativo de la tensi¨®n entre lo viejo y lo nuevo. La crisis econ¨®mica y financiera, con su paso prolongado, cansino y cruel est¨¢ en abierta contradicci¨®n con las nuevas tendencias. Mientras que los valores de inclusi¨®n se afirman, la exclusi¨®n se hace cada vez m¨¢s sangrante; mientras que sabemos que la amenaza del cambio clim¨¢tico podr¨ªa ser neutralizada y revertida, las emisiones a la atm¨®sfera no disminuyen de manera significativa; y al tiempo que la econom¨ªa y la empresa se rige cada vez m¨¢s por la innovaci¨®n, la desconexi¨®n entre el mundo financiero y la econom¨ªa real sigue existiendo.
La transici¨®n hacia un nuevo paradigma va a acelerarse en el horizonte del a?o 2015, con el espaldarazo internacional a los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible, hoy en construcci¨®n en el marco de Naciones Unidas: unos objetivos relevantes para todos y en todo el planeta.
La llegada de este nuevo paradigma tiene muchas implicaciones en los campos de la pol¨ªtica o las instituciones internacionales, pero aqu¨ª esbozar¨¦ algunas respecto a la empresa.
Durante los ¨²ltimos a?os, el campo de la responsabilidad social corporativa (RSC) ha atravesado un aut¨¦ntico examen de conciencia.
Ciertamente, durante la primera d¨¦cada de este siglo, el desarrollo de la RSE fue imparable. La pr¨¢ctica institucionalizada de la sostenibilidad corporativa se introdujo en casi todas las grandes empresas. Al parecer, en 10 o 12 a?os la sostenibilidad corporativa hab¨ªa ganado la batalla de las ideas. Sin embargo, su impacto sobre el comportamiento real de las empresas ha sido menor de lo previsto. En la mayor¨ªa de las empresas no ha logrado penetrar en el coraz¨®n del modelo de negocio, y se ha quedado en su periferia. La crisis ha puesto de manifiesto la escasa repercusi¨®n que las pr¨¢cticas de sostenibilidad de las empresas han tenido a la hora de paliar los problemas sociales causados por el desempleo, la disminuci¨®n de los ingresos familiares o los desahucios forzados.
Este impacto insuficiente est¨¢ relacionado con el estrecho concepto de sostenibilidad corporativa empleado hasta ahora. El concepto ha estado muy sesgado hacia la gesti¨®n del riesgo ¡ªel riesgo inherente a la empresa cuando no toma en cuenta sus impactos sociales y medioambientales.
Necesitamos un nuevo desarrollo que sin renunciar a la prevenci¨®n de las conductas irresponsables de la empresa, tambi¨¦n aborde el terreno positivo de las oportunidades existentes para la creaci¨®n de valor para empresa y sociedad.
Este nuevo desarrollo ya se ha puesto en marcha. Hoy se est¨¢ produciendo una convergencia de los conceptos de innovaci¨®n social y sostenibilidad corporativa. La idea detr¨¢s de estos nuevos enfoques de innovaci¨®n-basada-en-la-sostenibilidad es conectar el potencial empresarial para la innovaci¨®n con criterios de sostenibilidad, dise?ando soluciones que redunden en un mayor valor para la empresa y produzcan al mismo tiempo un impacto positivo en la sociedad atendiendo a necesidades no satisfechas. Pero, para no caer en banalidades, hay que responder a la pregunta de ?cu¨¢les son esas necesidades no satisfechas? Y es aqu¨ª donde conectan los nuevos horizontes de la empresa con el paradigma que antes mencionaba: la empresa puede contribuir con su potencial formidable de innovaci¨®n a la reconstrucci¨®n de un mundo sostenible en t¨¦rminos de la energ¨ªa, el agua, los sistemas alimentarios, industriales, urban¨ªsticos o de transporte, y de un mundo incluyente donde todos tengan acceso a los bienes p¨²blicos b¨¢sicos.
Este nuevo papel de la empresa, consistente con un nuevo paradigma reclamado por unos nuevos valores y una nueva realidad, es inevitable, ir¨¢ ocurriendo. Y como antes dec¨ªa, el lanzamiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, una especie de programa de acci¨®n universalmente aceptado que especifique con claridad los objetivos a lograr para hacer del mundo un lugar sostenible e integrado, acelerar¨¢ el proceso.
Manuel Escudero es director general de Deusto Business School y asesor Especial de Naciones Unidas para PRME.
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