Balances rigurosamente vigilados
El 23 de febrero de 1983, d¨ªa de la expropiaci¨®n de Rumasa, Lehman Brothers iniciaba la colocaci¨®n de la segunda emisi¨®n de bonos que el Tesoro espa?ol realizaba en los mercados exteriores de capitales. Ni Rumasa ni Lehman Brothers existen ya, pero en los 25 a?os transcurridos entre la desaparici¨®n de uno y otro no dejaron de producirse otros accidentes financieros de gran calibre, a raz¨®n de al menos uno cada cinco a?os: el crash de la Bolsa de Nueva York en 1987; la crisis del sistema monetario europeo en 1992/1993; la quiebra de los pa¨ªses emergentes en 1997/1998; el estallido de la burbuja tecnol¨®gica en 2000/2002 y la cuasi quiebra del sistema financiero mundial en 2008. Tras la crisis de la zona euro entre 2010 y 2012 solo queda preguntarse qu¨¦ es lo que deparar¨¢ el destino para el quinquenio 2013-2018, y si las lecciones aprendidas de los acontecimientos recientes permitir¨¢n evitar que otra crisis de esas caracter¨ªsticas vuelva a producirse.
Hace cinco a?os el diagn¨®stico de lo que estaba sucediendo en el sistema financiero internacional resultaba relativamente f¨¢cil de hacer: demasiado dinero en busca de muy pocos activos rentables y demasiado endeudamiento para poder disputarse esos activos, en un mundo en que cada unidad adicional de deuda daba un rendimiento progresivamente menor.
El que hubiera demasiado capital acumulado y dif¨ªcil de rentabilizar termin¨® provocando que se realizaran inversiones cada vez m¨¢s arriesgadas.
En la cuasi quiebra del sistema jugaron un papel muy importante los llamados veh¨ªculos fuera del balance de los bancos, poco o nada regulados por las autoridades, y su h¨¢bito de endeudarse a corto plazo para invertir a largo plazo. Muchos de esos veh¨ªculos fueron promovidos por los grandes bancos norteamericanos y europeos y cuando el miedo cundi¨® en los mercados fueron incapaces de renovar esa financiaci¨®n al ritmo en que el endeudamiento a corto plazo iba venciendo, lo que provoc¨® su ca¨ªda y, con ella, la de los bancos promotores.
El diagn¨®stico que podr¨ªa hacerse de la situaci¨®n actual es asombrosamente parecido: ¡°Demasiado dinero¡¡±. Seg¨²n McKinsey, los activos financieros acumulados mundialmente equivalen a 198 billones de d¨®lares. Y deuda, mucha deuda: las medidas monetarias y fiscales puestas en marcha por las autoridades de todo el mundo para contener la crisis han provocado que una parte importante de lo que en 2008 era endeudamiento privado se haya convertido en endeudamiento p¨²blico. Y que una parte de esa deuda haya terminado en el balance de los bancos centrales de manera directa, como es el caso de la Reserva Federal o, de manera indirecta, en el balance del BCE: cada uno de ellos ha hecho crecer (o est¨¢ a punto de hacerlo) el tama?o de su balance desde medio bill¨®n hasta cuatro billones de d¨®lares.
Todo esto podr¨ªa llevar a la conclusi¨®n de que no se ha aprendido nada y de que tampoco se han tomado medidas para evitar que lo de 2008 vuelva a suceder. Pero eso solo es as¨ª en parte.
Tanto en Europa como en EE UU se ha avanzado mucho en la toma de medidas para hacer m¨¢s estables a los que se consideran bancos demasiado grandes para dejarlos caer. Un buen ejemplo de lo legislado hasta ahora es la llamada ley Volcker, aprobada en EE UU, que proh¨ªbe a los bancos con dep¨®sitos de clientes continuar con alguna de las actividades m¨¢s peligrosas de compraventa que realizaban por cuenta propia en los mercados financieros. Pero esa medida estabilizadora se ve en buena parte anulada por el hecho de que ya la mitad de esas actividades se est¨¢n llevando a cabo desde lo que se llama banca en la sombra, por lo que el peligro se ha transformado, pero no desaparecido.
Entre los resultados tangibles de los buenos prop¨®sitos realizados por los pa¨ªses del G20 tras el episodio de Lehman Brothers est¨¢ el acorralamiento progresivo de los para¨ªsos fiscales o la aplicaci¨®n de la Tasa Tobin por algunos pa¨ªses europeos como Francia o Italia. Tambi¨¦n la exigencia de que los bancos se doten de m¨¢s recursos propios.
Otra ense?anza de la crisis es que ninguna de las recetas formuladas por las diferentes escuelas econ¨®micas funciona en todo tiempo y lugar, y que es el pragmatismo de los Gobiernos el que ha permitido que, combin¨¢ndolas, la crisis no se haya convertido en algo mucho peor.
Una crisis que era esencialmente de exceso de deuda se ha combatido, por tanto, con m¨¢s deuda, evidenci¨¢ndose una vez m¨¢s que sin deuda no hay crecimiento y que sin crecimiento ser¨¢ imposible pagar las deudas. Algo que deja a la econom¨ªa mundial en una situaci¨®n extremadamente vulnerable ante cualquier accidente financiero futuro. Aunque no sea propio de las crisis financieras el que los segundos o terceros estallidos tengan la virulencia de los primeros.
Como siempre, la soluci¨®n vendr¨¢ por una combinaci¨®n de inflaci¨®n y crecimiento junto con nueva normativa que intente acotar los riesgos en el sistema. Aunque la realidad se saltar¨¢ cualquier intento de control trazado con tiral¨ªneas. Y vuelta a empezar. La quiebra de Lehman Brothers estaba anunciada desde mucho antes de que sucediera. Todas las horas hieren; la ¨²ltima mata. J
Juan Ignacio Crespo es estad¨ªstico del Estado y autor del libro Las dos pr¨®ximas recesiones (Deusto).
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