Las condiciones de la recuperaci¨®n
Hay un acuerdo muy amplio entre los analistas sobre el a?orado final de la recesi¨®n y el inicio, lento, de la recuperaci¨®n. Seg¨²n todos los indicios, el trimestre que acaba de terminar ser¨¢ positivo (se habla de un crecimiento del PIB de una o dos d¨¦cimas sobre el trimestre anterior) y se aventura que algo parecido podr¨ªa suceder en los tres ¨²ltimos meses del a?o.
Hasta donde alcanzan las previsiones, el crecimiento ser¨¢ muy modesto. La demanda interna seguir¨¢ cayendo. Hay razones claras que lo explican: el ajuste presupuestario hace que tanto el consumo como la inversi¨®n p¨²blica desciendan, y el consumo privado permanecer¨¢ estancado o caer¨¢ ligeramente arrastrado por una renta disponible de las familias duramente afectada por los despidos. Caer¨¢ la inversi¨®n en construcci¨®n residencial, sobre la que pesan los centenares de miles de viviendas sin vender. Solo se salvar¨¢ la inversi¨®n en bienes de equipo si prosiguen las tendencias actuales. Afortunadamente, el empuje del sector exterior llevar¨¢ a un excedente en la balanza por cuenta corriente, lo que, a su vez, permitir¨¢ avanzar en el desendeudamiento de nuestra econom¨ªa.
El crecimiento de la inversi¨®n de las empresas es esencial para que se mantengan en el futuro los incrementos de productividad de los ¨²ltimos a?os. Hay que tener en cuenta que esos aumentos se han conseguido en gran medida gracias a la contenci¨®n de los costes laborales, obtenida a su vez m¨¢s que por la moderaci¨®n de los salarios, al menos hasta fechas muy recientes, por una fuerte reducci¨®n del empleo. El relevo por parte de la inversi¨®n en bienes de equipo es la ¨²nica forma de mantener lo ya adquirido y lograr al fin algo que casi siempre ha sido la excepci¨®n, y no la regla, en nuestra historia econ¨®mica reciente: crecer de manera sostenida sin incurrir en fuertes desequilibrios del sector exterior.
Conviene pues explorar las condiciones para que la inversi¨®n de las empresas se consolide y aumente regularmente. Para que ello suceda es necesario que se cumplan una serie de condiciones, entre las que cabe destacar el que se mantenga la capacidad de generar beneficios, que haya perspectivas de crecimiento de la demanda, interna o externa, y que se mantenga abierto el acceso al cr¨¦dito y a la investigaci¨®n.
A veces se obvia que las peque?as empresas han sufrido m¨¢s la crisis que las medianas y las grandes
Por lo que se refiere a los beneficios, los datos de la Contabilidad Nacional indican un aumento regular hasta 2008, una ca¨ªda desde ese a?o hasta 2010 y una recuperaci¨®n en 2011 y 2012. La evoluci¨®n de la masa salarial en las empresas fue paralela hasta 2010, pero divergi¨® despu¨¦s. Los impuestos sobre la producci¨®n tuvieron una evoluci¨®n diferente, aunque con tendencia a disminuir en los ¨²ltimos a?os, si bien en 2010 subieron fuertemente. Si dividimos el periodo 2000-2012 en dos partes, hasta 2008 y desde 2008 hasta 2012, podemos constatar que a partir de 2008, en promedio, tanto el excedente empresarial como la masa salarial aumentaron su participaci¨®n en el PIB a costa de los impuestos, lo cual probablemente contribuy¨® a frenar la ca¨ªda de la demanda o, si se quiere, a aliviar las consecuencias del ajuste de la econom¨ªa.
Los datos de la Central de Balances del Banco de Espa?a confirman algo que suele darse por sabido, pero que siempre es bueno comprobar con cifras: las peque?as empresas han sufrido m¨¢s la crisis que las medianas y las grandes y se han visto desfavorecidas a la hora de obtener recursos financieros.
Los ¨²ltimos datos de la evoluci¨®n del cr¨¦dito a las empresas indican una fuerte ca¨ªda, del orden del 6%, en relaci¨®n con el pasado a?o. Es cierto que la propia escasez del cr¨¦dito hace que las empresas intenten acudir a fuentes de financiaci¨®n alternativas, pero no todas pueden hacerlo. La disponibilidad del cr¨¦dito seguir¨¢ siendo un elemento indispensable para la recuperaci¨®n en los pr¨®ximos meses. Desde esta perspectiva, es fundamental concluir cuanto antes el saneamiento de las entidades de cr¨¦dito, especialmente de las cajas de ahorros. Hay, sin embargo, un problema de fondo: en el camino emprendido de fortalecimiento de los balances bancarios en los pa¨ªses avanzados para evitar posibles crisis financieras se exige un fuerte incremento de los fondos propios de los bancos, lo que, dadas las dificultades que encuentran a la hora de recurrir a los mercados, obliga a muchas entidades a reducir el cr¨¦dito, m¨¢xime si se tiene en cuenta el elevado nivel de morosidad que inevitablemente acompa?a a la crisis.
Es un problema dif¨ªcil que no puede resolverse de la noche a la ma?ana. Las conversaciones que actualmente tienen lugar con la Autoridad Bancaria Europea para que las entidades financieras radicadas en Espa?a puedan utilizar como capital los llamados activos fiscales diferidos revisten una gran importancia, de manera muy especial para las cajas de ahorros. La cifra en discusi¨®n asciende a unos 50.000 millones de euros.
Cualquier complacencia sobre competitividad a medio y largo plazo est¨¢ fuera de lugar
Hay muchas otras cuestiones que es preciso abordar para conseguir que el nivel de competitividad alcanzado se mantenga sin necesidad de reducir a¨²n m¨¢s el empleo y poder con ello crecer equilibradamente. Se ha insistido mucho, con raz¨®n, en la necesidad de aumentar los recursos destinados a investigaci¨®n y desarrollo. En las comparaciones internacionales, la estructura y los ratios de las empresas espa?olas no son muy distintos de los de las alemanas, francesas o italianas, pero en estas comparaciones no suele incluirse el nivel tecnol¨®gico: es ah¨ª donde reside nuestra principal debilidad.
Por otra parte, en nuestra econom¨ªa las peque?as empresas tienen un peso excesivo y faltan empresas medianas y grandes que suelen ser las que m¨¢s exportan y las que mejor pueden poner en pr¨¢ctica pol¨ªticas de innovaci¨®n en todos los terrenos. Es por ello importante ayudar a que las peque?as empresas crezcan y se transformen en medianas y grandes, pero cabe preguntarse si se est¨¢ haciendo todo lo que se podr¨ªa hacer en este ¨¢mbito. Y lo mismo puede decirse de las trabas administrativas: ?cu¨¢nto habr¨¢ que esperar para que el silencio positivo en las relaciones con la Administraci¨®n se generalice? Por no hablar de la formaci¨®n profesional y del resto de la ense?anza en todos sus niveles.
Ni se puede arreglar todo de un plumazo ni ser¨ªa justo decir que no se est¨¦ haciendo nada para resolver los problemas que aquejan a las empresas. Pero s¨ª puede decirse que cualquier complacencia en materia de competitividad a medio y largo plazo est¨¢ fuera de lugar. El precio pagado por lo que se ha conseguido ha sido muy elevado: ser¨ªa irresponsable no plantearse c¨®mo continuar el camino emprendido sabiendo que si queremos emular a los pa¨ªses que mejor han sabido enfrentarse con la crisis, a¨²n nos queda mucho por hacer.
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