?Una depresi¨®n permanente?
Cuando se pasa alg¨²n tiempo con los funcionarios de la administraci¨®n monetaria, una palabra que se oye con frecuencia es ¡°normalizaci¨®n¡±. Muchos de ellos, no todos, aceptan que no es momento de taca?er¨ªas, y que en estos tiempos el cr¨¦dito debe ser accesible y las tasas de inter¨¦s, bajas. No obstante, los hombres de negro esperan impacientes el d¨ªa en que podr¨¢n volver a su actividad normal y aguar la fiesta en cuanto empiece. Pero ?y si el mundo en el que vivimos desde hace cinco a?os fuese la nueva normalidad? ?Y si las condiciones de cuasi depresi¨®n van camino de mantenerse, no uno o dos a?os m¨¢s, sino d¨¦cadas?
Se podr¨ªa pensar que esta clase de especulaciones son propias de un grupo marginal de radicales. Radicales, no hay duda; pero que son un grupo marginal, no tanto. Algunos economistas llevan tiempo coqueteando con este tipo de ideas, que ahora se han generalizado. De hecho, hace poco, en la m¨¢s respetable de las sedes, la gran conferencia anual de investigaci¨®n del Fondo Monetario Internacional (FMI), se defend¨ªa con insistencia el argumento de la ¡°estanflaci¨®n secular¡±, un estado duradero en el que la depresi¨®n econ¨®mica ser¨ªa la norma, con episodios de pleno empleo escasos y distanciados entre s¨ª. Y la persona que defend¨ªa el argumento no era otro que Larry Summers. S¨ª, ese Larry Summers.
Y si Summers tiene raz¨®n, todo lo que la gente respetable ha estado diciendo sobre pol¨ªtica econ¨®mica es err¨®neo, y seguir¨¢ si¨¦ndolo durante mucho tiempo. Summers comenz¨® con una cuesti¨®n que deber¨ªa ser obvia, pero que muchas veces se pasa por alto: la crisis financiera que dio origen a la Gran Recesi¨®n ya ha quedado muy atr¨¢s. De hecho, seg¨²n muchos criterios, acab¨® hace m¨¢s de cuatro a?os. Sin embargo, la econom¨ªa sigue deprimida.
La econom¨ªa solo se aproxima al pleno empleo cuando hay burbujas que la mantienen a flote
Acto seguido hizo un comentario relacionado con el anterior: antes de la crisis ten¨ªamos una enorme burbuja inmobiliaria y de endeudamiento. Pero incluso con esa gigantesca burbuja estimulando el gasto, la econom¨ªa solo funcionaba a medio gas: el mercado de trabajo estaba bien, pero no era magn¨ªfico, y la expansi¨®n no lleg¨® a ser lo bastante potente como para producir una presi¨®n inflacionaria significativa. Summers prosigui¨® extrayendo una ense?anza digna de menci¨®n: insinu¨® que tenemos una econom¨ªa cuyo estado normal es de una demanda inadecuada ¡ªcuando menos, de una ligera depresi¨®n¡ª y que solo se aproxima al pleno empleo cuando hay burbujas que la mantienen a flote.
Yo a?adir¨ªa algo m¨¢s. Consideremos la relaci¨®n entre el endeudamiento de los hogares y su renta. Entre 1960 y 1985 fue m¨¢s o menos estable, pero entre 1985 y 2007, a?o del estallido de la crisis, aument¨® de forma r¨¢pida e imparable. Pero incluso con los hogares endeud¨¢ndose cada vez m¨¢s, los resultados econ¨®micos del periodo fueron mediocres en el mejor de los casos, y la demanda no mostr¨® ning¨²n indicio de ir por delante de la oferta. Si miramos hacia el futuro, est¨¢ claro que no podemos volver a la ¨¦poca en la que el endeudamiento crec¨ªa sin parar. Eso significa que la demanda de los consumidores es m¨¢s d¨¦bil, y sin esa demanda ?c¨®mo se supone que vamos a volver al pleno empleo? De nuevo, las pruebas hacen pensar que el estado normal de nuestra econom¨ªa es de una ligera depresi¨®n en la que los breves episodios de prosperidad se dan solo gracias a las burbujas y al cr¨¦dito insostenible.
El dinero f¨¢cil deber¨ªa quedarse con nosotros mucho tiempo y probablemente lo har¨¢
?Cu¨¢l podr¨ªa ser la causa? Una respuesta posible ser¨ªa la ralentizaci¨®n del crecimiento demogr¨¢fico. Una poblaci¨®n que crece genera demanda de nuevas casas, de oficinas, y as¨ª sucesivamente. Cuando el crecimiento se frena, la demanda cae. En EE UU, la poblaci¨®n en edad de trabajar aument¨® r¨¢pidamente en las d¨¦cadas de 1960 y 1970, cuando los hijos del baby boom se hicieron mayores, y su fuerza de trabajo se vio engrosada a¨²n m¨¢s deprisa con la incorporaci¨®n de la mujer al mercado laboral. Pero todo eso ya ha quedado atr¨¢s, y las consecuencias est¨¢n a la vista: ni siquiera en el punto ¨¢lgido de la burbuja inmobiliaria se constru¨ªa tanto como en los a?os setenta. Otro factor de peso puede ser el pertinaz d¨¦ficit comercial, que apareci¨® en los a?os ochenta y que desde entonces ha fluctuado pero nunca ha desaparecido.
?Por qu¨¦ es importante todo esto? Una respuesta es que los bancos centrales tienen que dejar de hablar de ¡°estrategias de salida¡±. El dinero f¨¢cil deber¨ªa quedarse con nosotros mucho tiempo, y probablemente lo har¨¢. A su vez, podemos olvidarnos de las historias de terror acerca de la deuda p¨²blica, que vienen a decir que ¡°puede que ahora no sea un problema, pero esperad a que suban los tipos de inter¨¦s¡±.
En un sentido m¨¢s amplio, si nuestra econom¨ªa tiende persistentemente a la depresi¨®n, viviremos mucho tiempo seg¨²n las reglas invertidas de la econom¨ªa deprimida, donde la virtud es vicio y la prudencia, insensatez, y donde los esfuerzos por ahorrar m¨¢s (incluidos los intentos de reducir los d¨¦ficits presupuestarios) son perjudiciales para todos.
Ya s¨¦ que mucha gente aborrece este discurso. Ofende a su sentido de lo correcto, o para ser exactos, de la moralidad. Se supone que la econom¨ªa consiste en tomar decisiones dif¨ªciles (a costa de los dem¨¢s, naturalmente), y no en convencer a la gente de gastar m¨¢s. Pero, como dec¨ªa Summers, la crisis ¡°no habr¨¢ acabado hasta que haya acabado¡± y la realidad econ¨®mica es la que es. Y, al parecer, en este momento, es una realidad en la que las reglas de la depresi¨®n regir¨¢n a¨²n mucho tiempo.
Paul Krugman es profesor de Econom¨ªa de Princeton y premio Nobel de 2008
? New York Times 2013
Traducci¨®n de News Clips.
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