El largo corto plazo
Desde los a?os noventa, Jap¨®n ofrece evidencias de que el corto plazo puede durar d¨¦cadas
Antes de 2008 ense?aba a mis estudiantes que la econom¨ªa de Estados Unidos era flexible. Ten¨ªa empleadores dispuestos a arriesgarse y contratar trabajadores desempleados que ser¨ªan productivos, y ten¨ªan empleados dispuestos a aprovechar la oportunidad, o intentar algo nuevo a fin de conseguir un empleo. Mientras los empleadores y trabajadores emprendedores se arriesgaran, la oferta crear¨ªa su propia demanda.
S¨ª, yo sol¨ªa se?alar que las sacudidas adversas al gasto en efecto podr¨ªan crear desempleo masivo y capacidad no utilizada, pero sus efectos se limitar¨ªan a uno, dos o m¨¢ximo tres a?os. Y cada a?o, una vez terminada la desaceleraci¨®n inicial, la econom¨ªa estadounidense recuperar¨ªa aproximadamente un 40% del terreno entre su situaci¨®n actual y su potencial de pleno empleo.
La duraci¨®n del corto plazo keynesiano (y monetarista) dec¨ªa yo que era de cero a dos a?os. Cuando se analizaban eventos en un horizonte de tres a siete a?os, uno pod¨ªa asumir sin duda un modelo cl¨¢sico: la econom¨ªa regresar¨ªa al pleno empleo, mientras que los cambios en pol¨ªtica y en el entorno econ¨®mico alterar¨ªan la distribuci¨®n, pero no el nivel del gasto, la producci¨®n y el empleo. M¨¢s all¨¢ de siete a?os era la esfera del crecimiento econ¨®mico y las instituciones econ¨®micas.
Ahora se ha revelado que todo esto est¨¢ mal, al menos por ahora, si no es que en el pasado o el futuro. Desde principios de los a?os noventa, Jap¨®n ofrece evidencias contundentes de que el corto plazo puede durar d¨¦cadas y luego vendr¨ªa no un retorno a la vieja normalidad sino una transici¨®n hacia una nueva normalidad en la que una nueva depresi¨®n de corto plazo keynesiano tiene consecuencias duraderas. Lo que hemos visto desde 2008 es que Jap¨®n no es la excepci¨®n.
Hasta que aumente la tasa de inter¨¦s natural, estaremos estancados en una econom¨ªa en recesi¨®n
El marco obligado para analizar estas cuestiones es uno muy viejo: el marco de Geldzins und Guterpreis (¡°Inter¨¦s y precios¡±) de Knut Wicksell que trata de la tasa de inter¨¦s natural y la de mercado. El argumento es que en cualquier econom¨ªa hay una tasa de inter¨¦s de mercado determinada por el sistema financiero, y hay una tasa de inter¨¦s natural ¡ªel valor al que los ahorros deseados en condiciones de pleno empleo son iguales a la inversi¨®n deseada en condiciones de pleno empleo, y en el que la econom¨ªa en general no busca ni apalancamiento ni desapalancamiento¡ª.
Si la econom¨ªa en general desea un mayor apalancamiento, el resultado es un boom inflacionario. Si la econom¨ªa en general desea un desapalancamiento, lo que sigue es una depresi¨®n. Es entonces cuando debe intervenir el banco central en el sistema bancario a fin de presionar la tasa de inter¨¦s de mercado hacia la tasa de inter¨¦s natural, equilibrando as¨ª la econom¨ªa a pleno empleo sin una inflaci¨®n excesiva.
El problema ahora es que la tasa de inter¨¦s natural ¡ªes decir, la tasa de inter¨¦s nominal segura y l¨ªquida de los valores a corto plazo del Tesoro estadounidense¡ª es inferior a cero. Por ende, el banco central no puede presionar la tasa de inter¨¦s de mercado en esa direcci¨®n. Hasta que algo pase y provoque el aumento de la tasa de inter¨¦s natural, estaremos estancados en una econom¨ªa en recesi¨®n.
Algunos se?alan que el causante de esta situaci¨®n es el ahorro mundial excesivo y exigen que disminuya. Pero si estuvi¨¦ramos en periodo de pleno empleo, admitir¨ªamos que el mundo sigue teniendo enormes oportunidades de crecimiento, y que sacrificar el futuro crecimiento a cambio de bienestar actual es la segunda mejor opci¨®n.
En un mundo mejor, el debate sofisticado en una esfera p¨²blica vibrante dar¨¢ forma a la pol¨ªtica econ¨®mica
Otros se?alan que el causante es la escasez de inversi¨®n mundial debido a falta de oportunidades tecnol¨®gicas. Sin embargo, dado que este punto de vista se expresa cada vez que hay una depresi¨®n profunda, parece ser un efecto del estancamiento econ¨®mico, y no una causa de ¨¦l. Con todo, otros dicen que el problema se autocorregir¨ªa, al menos en Estados Unidos, si la meta de inflaci¨®n anual se aumentara del 2% al 5%, porque una p¨¦rdida de esa magnitud del poder adquisitivo real que acumulan en efectivo las personas inducir¨ªa la necesidad de estimular la inversi¨®n real. Yo pienso que tal vez es correcto, pero banqueros centrales anteriores como Paul Volcker y Alan Greenspan advertir¨ªan que una meta de inflaci¨®n de 5% ser¨ªa insostenible en ¨²ltima instancia. Las personas pueden estar conformes con una meta estable del 2% (que es muy baja y no se nota), pero una inflaci¨®n anual del 5% aumentar¨ªa al final al 10%, y el 10% en alg¨²n momento ir¨ªa hasta el 20%, y despu¨¦s Estados Unidos se enfrentar¨ªa a otra recesi¨®n profunda, como en 1982, o incluso alternativas m¨¢s desagradables.
Finalmente, de acuerdo con un cuarto grupo de economistas que encabeza Ricardo Caballero, del MIT, el problema es la escasez mundial de activos seguros. Este punto de vista se traduce en pol¨ªticas destinadas a movilizar la capacidad de absorci¨®n de riesgos financieros de la sociedad, y el uso del sector p¨²blico para esquivar las fuerzas del tiempo e ignorancia que inhiben la voluntad de hacer inversiones arriesgadas.
As¨ª pues, tenemos cuatro teor¨ªas, todas propugnadas por economistas inteligentes, reflexivos y muy dedicados. En un mundo mejor, el debate sofisticado en una esfera p¨²blica vibrante dar¨¢ forma a la pol¨ªtica econ¨®mica. En este mundo como es, todos somos el Jap¨®n de la primera parte de los a?os noventa y nos esperan dos o m¨¢s d¨¦cadas de crecimiento econ¨®mico perdido.
J. Bradford DeLong, exsecretario asistente del Tesoro de Estados Unidos, es profesor de Econom¨ªa de la Universidad de California, Berkeley e investigador asociado de la Oficina Nacional de investigaciones Econ¨®micas.
Traducci¨®n de Kena Nequiz
Copyright: Project Syndicate, 2013.
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