Dar por perdidos a los parados
En la pr¨¢ctica, a millones de trabajadores estadounidenses se les ha abandonado
All¨¢ por 1987, mi compa?ero de Princeton Alan Blinder publicaba un estupendo libro titulado Hard heads, soft hearts. Era, como pueden imaginar, una defensa de una pol¨ªtica econ¨®mica tenaz, pero compasiva. Por desgracia, lo que en realidad hemos conseguido ¡ªespecialmente de los republicanos, aunque no solo de ellos¡ª ha sido lo contrario. Y es dif¨ªcil encontrar un mejor ejemplo de la naturaleza despiadada y necia del actual Partido Republicano que lo que sucedi¨® la semana pasada, cuando los republicanos del Senado emplearon una vez m¨¢s el obstruccionismo para bloquear las ayudas a los parados de larga duraci¨®n.
?Qu¨¦ sabemos del paro de larga duraci¨®n en Estados Unidos?
Primero, que sigue estando casi m¨¢s alto que nunca. Hist¨®ricamente, los parados de larga duraci¨®n ¡ªlos que llevan 27 semanas o m¨¢s sin trabajo¡ª sol¨ªan representar entre el 10% y el 20% de los parados totales. Hoy la cifra asciende al 35,8%. Pero ahora hemos dejado que prescriba la ampliaci¨®n de las prestaciones por desempleo, que entr¨® en vigor en 2008. En consecuencia, hay pocos parados de larga duraci¨®n que est¨¦n recibiendo alg¨²n tipo de ayuda.
Segundo, si creen que el t¨ªpico parado estadounidense de larga duraci¨®n es una de esas personas ¡ªde color, con poca formaci¨®n, etc¨¦tera¡ª, se equivocan, seg¨²n un estudio de Josh Mitchell, del Urban Institute. La mitad de los parados de larga duraci¨®n son blancos no hispanos. Los titulados universitarios tienen menos probabilidades de quedarse sin trabajo que los trabajadores con menos formaci¨®n, pero cuando esto sucede, tienen m¨¢s probabilidades que otros de unirse a las filas de los parados de larga duraci¨®n. Y los trabajadores de m¨¢s de 45 a?os corren un mayor riesgo de pasar mucho tiempo parados.
En un mercado laboral deca¨ªdo, el paro de larga duraci¨®n tiende a perpetuarse?
Tercero, en un mercado laboral deca¨ªdo, el paro de larga duraci¨®n tiende a perpetuarse porque, en la pr¨¢ctica, los empresarios discriminan a los parados. Muchos sospechaban que esto estaba ocurriendo, y el a?o pasado, Rand Ghayad, de la Universidad Northeastern, nos ofrec¨ªa una confirmaci¨®n espectacular. Envi¨® miles de curr¨ªculos ficticios en respuesta a distintas ofertas de empleo y descubri¨® que la probabilidad de que los empresarios respondiesen se reduc¨ªa dr¨¢sticamente si el solicitante ficticio llevaba m¨¢s de seis meses sin trabajar, aunque estuviera m¨¢s cualificado que otros solicitantes.
Lo que todo esto da a entender es que los parados de larga duraci¨®n son en su mayor¨ªa v¨ªctimas de las circunstancias, estadounidenses corrientes que han tenido la mala suerte de quedarse sin trabajo (cosa que le puede suceder a cualquiera) en un momento de extraordinario debilitamiento del mercado laboral, en el que el n¨²mero de personas que buscan trabajo triplica el n¨²mero de ofertas de empleo. Una vez que eso ocurre, el propio hecho de que est¨¦n desempleadas hace muy dif¨ªcil que encuentren un nuevo trabajo.
?Y c¨®mo pueden los pol¨ªticos justificar la supresi¨®n de una peque?a ayuda econ¨®mica a sus conciudadanos m¨¢s desafortunados?
Algunos republicanos justificaban el obstruccionismo de la semana pasada recurriendo al manido argumento de que no podemos permitirnos una subida del d¨¦ficit. En realidad, los dem¨®cratas supeditaban la ampliaci¨®n de las prestaciones a unas medidas destinadas a incrementar los ingresos fiscales. Pero en cualquier caso, esta es una objeci¨®n extra?a en un momento en el que los d¨¦ficits federales no solo est¨¢n bajando, sino que claramente est¨¢n bajando demasiado deprisa, lo cual est¨¢ frenando la recuperaci¨®n econ¨®mica.
En la mayor¨ªa de los casos, sin embargo, los republicanos justifican su rechazo a ayudar a los parados afirmando que la raz¨®n por la que tenemos tanto paro de larga duraci¨®n es que la gente no se esfuerza lo suficiente por encontrar trabajo, y que la ampliaci¨®n de las prestaciones es uno de los motivos por los que no se hace ese esfuerzo.
Quienes dicen esta clase de cosas ¡ªgente como, por ejemplo, el senador Rand Paul¡ª probablemente imaginan que est¨¢n siendo tenaces y realistas. Lo cierto, sin embargo, es que est¨¢n defendiendo una fantas¨ªa que no concuerda con la realidad. Por ejemplo: si el paro est¨¢ alto porque la gente no est¨¢ dispuesta a trabajar, lo que reducir¨ªa la oferta de mano de obra, ?por qu¨¦ no suben los salarios?
Si el paro est¨¢ alto porque la gente no est¨¢ dispuesta a trabajar, ?por qu¨¦ no suben los salarios?
Pero es bien sabido que la realidad tiene un sesgo liberal. Cuanto m¨¢s falla su doctrina econ¨®mica ¡ªrecuerden que se supon¨ªa que las medidas de la Reserva Federal iban a conducirnos a una inflaci¨®n descontrolada¡ª, con m¨¢s fuerza se aferran los conservadores a dicha doctrina. M¨¢s de cinco a?os despu¨¦s de que la crisis financiera sumiese al mundo occidental en lo que cada vez se parece m¨¢s a una depresi¨®n casi permanente, y convirtiese la ortodoxia del libre mercado en un sinsentido, resulta dif¨ªcil encontrar un republicano destacado que haya cambiado de opini¨®n sobre¡ bueno, sobre lo que sea.
Y esta impermeabilidad ante la realidad va acompa?ada de una asombrosa falta de compasi¨®n.
Si siguen los debates sobre el paro, se sorprender¨¢n de lo dif¨ªcil que es encontrar a alguien del bando republicano que d¨¦ se?ales siquiera de una pizca de compasi¨®n por los parados de larga duraci¨®n. El hecho de estar parado se presenta siempre como una opci¨®n, algo que solo les sucede a los perdedores que, en el fondo, no quieren trabajar. En efecto, uno tiene a menudo la sensaci¨®n de que el desprecio por los parados es lo primero, que las supuestas justificaciones de las pol¨ªticas despiadadas son una racionalizaci¨®n a posteriori.
La consecuencia es que, en la pr¨¢ctica, a millones de estadounidenses se les ha dado por perdidos, rechazados por sus posibles empleadores y abandonados por unos pol¨ªticos cuya falta de claridad mental solo es comparable a la dureza de sus corazones.
Paul Krugman es profesor de Econom¨ªa de Princeton y premio Nobel de 2008.
? New York Times Service 2014.
Traducci¨®n de News Clips.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.