El banquero central del mundo
Estados Unidos debe asumir su papel de l¨ªder e impulsar pol¨ªticas expansivas en Europa
La Reserva Federal de Estados Unidos en estos d¨ªas est¨¢ abiertamente satisfecha con su pol¨ªtica monetaria. Pero, desde mediados de 2007, su pol¨ªtica ha sido insuficientemente expansionista. A d¨ªa de hoy, las pol¨ªticas con m¨¢s posibilidades de ¨¦xito ser¨ªan las an¨¢logas a la implementada por la Fed en 1979 y 1933, por Gran Breta?a en 1931 y, m¨¢s recientemente, por el primer ministro japon¨¦s, Shinzo Abe.
Quienes tememos que la estrategia de la Fed haya agravado profundamente el malestar general de la econom¨ªa estadounidense y est¨¦ transformando el paro c¨ªclico de Estados Unidos en un desempleo estructural, permanente a largo plazo, hemos perdido la batalla de la pol¨ªtica monetaria nacional. Pero existe otro debate sobre las pol¨ªticas que hay que tener en cuenta. La Fed no es solo el banco central de Estados Unidos; es el banco central del mundo.
El r¨¦gimen cambiario actual de Estados Unidos es un sistema de tipos de cambio flotantes ¡ªo al menos de tipos que pueden flotar. En los a?os 1950 y 1960, economistas como Milton Friedman supon¨ªan que un r¨¦gimen global de tipos de cambio flotantes ser¨ªa un r¨¦gimen en el cual los valores de las distintas monedas se mover¨ªan lenta y gradualmente, a la par de las diferencias en las tasas de inflaci¨®n y crecimiento de la productividad de la econom¨ªa.
En los a?os 1970, el economista Rudi Dornbusch (y la realidad) nos ense?aron que eso era un error: un sistema de tipos de cambio variables capitaliza las diferencias futuras que se esperan en los tipos de inter¨¦s nominales ¡ªrest¨¢ndole la inflaci¨®n¡ª en sus tasas de cambio actual. Un pa¨ªs que cambia su pol¨ªtica monetaria en relaci¨®n con Estados Unidos altera mucho sus tipos de cambio; y, en el mundo altamente globalizado de hoy, eso implica trastocar sustancialmente su sector importador y exportador. Como ning¨²n Gobierno quiere hacer eso, pr¨¢cticamente todos los Gobiernos hoy siguen a Estados Unidos a la hora de definir su pol¨ªtica monetaria, alej¨¢ndose solo coyunturalmente y con cautela.
De forma que EE UU no es una econom¨ªa m¨¢s en un mundo de econom¨ªas que siguen sus propias pol¨ªticas monetarias bajo un r¨¦gimen de tipo de cambio flexible. Estados Unidos es, m¨¢s bien, un l¨ªder supremo mundial: el banco central para todo el planeta, con la responsabilidad no solo de estabilizar la producci¨®n, el empleo y la inflaci¨®n y asegurar la estabilidad financiera en Estados Unidos, sino tambi¨¦n de administrar la econom¨ªa global en su totalidad.
Un motivo de preocupaci¨®n es la fortaleza y la estabilidad del crecimiento en los mercados emergentes, dado que al mismo tiempo intentan beneficiarse de los ingresos de capital, satisfacer las demandas de Europa y Norteam¨¦rica de mercados financieros abiertos y administrar la inestabilidad resultante generada por el ¡°dinero caliente¡± especulativo, las pr¨¢cticas de carry trade, la exuberancia irracional y los excesos en general. Los gobernadores de bancos centrales de los mercados emergentes temen a un Estados Unidos que alterne entre una pol¨ªtica expansionista, que alimenta gigantescos ingresos de dinero caliente y una espiral inflacionaria interna, y un ajuste r¨¢pido que asfixia el cr¨¦dito y causa una recesi¨®n local.
Luego est¨¢ el principal problema al que se enfrenta la econom¨ªa global hoy: la crisis de Europa y la eurozona. La creaci¨®n del euro sin una uni¨®n fiscal implic¨® que las transferencias de regiones con excedentes a regiones deficitarias no eliminar¨¢n los desequilibrios de demanda; ni siquiera los amortiguar¨¢n. El hecho de que la eurozona carezca de la flexibilidad del mercado laboral necesaria para ser una zona monetaria ¨®ptima ha implicado la lentitud glacial del ajuste a trav¨¦s de la redistribuci¨®n regional de la actividad econ¨®mica, a la vez que la p¨¦rdida de control de sus miembros en materia de pol¨ªtica monetaria ha hecho imposible el ajuste a trav¨¦s de una devaluaci¨®n nominal.
Es m¨¢s, Europa carece de las instituciones de gobernanza necesarias para elegir la manera m¨¢s f¨¢cil de gestionar el reequilibrio econ¨®mico: una inflaci¨®n moderada en el norte de Europa en lugar de la costosa deflaci¨®n y quiebra universal en el sur. El dise?o institucional de la UE amplifica las voces de aquellos intereses que reclaman pol¨ªticas que hoy han colocado a Europa en el sendero deflacionario, garantizando as¨ª d¨¦cadas perdidas durante las cuales la Uni¨®n no registrar¨¢ crecimiento y prosperidad.
Tenemos un ejemplo, de principios del siglo XX, de las consecuencias pol¨ªticas de un periodo de depresi¨®n y estancamiento econ¨®micos de estas caracter¨ªsticas. La reacci¨®n a lo que Karl Marx llamaba el ¡°cretinismo parlamentario¡± es el ascenso de movimientos que buscan, por el contrario, un l¨ªder decidido: alguien que le diga a la gente qu¨¦ hacer. Esos l¨ªderes pronto se dan cuenta de que sus soluciones no son mejores que las de los dem¨¢s y deciden que la mejor manera de mantenerse en el poder es culpando a los extranjeros de todos los problemas. En consecuencia, exaltan a la ¡°naci¨®n¡± y enfocan sus pol¨ªticas en disputas de suma cero con otros pa¨ªses y, dentro de sus propias fronteras, convirtiendo en chivos expiatorios a los ¡°extranjeros¡±.
No es bueno ni para Europa ni para Estados Unidos tener que vivir con un continente as¨ª. Una Europa democr¨¢tica, pr¨®spera y estable implica un mundo mucho mejor y m¨¢s seguro para Estados Unidos.
Aqu¨ª es cuando entra la Fed en escena. Si modificara su r¨¦gimen de pol¨ªtica monetaria para apuntar a una inflaci¨®n del 4% al a?o ¡ªo un crecimiento del PIB nominal del 6% anual¡ª, Estados Unidos pondr¨ªa en marcha un r¨¢pido reequilibrio en la eurozona. En lugar de ver la apreciaci¨®n del euro del 30% como consecuencia de la pol¨ªtica monetaria actual del BCE, los exportadores alemanes reclamar¨ªan medidas para impedir la ¡°devaluaci¨®n competitiva¡± de Estados Unidos, generando finalmente una inflaci¨®n moderada en el norte y no la costosa depresi¨®n actual en el sur.
Un mundo en el cual Estados Unidos sea demostradamente digno de la confianza exigida para desempe?ar el papel de l¨ªder econ¨®mico global es un mundo mucho mejor para EE UU que un mundo en el que no sea de fiar. Simple y llanamente, Estados Unidos debe gestionar la econom¨ªa global para el bien com¨²n colectivo. De lo contrario se enfrentar¨¢ con un mundo en el que la gesti¨®n macroecon¨®mica global sea el resultado de una carrera hacia el abismo de distintas pol¨ªticas nacionales.
Los intereses pol¨ªticos, de seguridad y, s¨ª, econ¨®micos de Estados Unidos requieren que la Fed admita que su misi¨®n en relaci¨®n con las pol¨ªticas no es concentrarse ¨²nicamente en intentar lograr y mantener un equilibrio dentro de las fronteras estadounidenses. M¨¢s bien, consiste en aceptar y desempe?ar su papel de banco central del mundo que equilibra la demanda agregada y la oferta potencial para la econom¨ªa global en su totalidad.
J. Bradford DeLong, exsubsecretario adjunto del Tesoro de Estados Unidos, es profesor de Econom¨ªa en la Universidad de California en Berkeley y socio de investigaci¨®n en la Oficina Nacional de Investigaci¨®n Econ¨®mica.
? Project Syndicate, 2014.
www.project-syndicate.org
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