¡°La Universidad se ha convertido en una f¨¢brica de certificaci¨®n¡±
Mar¨ªa Acaso, profesora de la Complutense, emplea una metodolog¨ªa disruptiva para acabar con las clases magistrales
El acceso a la facultad de Bellas Artes de la Complutense desconcierta. Tras rebasar una puerta met¨¢lica de color negro llena de grafitis, se ven varios bloques de taquillas cerradas con candados y cubiertas con todo tipo de mensajes. La atm¨®sfera es an¨¢rquica y en nada se parece a otras estancias universitarias. La expresi¨®n art¨ªstica e ideol¨®gica de los alumnos salpica tambi¨¦n las paredes del centro. Parece que el espacio est¨¢ tomado por los estudiantes. En cambio, dentro de las aulas, en las clases te¨®ricas, los chicos atienden en silencio y sentados en sus pupitres las t¨ªpicas clases magistrales habituales en otras facultades.
Muy pocos lo saben, pero en la primera planta, en el aula 116B, est¨¢ teniendo lugar una microrevoluci¨®n. En esta clase, la jerarqu¨ªa profesor-alumno no existe. Las mesas est¨¢n colocadas con las patas hacia arriba, cada uno busca su hueco y en uno de los extremos varios chavales se sirven caf¨¦ reci¨¦n hecho o preparan un t¨¦. Aqu¨ª la evaluaci¨®n no est¨¢ en el centro del proceso educativo; el conocimiento no es unidireccional y los temarios se ampl¨ªan con la suma del conocimiento de todos los presentes. La responsable de este cambio es Mar¨ªa Acaso, profesora titular de Bases did¨¢cticas para la educaci¨®n art¨ªstica, una asignatura obligatoria para los alumnos de tercero que les adentra en el universo de la docencia.
Su m¨¦todo no es improvisado. Acaso, que lleva m¨¢s de 20 a?os trabajando en la Complutense, acaba de publicar Esto no es una clase, una investigaci¨®n que le ha llevado dos a?os y en la que propone una metodolog¨ªa disruptiva que se inspira en la de universidades como la School of the Arts Institute of Chicago o la noruega National Bergen Academy of the Arts, donde realiz¨® varias estancias. El estudio de Acaso y sus colaboradores se basa en los resultados de las clases impartidas durante un cuatrimestre a dos grupos de estudiantes -61 en total- en el curso 2011-2012.
El objetivo de la docente es dar voz a los alumnos y motivarles hacia la b¨²squeda del conocimiento. ¡°La Universidad se ha convertido en una f¨¢brica de certificaci¨®n donde el aprendizaje no sucede y todo conduce a sacar una nota¡±, critica Acaso, que adem¨¢s es coordinadora de la Escuela de Educaci¨®n Disruptiva de la Fundaci¨®n Telef¨®nica. Considera que la Universidad est¨¢ desconectada del mundo real y que se basa en el academicismo del siglo XIX. ¡°Ahora el conocimiento no solo se produce en la Academia, sino en la Wikipedia, en las redes sociales y en las plataformas online¡±, defiende.
Pone un ejemplo: toca hablar del rojo en el arte y en lugar de ¡°aburrir¡± a los estudiantes con un Power Point, teclea en Google Dr¨¢cula de Bram Stoker. El debate gira en torno al uso del rojo en esa pel¨ªcula, pero a otra alumna le interesa contar su visi¨®n en la trilog¨ªa Tres colores: azul, blanco y rojo de Kieslowski.
Acaso apela a la libertad de c¨¢tedra como veh¨ªculo para la puesta en marcha de su propia metodolog¨ªa. Durante su investigaci¨®n, las paredes del aula se cubrieron con obras creadas por los alumnos. Este curso, sin embargo, la profesora se ha topado con un obst¨¢culo; la Complutense le ha prohibido que las paredes est¨¦n decoradas. Despu¨¦s de cada clase, el espacio debe quedar limpio y en orden, sin rastro de creatividad. "Es un desprop¨®sito, estamos en Bellas Artes", denuncia Acaso.
Son las cuatro de la tarde y nadie mira por la ventana o apoya su cabeza sobre las manos deseando que sean las seis para cargar su mochila y abandonar el aula. Al contrario, debaten concienzudamente sobre el sistema educativo, sobre el tipo de docencia que les gustar¨ªa impartir si finalmente deciden convertirse en profesores, un trabajo al que, seg¨²n Acaso, se acaban dedicando el 90% de los licenciados en Bellas Artes.
¡°No quiero reproducir un sistema que siempre he odiado¡±, dice uno de los estudiantes. La mayor¨ªa coincide en que la comunicaci¨®n unidireccional de profesor a alumno no es efectiva, que escuchar, tomar apuntes y despu¨¦s vomitar la informaci¨®n en forma de examen no les prepara para el mundo real ni les permite desarrollar su capacidad cr¨ªtica. ¡°Est¨¢ claro que la educaci¨®n en este pa¨ªs no ha avanzado al ritmo de la sociedad, todo se va modernizando y esto sigue igual¡±, opina otro.
¡°La clave de la educaci¨®n del futuro es el ¨ªndice de participaci¨®n. Hay que buscar experiencias que les transformen, que les empujen a emprender proyectos reales fuera de clase y no a memorizar informaci¨®n y aprobar un examen¡±, explica Acaso. Su investigaci¨®n prueba que una ense?anza ¡°horizontal¡±, en la que la voz del profesor no es m¨¢s v¨¢lida que la de los alumnos, funciona. Su principal logro es que el 50% de los alumnos asegur¨® haber tenido una experiencia transformadora.
Parte de su revoluci¨®n tambi¨¦n pasa por el mobiliario. ¡°La disposici¨®n actual de las aulas y el color verde ministerio de los muebles est¨¢ creada para el inmovilismo, para escuchar y no actuar. Los chicos desconectan en cinco minutos cuando lo que tienen que hacer es trabajar en grupos¡±. Acaso apuesta por la ruptura de la estructura cl¨¢sica del aula, con todas las mesas ordenadas en fila orientadas hacia la pizarra, para crear espacios propicios para el di¨¢logo donde los estudiantes se mueven a sus anchas y se encuentran c¨®modos.
A las seis de la tarde la clase ha terminado. "Esta asignatura es una bocada de aire fresco¡±, dice Carmen De la Paz, estudiante de 20 a?os. ¡°Aqu¨ª la disciplina te sale sola, te apetece llegar a casa y leer m¨¢s sobre los temas que hemos tratado o mirar algunos v¨ªdeos". Los alumnos vuelven a colocar las mesas y las sillas como estaban. Mar¨ªa Acaso recoge el termo, la cafetera y las tazas. Lo coloca todo en un antiguo carro y lo arrastra hacia su departamento, donde un hombre le lanza una dura mirada que parece de desaprobaci¨®n. Nadie dijo que fuese f¨¢cil liderar una microrevoluci¨®n en la ense?anza p¨²blica.
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