El ¡®estancamiento secular¡¯
Una gran sombra sobre el futuro es el prolongado crecimiento por debajo del potencial
El 10 de junio de 1930 fue un martes. A las siete de la tarde, John Maynard Keynes, tal vez el mejor economista que han visto los tiempos, comenz¨® la lectura de su conferencia Posible situaci¨®n econ¨®mica de nuestros nietos. Eran frases muy especiales, por d¨®nde se pronunciaban y por lo que contaban. Invitado el intelectual brit¨¢nico por el Comit¨¦ Hispano-Ingl¨¦s, que presid¨ªa entonces el Duque de Alba, a la Residencia de Estudiantes, su voz se escuchaba en Madrid un a?o despu¨¦s del crash de 1929. Sin embargo, para sorpresa de la audiencia, plante¨® un futuro menos incierto de lo que presagiaba la negritud de esos d¨ªas. Arremeti¨®, eso s¨ª, contra los vicios del sistema: la avaricia y la usura, y dej¨® perplejos a muchos cuando vaticin¨® que en 2030 el trabajo podr¨ªa limitarse a tres horas diarias. Sin embargo, de soslayo, advirti¨® de un fen¨®meno que entonces parec¨ªa inconcebible: el ¡°paro tecnol¨®gico¡±.
A comienzos de los a?os 30 exist¨ªa el miedo de que despu¨¦s del enorme progreso econ¨®mico del Siglo XIX llegar¨ªa el par¨®n y el hundimiento del sistema capitalista. Esta idea de frenazo la recuper¨® tras la Gran Recesi¨®n Larry Summers, exsecretario del Tesoro de Estados Unidos, quien advirti¨® de que, debido a las limitaciones estructurales, el crecimiento econ¨®mico potencial, sobre todo en su pa¨ªs, se hab¨ªa encallado en niveles bajos de forma permanente. Es lo que los dos principales economistas de nuestra era, Paul Krugman y el propio Summers, llaman ¡°estancamiento secular¡±. Una amenaza a la prosperidad de las generaciones m¨¢s j¨®venes.
No existe una definici¨®n compartida de ese estancamiento secular. Pero plantea un espacio ¡°en el que la inversi¨®n y el ahorro se igualan a tipos de inter¨¦s negativos¡±, aclara Guillermo de la Dehesa, presidente honorario del Centre for Economic Policy Research (CEPR). Jap¨®n lo nota en la deflaci¨®n que arrastra desde hace 20 a?os y la Uni¨®n Europea en unas tasas ¨ªnfimas de crecimiento. En un entorno de poblaci¨®n envejecida (menos personas trabajando), una deuda p¨²blica sobre el PIB que ya alcanza un 92% en la eurozona, el 101% en Estados Unidos y un 224% en Jap¨®n, ni siquiera la educaci¨®n llega al rescate, pues su implantaci¨®n masiva en Occidente hace improbable un aumento sustancial de los niveles medios de formaci¨®n.
?Innovaci¨®n masiva?
Una din¨¢mica que percute en el incremento de la productividad. En esta habitaci¨®n oscura y sin ventanas, algunos economistas creen que la claridad la traer¨¢ un shock de innovaci¨®n radical [Internet, tecnolog¨ªas de la informaci¨®n y procesos de datos, automatizaci¨®n, transporte, energ¨ªa, ciencias de la vida y materiales inteligentes] que est¨¢ a punto de ocurrir, y que se extender¨¢ por toda la econom¨ªa aportando un impulso duradero al crecimiento¡±. Es el pensamiento optimista de Christophe Donay, director de an¨¢lisis econ¨®mico de Pictet Wealth Management. Seg¨²n su cuaderno de notas, si se produjera este estallido la econom¨ªa estadounidense podr¨ªa crecer al 4% y la europea un 3,5%. Incluso la renta variable del pa¨ªs de las barras y estrellas se beneficiar¨ªa de unas ganancias del 10,3% en la pr¨®xima d¨¦cada.
Algunos expertos creen que un fuerte ¡®shock¡¯ tecnol¨®gico reactivar¨¢ la econom¨ªa
Pero Guillermo de la Dehesa devuelve este mundo en color a su habitual grisura. ¡°El ¨²ltimo gran avance tecnol¨®gico es Internet, y de eso hace 45 a?os. Adem¨¢s la robotizaci¨®n en la industria y la digitalizaci¨®n en los servicios todav¨ªa no se sienten en el crecimiento del PIB¡±, advierte. Por si fuera poco tanta tecnolog¨ªa puede provocar ¡°paro tecnol¨®gico¡± (al hacer innecesarios a muchos trabajadores) y desigualdad en las rentas. O sea, m¨¢s inequidad. Algo contra lo que Keynes ya nos alert¨® una tarde de primavera de hace 85 a?os en Madrid.
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