Corrupci¨®n de los sentimientos morales y populismo
Restauremos la solidaridad vigente en nuestras democracias durante d¨¦cadas y veremos como los populismos desaparecen por si solos
?Por qu¨¦ los populismos pol¨ªticos de todo tipo est¨¢n teniendo tanto predicamento y apoyo en nuestras democracias? ?Qu¨¦ est¨¢ pasando en nuestras sociedades que lleva a millones de personas a apoyar las propuestas de Donald Trump o Bernie Sanders en Estados Unidos, las de Jeremy Corbyn en el Reino Unido, las de Alexis Tsipras en Grecia o las de los l¨ªderes de Podemos y formaciones afines en Espa?a?
Lo que aqu¨ª me interesa al plantear estas cuestiones no es demonizar esas ideas y formaciones pol¨ªticas, ni, menos a¨²n, meterlas en el mismo saco, sino comprender por qu¨¦ ahora muchos votantes apoyan a esas formaciones pol¨ªticas y no lo hac¨ªan a?os o d¨¦cadas atr¨¢s. Es decir, quiero aproximarme al populismo pol¨ªtico no desde el lado de la oferta, sino desde el lado de la demanda de ese tipo de pol¨ªticas que se hace desde la sociedad.
En la ciencia econ¨®mica existe la llamada la ley de Say, formulada por el economista franc¨¦s Jean Baptiste Say, que vivi¨® entre los siglos XVII y XIX, y que de forma simplificada viene a decir que "la oferta de productos acaba creando su propia demanda". En la vida pol¨ªtica parece tambi¨¦n existir una ley de Say, pero de causaci¨®n inversa. La podr¨ªamos formular diciendo que toda demanda de pol¨ªtica acaba generando su propia oferta. Desde esta perspectiva, la proliferaci¨®n de propuestas y populistas ser¨ªa la respuesta de los partidos, tanto de derechas como de izquierda, a una demanda que existe en la sociedad. La cuesti¨®n es, entonces, plantearnos el porqu¨¦ de esa demanda.
A mi juicio, la demanda social de pol¨ªticas populistas responde al fuerte sentimiento de abandono, hostigamiento y agravio que experimentan muchas personas por parte de los gobiernos y las ¨¦lites. Sentimiento de abandono ante los efectos que la crisis tuvo sobre el paro, la ca¨ªda de ingresos y el deterioro de las condiciones de vida de los sectores sociales m¨¢s d¨¦biles de la sociedad; de forma particular, de los j¨®venes y los ni?os que viven en hogares sin ingresos. Sentimiento de hostigamiento por el ensa?amiento de las pol¨ªticas de recortes de gastos sociales y de devaluaci¨®n de los salarios sobre esos mismos sectores. Y sentimiento de agravio ante la evidencia de como se ha ayudado con recursos p¨²blicos a los bancos y a los banqueros y, por el contrario, como se ha dejado en la cuneta del desempleo y del desahucio a los desfavorecidos.
El abandono consciente de los perdedores de la crisis y la justificaci¨®n de la desigualdad de renta y riqueza fue considerado ya por Adam Smith como potencialmente destructivo para el propio capitalismo
Ese abandono, hostigamiento y agravio tiene mucho que ver con lo que, en t¨¦rminos de Adam Smith, el padre de la Econom¨ªa cl¨¢sica, podr¨ªamos llamar la corrupci¨®n de los sentimientos morales de la sociedad. Como se?al¨® el historiador Tony Judt en su testamento intelectual (Algo va mal), "nos hemos vuelto insensibles a los costes humanos de las pol¨ªticas sociales en apariencia racionales, especialmente cuando se nos dice que contribuir¨¢n a la prosperidad general y, de esta forma, impl¨ªcitamente, a nuestros intereses individuales.
Al hablar de corrupci¨®n de los sentimientos morales me estoy refiriendo, entre otras cosas, a la forma en c¨®mo se han llevado a la pr¨¢ctica pol¨ªticas econ¨®micas basadas en ideas que no ten¨ªan fundamento s¨®lido en el conocimiento econ¨®mico existente ni en la experiencia hist¨®rica. En estos a?os hemos visto como desde instancias pol¨ªticas europeas y de organizaciones de intereses econ¨®micos y financieros se ha reclamado, cuando no impuesto, a los gobiernos "pol¨ªticas duras de ajuste", conociendo su falta de fundamento y sus efectos dram¨¢ticos sobre los m¨¢s d¨¦biles. Y tambi¨¦n me refiero al hecho de como desde mismas instancias se ha considerado el aumento de la desigualdad y la pobreza una consecuencia inevitable de la l¨®gica de las fuerzas del mercado y del cambio t¨¦cnico, cuando en realidad eran una opci¨®n pol¨ªtica.
Este abandono consciente de los perdedores de la crisis y la consecuente justificaci¨®n de la desigualdad de renta y riqueza fue considerado ya por Adam Smith no s¨®lo como moralmente reprobable sino tambi¨¦n como potencialmente destructivo para el propio capitalismo. En palabras del propio Smith, sacadas de su Teor¨ªa de los sentimientos morales, "esta disposici¨®n a admirar, y casi a idolatrar a los ricos y poderosos, y a despreciar, o como m¨ªnimo, ignorar a las personas pobres y de condici¨®n humilde (...) es la principal y m¨¢s extendida causa de corrupci¨®n de los sentimientos morales".
Esta corrupci¨®n de los sentimientos quiebra el "principio moral de la simpat¨ªa" que Adam Smith consideraba b¨¢sico para el buen funcionamiento de la econom¨ªa de mercado y la existencia de una sociedad decente. Hoy podr¨ªamos traducir ese principio moral por el de la cohesi¨®n social y el de igualdad de oportunidades. A nadie le deber¨ªa extra?ar que cuando se quiebran esos dos principios, como ahora ha ocurrido, aparezcan toda clase de populismos.
Restauremos los sentimientos morales que estuvieron vigentes en nuestras democracias desde el per¨ªodo de entreguerras hasta los a?os ochenta, y que dieron lugar al per¨ªodo m¨¢s largo de igualdad que hemos vivido, y veremos como los populismos desaparecen por si solos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.