?Qu¨¦ ser¨¢ del sargento Pepper¡¯s?
Qu¨¦ Gobierno para qu¨¦ Europa. Eso es lo que se dilucida entre el ¡®Brexit¡¯ y las elecciones
Qu¨¦ Gobierno para qu¨¦ Europa. Esto es lo que se ha estado escogiendo en las ¨²ltimas 76 horas. Un Gobierno fuerte, eficaz y sobre todo, con ganas de pelear por el proyecto europeo, en una zona con la mayor crisis de identidad desde su fundaci¨®n hace casi seis d¨¦cadas. Un Gobierno que va a enfrentarse no solo con los 8.000 millones de euros que le reclamaban desde Bruselas en recortes sociales con una posible multa a?adida por incumplir sistem¨¢ticamente los objetivos de d¨¦ficit, sino con una situaci¨®n mucho m¨¢s endiablada: pagar una deuda externa, p¨²blica y privada, del 180% del PIB (de la cual, alrededor de 700.000 millones son a corto plazo) con costes de financiaci¨®n crecientes, por la subida de la prima de riesgo como consecuencia del Brexit.
Este porcentaje es producto de la vulnerabilidad de la econom¨ªa espa?ola, en un contexto que va a caracterizarse por una mayor debilidad de las exportaciones (las ventas a Gran Breta?a y a los pa¨ªses de nuestro entorno, a los que se pronostica un crecimiento inferior), dificultades crecientes del sector financiero, y una p¨¦rdida de la riqueza de las familias y las empresas, que empez¨® el pasado viernes con la espectacular ca¨ªda de las bolsas de valores, y que previsiblemente continuar¨¢. Menos exportaciones, menos cr¨¦dito, menos consumo.
?Qu¨¦ va a ser a partir de ahora del sargento Pepper¡¯s y de su club de corazones solitarios? No conviene confundir la prioridad de las motivaciones por las que Reino Unido ha decidido abandonar Europa. No es una cuesti¨®n de rebeld¨ªa ciudadana ante las pol¨ªticas de austeridad (que en buena parte no son de Bruselas sino aut¨®ctonas), como ha dicho el inapetente l¨ªder laborista Jeremy Corbyn, sino una reacci¨®n proteccionista, con buenas dosis de xenofobia, a la llegada de inmigrantes de dentro y de fuera del continente europeo. La mayor parte de los estudios actuariales sobre la econom¨ªa brit¨¢nica indican que el pa¨ªs necesita de los inmigrantes para mantener sus niveles de progreso y el Estado de bienestar de Beveridge. Ha dado igual: una parte mayoritaria de sus habitantes ha votado en contra de la opini¨®n del establishment, ese que representa la London School of Economics; los medios de comunicaci¨®n serios y considerados, en parte, la biblia del capitalismo contempor¨¢neo (Financial Times, The Economist); su Parlamento y los think tanks m¨¢s relevantes del laborismo y de los conservadores.
Ello, y el resultado de las elecciones de ayer en Espa?a, son llamadas de atenci¨®n sobre la crisis de representaci¨®n pol¨ªtica tradicional que se est¨¢ manifestando de manera acentuada en nuestros pa¨ªses. En Europa ya hab¨ªa habido algunas llamadas de atenci¨®n significativas (el refer¨¦ndum de Dinamarca oponi¨¦ndose al Tratado de Maastricht, el rechazo de Irlanda al Tratado de Lisboa, el no de Francia y Holanda al proyecto de Constituci¨®n), aunque ninguna tan seria como el desacoplamiento de uno de los grandes pa¨ªses a la propia idea de Europa. El Brexit ha sido el cisne negro de nuestros d¨ªas, en la concepci¨®n que del mismo hace el profesor de ciencias de la incertidumbre Nassim Taleb: un acontecimiento imprevisto que tiene consecuencias tel¨²ricas, una tormenta en un cielo estrellado.
Para sobrevivir con ¨¢nimo al mismo se puede recurrir al pensamiento del gran Tony Judt, aquel historiador prematuramente desaparecido. Ingl¨¦s de nacimiento, estudi¨® la historia de Europa y la ense?¨® en EE UU. ?l escribi¨® que el alma de Europa, aquello para lo que naci¨®, era ¡°una uni¨®n m¨¢s estrecha de los pueblos¡±, que es lo que no ha querido Gran Breta?a. Judt se pregunta en sus recuerdos m¨¢s ¨ªntimos (El refugio de la memoria, Taurus) si Europa ser¨ªa universalista: ¡°?Ser¨¢ respetuosa de la diferencia?, ?Euroc¨¦ntrica? Los europeos no podr¨¢n definirse sin ponerse de acuerdo sobre la definici¨®n del Otro¡±. Eso ha sido el Brexit.
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