Y el planeta, ?qu¨¦?
La campa?a electoral estadounidense ha ignorado el problema del cambio clim¨¢tico. Eso es casi criminal
Nuestros dos principales partidos pol¨ªticos discrepan en muchos temas, pero en ninguno la brecha es mayor o m¨¢s importante que en el del clima.
Si Hillary Clinton gana, seguir¨¢ adelante con las medidas del Gobierno Obama, una mezcla de negociaci¨®n internacional y pol¨ªticas nacionales que promuevan las energ¨ªas limpias, un d¨²o eficaz que da alguna esperanza de controlar las emisiones de gases de efecto invernadero antes de que el cambio clim¨¢tico se convierta en cat¨¢strofe clim¨¢tica.
Si Donald Trump gana, la pol¨ªtica clim¨¢tica de estilo paranoide ¡ªla creencia de que el calentamiento del planeta es un enga?o perge?ado por una conspiraci¨®n internacional de cient¨ªficos¡ª se convertir¨¢ en doctrina oficial, y la cat¨¢strofe ser¨¢ casi inevitable.
Entonces, ?por qu¨¦ los medios de comunicaci¨®n parecen tan decididos a no prestar atenci¨®n a este asunto? En concreto, ?por qu¨¦ casi siempre da la impresi¨®n de que existe una norma que proh¨ªbe sacarlo a colaci¨®n en los debates?
Antes de entrar en ello, un breve resumen sobre la divisi¨®n pol¨ªtica. Resulta extra?o lo poco que se le reconocen al Gobierno de Obama sus pol¨ªticas ambientales. Todo el mundo ha o¨ªdo hablar del fiasco de las garant¨ªas de pr¨¦stamo concedidas a una empresa de energ¨ªa solar, Solyndra, con un coste, por cierto, equivalente a poco m¨¢s de la mitad de lo que el propio Trump perdi¨® en solo un a?o por culpa de sus malas decisiones empresariales. Sin embargo, poca gente ha o¨ªdo hablar de la revoluci¨®n de las energ¨ªas limpias que los pr¨¦stamos del Gobierno y otras ayudas pol¨ªticas contribuyeron a promocionar, y que ha reducido dr¨¢sticamente el precio de las energ¨ªas solar y e¨®lica, y disparado su consumo.
Tampoco hay muchos que hayan o¨ªdo hablar del endurecimiento de las normas gubernamentales sobre ahorro de combustibles, especialmente para camiones y autobuses, que por s¨ª sola es una de las medidas ambientales m¨¢s importantes de las ¨²ltimas d¨¦cadas.
Y si Clinton gana, es casi seguro que se har¨¢n realidad medidas todav¨ªa m¨¢s importantes: el Plan de Electricidad Limpia, que regular¨ªa las emisiones de las centrales el¨¦ctricas, y el Acuerdo de Par¨ªs sobre el Clima, por el que todas las grandes econom¨ªas del mundo se comprometen a recortar considerablemente sus emisiones.
Por otro lado, est¨¢ Trump, quien una y otra vez ha tachado el cambio clim¨¢tico de bulo y ha insinuado que se lo invent¨® China para perjudicar la competitividad estadounidense. Ojal¨¢ pudiera decir que esto le convierte en una excepci¨®n dentro de su partido, pero no es as¨ª.
De modo que, en materia de pol¨ªtica clim¨¢tica, existe una brecha inmensa e incre¨ªblemente trascendente. No solo porque haya una distancia enorme entre ambos partidos, y entre sus candidatos, sino porque esa distancia posiblemente tenga m¨¢s importancia para el futuro que cualquiera de sus desacuerdos. Entonces, ?por qu¨¦ no se habla m¨¢s de ella?
No digo que no se haya informado en absoluto sobre las diferencias en materia clim¨¢tica, pero nada comparable a, por ejemplo, el empecinamiento con las noticias sobre el servidor de correo electr¨®nico de Clinton. Y resulta verdaderamente incre¨ªble que, en los tres debates emitidos en todo el pa¨ªs que se han celebrado hasta ahora ¡ªel foro ¡°Comandante en jefe¡±, con la participaci¨®n de Clinton y Trump, el primer debate presidencial y el debate vicepresidencial¡ª, los moderadores no hayan planteado ni una sola pregunta sobre el clima.
Fue especialmente curioso durante el debate del martes. De alg¨²n modo, a Elaine Quijano, la moderadora, le dio tiempo a hacer no solo una, sino dos preguntas inspiradas por el Comit¨¦ para un Presupuesto Federal Responsable, una organizaci¨®n a la que le preocupa que, a pesar de los d¨¦ficits presupuestarios relativamente bajos y el extremadamente bajo coste de los pr¨¦stamos, el Gobierno federal pueda toparse con problemas fiscales de aqu¨ª a un par de d¨¦cadas. Puede que este asunto tenga alg¨²n inter¨¦s, aunque no tanto como afirman los cascarrabias del d¨¦ficit (y Quijano se las arregl¨® para insinuar que las propuestas de Clinton, cuyo coste est¨¢ completamente cubierto, no son mejores que la multibillonaria explosi¨®n de la deuda de Trump).
Pero si nos preocupan las consecuencias a largo plazo de las pol¨ªticas actuales, el aumento de los gases de efecto invernadero es un problema mucho m¨¢s grave que la acumulaci¨®n de deuda a un inter¨¦s bajo. Es raro que se hable de lo segundo pero no de lo primero.
Y este punto ciego tiene mucha importancia. Los sondeos indican que a la generaci¨®n del fin del milenio, en concreto, le preocupan mucho la protecci¨®n del medio ambiente y las energ¨ªas renovables. Pero tambi¨¦n muestran que m¨¢s del 40 % de los votantes j¨®venes cree que no existen diferencias entre ambos candidatos en estas cuestiones.
S¨ª, lo s¨¦, la gente deber¨ªa prestar m¨¢s atenci¨®n, pero, no obstante, ese dato nos dice lo f¨¢cil que es que los votantes que dependen de las noticias de la televisi¨®n o no leen los art¨ªculos de las p¨¢ginas interiores de los peri¨®dicos pasen por alto algo que deber¨ªa ser un tema fundamental de esta campa?a.
La buena noticia es que a¨²n tenemos dos debates por delante, que nos brindan la oportunidad de enmendar algunas cosas.
Ya va siendo hora de terminar con el bloqueo informativo que pesa sobre el cambio clim¨¢tico. Tiene que ser un asunto crucial y de primer orden, y las preguntas deben ir acompa?adas de una comprobaci¨®n de los hechos en tiempo real, no quedar relegadas al limbo de ¡°su palabra contra la m¨ªa¡±, porque este es uno de esos asuntos en los que la verdad suele perderse en medio de una ventisca de mentiras.
Dicho de manera simple, no hay ning¨²n otro asunto tan importante como este, y pasarlo por alto ser¨ªa una irresponsabilidad casi criminal.
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa.
? The New York Times Company, 2016.
Traducci¨®n de News Clips.
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