Las deudas acorralan a la cadena Blanco
Los propietarios no responden a los trabajadores y la suspensi¨®n de pagos pone en peligro 900 empleos en Espa?a
La cadena textil Blanco, que se hizo un hueco con moda irreverente y desenfadada, ha entrado en terreno peligroso. La firma present¨® el pasado mi¨¦rcoles el concurso voluntario de acreedores ¡ªsegundo en tres a?os¡ª y lleva tiempo sumida en una crisis que tiene todos los amargos ingredientes del fracaso: hace tres meses que los cerca de 900 trabajadores de la cadena cobran la n¨®mina con retraso y solo recibieron la mitad de la de octubre; varios locales han cerrado por impago del alquiler y a principio de temporada un env¨ªo de cajas con g¨¦nero fue bloqueado en la frontera por las deudas de la empresa de moda con sus proveedores.
¡°La situaci¨®n es muy complicada. Alhokair [due?a de la marca hasta junio de este a?o] no ha presentado las cuentas del 2015 y no sabemos el volumen de la deuda¡±, se?ala un responsable de CC OO. En un comunicado, la marca aseguraba a sus trabajadores que la suspensi¨®n de pagos se realiza con ¡°la firme voluntad de salvaguardar los intereses de los trabajadores y acreedores¡±, y para ¡°luchar por la continuidad de la actividad comercial bajo la protecci¨®n de la normativa concursal¡±. Pero quedan muchos cabos sueltos. La cuesti¨®n m¨¢s espinosa es por qu¨¦ Alhokair, el grupo saud¨ª propietario de la cadena de moda Blanco desde 2014, la traspas¨® en junio pasado al fondo AC Modus por 83,1 millones (pagaderos en cinco plazos). Alhokair es el apellido de los hermanos Fawaz, Salman y Abdul Majeed, due?os de un conglomerado de empresas que van desde constructoras a hoteles, y cuentan con m¨¢s de 2.100 tiendas repartidas por 17 pa¨ªses con 12.000 empleados. Fawaz Alhokair, su presidente, es tambi¨¦n consejero de AC Modus, el fondo que compr¨® recientemente la cadena de moda y que ahora ha llevado a Blanco al concurso de acreedores. Sus empresas tienen acuerdos con firmas espa?olas (como Inditex, Desigual o Mango) para operar sus marcas en pa¨ªses como Arabia Saud¨ª o ex rep¨²blicas sovi¨¦ticas como Kazajist¨¢n o Georgia.
Esa separaci¨®n de negocios evitar¨ªa, eventualmente, que el concurso afectase a todo su grupo. ¡°Estamos preocupados porque puede ser una maniobra para restar derechos a los trabajadores¡±, denuncia Santos Nogales, secretario de Acci¨®n Sindical de SMC-UGT. Rub¨¦n Ranz, responsable de Comercio del mismo sindicato, recuerda que en los ¨²ltimos a?os la marca ha ejecutado dos ERE: el primero afect¨®, en 2014, a 711 personas y el segundo, del a?o pasado, se cerr¨® con otros 189 despidos. ¡°Estamos esperando a que nombren al administrador concursal para ver qu¨¦ medidas toman, la empresa ya no nos da ninguna confianza porque han incumplido muchas promesas¡±.
Cuentas a la baja
Las cuentas de Blanco que se conocen, las de 2014, ya reflejaban su p¨¦sima situaci¨®n: p¨¦rdidas de siete millones de euros (sobre una facturaci¨®n de 107 millones) y dificultades para impulsar sus, entonces, 124 puntos de venta (ahora son poco m¨¢s de cien). ¡°Estamos estudiando nuevas aperturas en mercados que hasta ahora no eran objetivo prioritario¡±, se?alaba a este diario un portavoz de la compa?¨ªa en marzo. El caso es que el grupo saud¨ª no ha logrado el prop¨®sito que le llev¨® a desembarcarse en la firma en febrero de 2014 a trav¨¦s de la empresa Global Leiva. ¡°En el mundo del formato fast fashion, que consiste en fabricar de forma m¨¢s econ¨®mica y a un coste m¨¢s bajo prendas innovadoras, un retraso en el abastecimiento de las tiendas genera desinter¨¦s por parte de los consumidores al no variar la oferta de indumentaria¡± se?alaba entonces la firma. En el plano directivo tampoco han llegado a dar con la f¨®rmula del ¨¦xito. Hace m¨¢s de un a?o Alhokair nombr¨® en Espa?a al brit¨¢nico Stephen Craig, exdirectivo de la firma de moda AllSaints, para liderar lo que calificaron como ¡°un nuevo comienzo¡± que promet¨ªa solventar los errores del pasado. ¡°Fue al rev¨¦s. Insistieron en hacer una mala planificaci¨®n, la ropa no llegaba a las tiendas, y cuando compites con Inditex, que rota cada 15 d¨ªas, es dif¨ªcil de sostener¡±, piensa Ranz. Adem¨¢s, Blanco cambi¨® su orientaci¨®n, ¡°quiso ser una boutique¡±, pero con los mismos mimbres de una cadena de moda de masas. Tambi¨¦n apostaron fuerte por el canal de venta online para dar m¨¢s visibilidad al negocio, algo que no se tradujo en las ventas.
Los desahucios de locales han obligado al grupo, que por ahora no ha manifestado ninguna intenci¨®n con respecto a la plantilla, a enviar a casa a muchas dependientas con licencias retribuidas. La antig¨¹edad de muchas de las trabajadoras llega a los 10 o 15 a?os. ¡°Hay personas que entraron muy j¨®venes, que ahora tienen 35-40 a?os, y que estaban muy identificadas con la empresa, que han vendido mucho a lo largo de su carrera. Es doloroso¡±, insiste Ranz. El pr¨®ximo cap¨ªtulo de Blanco lo escribir¨¢n los juzgados.
Efectos de la competencia
El efecto de la presi¨®n que est¨¢n ejerciendo las cadenas de moda sobre los precios, como Primark, comienza a pasar factura a un sector volcado en la rotaci¨®n de prendas. Una de las ¨²ltimas noticias ha sido el cierre de la gallega Caramelo, que lleg¨® a tener en n¨®mina a 800 personas y que, pese a recibir cuantiosas ayudas p¨²blicas desde la Xunta de Galicia, no pudo evitar el tr¨¢gico final que los trabajadores atribuyen a ¡°mala gesti¨®n¡± y a una deslocalizaci¨®n extrema del dise?o y la producci¨®n para poder competir. Lo mismo ocurre con Blanco, cuyo grupo empresarial era, hasta el verano pasado, el mismo que tiene suscritos acuerdos con grandes marcas internacionales para vender moda de Zara, Gap o zapatos Clarks en Oriente Pr¨®ximo. La falta de liquidez gener¨® una cadena perversa que impidi¨® el abastecimiento de las tiendas y, por consiguiente, la ca¨ªda de las ventas. Frente al concurso el problema, seg¨²n se?alan los expertos consultados, es que las grandes cadenas como Blanco tienen escaso patrimonio con el que responder a los trabajadores y proveedores. ¡°No queremos ni pensar en la liquidaci¨®n¡±, aseguran en la plantilla, ¡°pero su sombra est¨¢ ah¨ª¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.