Perversa desigualdad
La recuperaci¨®n de algunas econom¨ªas no est¨¢ favoreciendo el estrechamiento de las diferencias
La evidencia deja poco lugar a dudas: la desigualdad en la distribuci¨®n de la renta en las econom¨ªas avanzadas esta en m¨¢ximos. De sus perversas consecuencias ya no queda instituci¨®n multilateral que no la destaque como uno de los obst¨¢culos, no solo a la necesaria cohesi¨®n social, sino al mantenimiento de un ritmo aceptable de crecimiento econ¨®mico y de la estabilidad financiera.
En las dos ¨²ltimas d¨¦cadas la distribuci¨®n entre econom¨ªas avanzadas y menos desarrolladas se ha estrechado, pero la correspondiente en el seno de los pa¨ªses se ha ampliado. Dentro de los desarrollados, la distribuci¨®n desigual de la renta ha tenido lugar en muchos pa¨ªses, Espa?a incluida. Esa evidencia es la aportada por la evoluci¨®n del ¨ªndice que de forma m¨¢s amplia es utilizado en esa medici¨®n, el coeficiente de Gini.
La OCDE acaba de publicar su Income inequality update en el que destaca que la desigualdad en la distribuci¨®n de la renta ¡°se mantiene en niveles r¨¦cord en muchos pa¨ªses a pesar del descenso en el desempleo y la mejora en las tasas de empleo.¡± En los a?os ochenta, el 15% de la poblaci¨®n m¨¢s rica en los pa¨ªses que integran la OCDE obten¨ªan unos ingresos siete veces superiores a los del 10% de la poblaci¨®n m¨¢s pobre. Ahora es diez veces m¨¢s. Esas diferencias son m¨¢s llamativas cuando se referencian a la c¨²spide de los perceptores de rentas: en los ochenta el 1% con mayores rentas de los asalariados ten¨ªa menos del 10% del ingreso total antes de impuestos en cada uno de los pa¨ªses de la OCDE, pero treinta a?os despu¨¦s, su participaci¨®n era superior al 10% en al menos nueve pa¨ªses de la OCDE y superior al 20% en los Estados Unidos, seg¨²n datos de esa misma organizaci¨®n en el amplio estudio de Brian Keeley.
Cuando se incluye la pobreza y otras formas de variaci¨®n de la riqueza, la situaci¨®n es incluso peor: en 2012, el 10% m¨¢s rico controlaba la mitad de la riqueza total de las familias y el 1% m¨¢s rico lo hac¨ªa sobre el 18%, frente al 3% para el 40% m¨¢s pobre. En ambos indicadores, distribuci¨®n de la renta y de la riqueza, la posici¨®n de Espa?a no deja mucho lugar a la complacencia. Pero tambi¨¦n en los complementarios indicadores de pobreza la posici¨®n es poco favorable.
Si la evidencia sobre la ampliaci¨®n de la desigualdad en la distribuci¨®n de la renta es incuestionable, otro tanto empieza a ocurrir con sus consecuencias adversas. Desde luego, sobre el crecimiento econ¨®mico. La propia OCDE y el FMI han dado cuenta concreta de ese impacto adverso en investigaciones recientes.
No menos relevantes son las implicaciones de esa distribuci¨®n regresiva de la renta y de la riqueza sobre la cohesi¨®n social y la identificaci¨®n con el sistema econ¨®mico. Parte de la desafecci¨®n que esta teniendo lugar en algunas economias avanzadas, desde luego en Europa, ha de ser explicada por los desiguales resultados que el sistema aporta. En especial tras la gesti¨®n de la crisis de la que todav¨ªa son evidentes las consecuencias en la poblaci¨®n con menores rentas. En realidad, la recuperaci¨®n de algunas econom¨ªas, entre ellas la espa?ola, con una muy baja calidad del empleo, no est¨¢ precisamente favoreciendo el estrechamiento de la desigualdad. Esa tendencia debe constituir una prioridad, y hacerlo a trav¨¦s de la pol¨ªtica fiscal la v¨ªa m¨¢s inmediata, sin menoscabo de la atenci¨®n a la garant¨ªa de la igualdad de oportunidades, a la predistribuci¨®n, de efectos m¨¢s visibles a medio plazo.
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