La econom¨ªa, ante el div¨¢n en Chicago
Se est¨¢ produciendo un cambio de paradigma en la econom¨ªa mundial
Una particularmente g¨¦lida ciudad de Chicago ha acogido estos d¨ªas la reuni¨®n anual de la Allied Social Sciences Association (ASSA). Es el encuentro de referencia de la econom¨ªa mundial, donde se dan cita desde la mayor parte de los premios Nobel del ramo hasta los que intentan entrar a forma parte de las instituciones profesionales y acad¨¦micas de prestigio que tratan de captar los nuevos talentos en el mercado de trabajo all¨ª organizado a tal efecto. M¨¢s de 10.000 economistas discutiendo los principales avances y perspectivas de la disciplina.
Por encima de temas concretos, de las sesiones y comentarios informales siempre surgen algunas percepciones m¨¢s o menos generalizadas. En este a?o he percibido fundamentalmente dos. Por un lado, un cierto optimismo respecto a la situaci¨®n econ¨®mica internacional. Esto no implica que se puedan tirar cohetes sino que se han modificado al alza las expectativas iniciales, que eran algo l¨²gubres. Por otro lado, sigue predominando ¡ªcomo en otras ediciones que se han celebrado en los a?os de crisis y posteriores¡ª una tendencia al revisionismo. Una asunci¨®n ¡ªdesde diferentes ¨¢ngulos e, incluso, opiniones¡ª de que se est¨¢ produciendo un cambio de paradigma en la econom¨ªa internacional, con importantes ra¨ªces e implicaciones sociales. Algo parecido a lo que Joseph Stiglitz ha quedado en denominar ¡ªdesde su propia ¨®ptica pero con cierta utilidad en un terreno m¨¢s amplio¡ª la Gran Transformaci¨®n. Espec¨ªficamente, se trata de una reflexi¨®n y reacci¨®n social a las grandes promesas de la globalizaci¨®n y a los resultados que finalmente se han obtenido.
La idea fundamental es que la globalizaci¨®n tiene obvias ventajas para la interacci¨®n econ¨®mica y el progreso tecnol¨®gico pero tambi¨¦n puede acarrear problemas distributivos y de control regulatorio. La ¨²ltima crisis financiera fue un claro ejemplo. El problema es que la expectativa siempre ha sido que las pol¨ªticas redistributivas podr¨ªan reconducir los beneficios privados de la globalizaci¨®n de un modo m¨¢s equitativo, sin que ello implicara pervertir los incentivos ni los beneficios privados de forma excesiva. Pero el entorno post-crisis ha ofrecido una realidad decepcionante, con una recuperaci¨®n progresiva de los niveles de empleo anteriores a la gran debacle pero con peores salarios y condiciones laborales. La aparente mejora en la macroeconom¨ªa post-crisis ¡ªy el relativo optimismo agregado¡ª se diluye y amarga en la realidad ¡ªcomo se?alaron algunos otros Nobel como Angus Deaton¡ª de que sin una mejor coordinaci¨®n internacional es imposible reconducir la globalizaci¨®n y afrontar fen¨®menos tan preocupantes como el envejecimiento de la poblaci¨®n en las sociedades avanzadas o los sistemas p¨²blicos de salud. Todo ello junto a fen¨®menos sociales desgarradores como la coincidencia de una disminuci¨®n importante de los ¨ªndices de pobreza en muchos pa¨ªses en desarrollo con un aumento de la xenofobia en los avanzados. Como se?al¨® Edmund Phelps, la pol¨ªtica est¨¢ siendo decepcionante para afrontar estos retos, tanto por la izquierda como por la derecha.
La oportunidad est¨¢ en el cambio tecnol¨®gico asociado a la digitalizaci¨®n pero este desaf¨ªo entra?a los mismos riesgos ¡ªcomo indic¨®, entre otros, Robert Shiller¡ª ya que se puede incidir en una transformaci¨®n del empleo pero, a corto plazo, los costes pueden ser importantes y la desigualdad acrecentarse. Urge la coordinaci¨®n internacional pero no parece que hubiera mucha esperanza en los liderazgos vigentes.
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