Lleg¨® la hora de la fiscalidad energ¨¦tico-ambiental
Muchos pa¨ªses de nuestro entorno han aplicado ambiciosas reformas fiscales verdes desde los a?os noventa. Espa?a no, al margen de incursiones auton¨®micas recaudatorias
Los decisores pol¨ªticos espa?oles no han sido proclives al uso de la fiscalidad ambiental, salvo en las limitadas y poco afortunadas incursiones auton¨®micas con objetivos puramente recaudatorios. Esto contrasta con el apoyo sin apenas fisuras que han prestado los economistas acad¨¦micos a un instrumento que permite reducir la contaminaci¨®n al m¨ªnimo coste y que ha llevado a muchos pa¨ªses de nuestro entorno a aplicar ambiciosas reformas fiscales verdes desde los a?os noventa. Que, por ejemplo, la imposici¨®n sobre carburantes de automoci¨®n ¡ªla partida m¨¢s relevante dentro de estos tributos y con un nivel por debajo del observado en la mayor¨ªa de nuestros socios europeos¡ª sea pr¨¢cticamente la ¨²nica figura fiscal que no se ha tocado (al alza) durante los ¨²ltimos siete a?os en nuestro pa¨ªs, refleja ciertamente una situaci¨®n an¨®mala. Situaci¨®n muy criticada por expertos espa?oles e instituciones internacionales desde hace a?os porque no olvidemos que a mayores impuestos ambientales m¨¢s incentivos a contaminar menos (a nivel local y global), a desarrollar tecnolog¨ªas verdes, a ahorrar energ¨ªa, y a reducir nuestra dependencia energ¨¦tica.
El inicio de una nueva legislatura en la que la imposici¨®n ambiental aparece en buena parte de los programas pol¨ªticos puede ser el momento para reflexionar qu¨¦ se puede hacer en este ¨¢mbito. Quiz¨¢ un primer paso sea incrementar y reajustar la fiscalidad de los carburantes de locomoci¨®n, eliminando el trato favorable que recibe un producto, el di¨¦sel, que tanto contribuye a la contaminaci¨®n local de nuestras ciudades. Algo que, por otra parte, ya figura en las propuestas europeas sobre fiscalidad energ¨¦tica. Un segundo paso ha de llevar a aplicar el principio de que el que contamina paga a todos los productos energ¨¦ticos y no solo a aquellos donde la actuaci¨®n fiscal ha sido tradicionalmente intensa. Muy relevante tambi¨¦n es estar abiertos a la innovaci¨®n en el ¨¢mbito fiscal: la creciente informaci¨®n disponible para la administraci¨®n tributaria en este campo y los cambios profundos que se est¨¢n produciendo en el mundo energ¨¦tico aconsejan explorar nuevas figuras impositivas, desde los tributos que fomenten la rehabilitaci¨®n energ¨¦tica de las viviendas a los imprescindibles impuestos que graven el uso real de los veh¨ªculos.
Tampoco se deben olvidar sectores no energ¨¦ticos, donde la minimizaci¨®n del uso de recursos y la reducci¨®n del volumen de residuos pueden ser tambi¨¦n gestionadas por la imposici¨®n ambiental. Por ¨²ltimo, pero no por ello menos importante, es necesario pensar en t¨¦rminos sist¨¦micos, es decir, en reformas fiscales que permitan reducir otros impuestos que gravan cosas positivas (como el trabajo), que fomenten el desarrollo de tecnolog¨ªas verdes o que puedan ayudar a compensar a sectores en dificultades o a los pobres energ¨¦ticos.
Nosotros apunt¨¢bamos ya en 2014 buena parte de estas cuestiones en el informe de Economics for Energy sobre fiscalidad energ¨¦tico-ambiental en Espa?a. Esperamos que los detallados c¨¢lculos econ¨®micos y distributivos que plante¨¢bamos entonces puedan servir para el tan necesario debate sobre este importante asunto.
Xavier Labandeira es Catedr¨¢tico de Econom¨ªa en la Universidade de Vigo, y director de Economics for Energy.
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