Lo malo, lo feo y lo peor
La gran inc¨®gnita sobre el trumpismo es si la indignidad sin remordimientos es una estrategia pol¨ªtica vencedora
La entrevista con Donald Trump publicada esta semana en el New York Times ha sido horripilante, pero, curiosamente, nada sorprendente. S¨ª, el hombre m¨¢s poderoso del mundo es perezoso, ignorante, falso y vengativo. Pero eso ya lo sab¨ªamos.
De hecho, puede que lo m¨¢s revelador de la entrevista sea la defensa que hace Trump de Bill O'Reilly, acusado de acoso sexual y abuso de poder: "Es una buena persona". Esto, en mi opini¨®n, nos dice m¨¢s sobre el hombre de Mar-a-Lago y las motivaciones de quienes lo apoyan que sus divagaciones sobre las infraestructuras y el comercio.
Pero antes, esta pregunta: ?hasta qu¨¦ punto ha supuesto una diferencia el hecho de que haya sido Donald Trump, y no un republicano convencional, el que haya llegado a la Casa Blanca?
El Gobierno de Trump es, a decir de todos, un desastre. La inmensa mayor¨ªa de los puestos de designaci¨®n presidencial que exigen una confirmaci¨®n del Senado siguen vacantes; y todo aquel que ocupa un cargo est¨¢ preocupado por las luchas internas de las distintas facciones. La toma de decisiones se parece m¨¢s a las intrigas palaciegas del serrallo de un sult¨¢n que a la elaboraci¨®n de pol¨ªticas en una rep¨²blica. Y, adem¨¢s, est¨¢n todas esas publicaciones en Twitter.
Sin embargo, el primer gran desastre pol¨ªtico de Trump ¡ªel humillante fracaso del intento de destruir la reforma sanitaria del presidente Obama¡ª no tiene casi nada que ver con el mal funcionamiento del ejecutivo. El intento de revocaci¨®n y sustituci¨®n no se ha estrellado a causa de una mala t¨¢ctica; ha fracasado porque los republicanos llevan ocho a?os mintiendo sobre la sanidad. As¨ª que, cuando ha llegado la hora de proponer algo real, solo han podido ofrecer una p¨¦rdida enorme de cobertura sanitaria, presentada de distintas formas.
Las mismas reflexiones son v¨¢lidas en otros frentes. La reforma tributaria parece un fracaso, pero no porque el Gobierno de Trump no tenga ni idea de lo que hace (que no la tiene), sino porque en el Partido Republicano nadie se ha esforzado por averiguar qu¨¦ se deber¨ªa cambiar y c¨®mo presentar esos cambios.
?Y qu¨¦ hay de esos ¨¢mbitos, como las infraestructuras, en los que a veces parece que Trump se diferencia mucho de los republicanos corrientes?
Se podr¨ªa empezar por impulsar un aut¨¦ntico plan de construcci¨®n de un bill¨®n de d¨®lares (en lugar de desgravaciones fiscales y privatizaci¨®n), que necesitar¨ªa del apoyo dem¨®crata, dada la previsible oposici¨®n de los conservadores. Pero teniendo en cuenta lo que dijo en la entrevista ¡ªen esencia, palabrer¨ªa incoherente mezclada con comentarios aleatorios sobre el transporte en Queens¡ª, est¨¢ claro que el Gobierno no tiene un verdadero plan para las infraestructuras, y probablemente nunca lo tenga.
Es cierto que hay algunos ¨¢mbitos en los que s¨ª parece probable que Trump ejerza una gran influencia (en particular, la paralizaci¨®n de las pol¨ªticas medioambientales). Pero eso es lo que cualquier republicano habr¨ªa hecho; negar el cambio clim¨¢tico y creer que el aire y el agua est¨¢n incluso demasiado limpios son posturas mayoritarias en el Partido Republicano moderno.
De modo que, en la pr¨¢ctica, el gobierno trumpista est¨¢ resultando ser un gobierno republicano como otro cualquiera, pero con una gesti¨®n (mucho) peor. Lo que me lleva de nuevo a la pregunta inicial: ?tiene alguna importancia la atroz personalidad del hombre al mando?
Yo creo que s¨ª. Puede que la esencia de las pol¨ªticas de Trump no sea muy distinta en la pr¨¢ctica. Pero el estilo tambi¨¦n importa, porque condiciona el clima pol¨ªtico general. Y lo que ha tra¨ªdo consigo el trumpismo es una novedosa sensaci¨®n de empoderamiento para los aspectos m¨¢s desagradables de la pol¨ªtica estadounidense.
A estas alturas, ya existe todo un g¨¦nero en los medios de comunicaci¨®n dedicado a retratar a los seguidores de Trump (hay incluso versiones par¨®dicas). Ya saben a qu¨¦ me refiero: entrevistas a blancos rurales con mala suerte que se disgustan cuando se enteran de que todos aquellos liberales que les advert¨ªan de que las pol¨ªticas de Trump les perjudicar¨ªan ten¨ªan raz¨®n, pero siguen apoyando a Trump porque creen que las ¨¦lites progresistas los miran por encima del hombro y los consideran est¨²pidos. Vaya.
En cualquier caso, algo que los entrevistados suelen decir es que Trump es sincero, que no tiene pelos en la lengua, lo que podr¨ªa parecer extra?o teniendo en cuenta lo mucho que miente sobre casi todo, tanto en el plano pol¨ªtico como en el personal. Pero lo que probablemente quieran decir es que Trump expresa de manera abierta y sin arrepentimiento el racismo, el sexismo, el desd¨¦n por los "perdedores" y dem¨¢s sentimientos que siempre han sido una fuente importante de apoyo conservador, pero que durante mucho tiempo eran cosas de las que, supuestamente, no se hablaba abiertamente.
En otras palabras, Trump no es un hombre sincero ni un tipo atrevido, pero posiblemente sea menos hip¨®crita que los pol¨ªticos convencionales respecto a los motivos ocultos que subyacen tras su visi¨®n del mundo.
De ah¨ª la afinidad hacia O'Reilly, y la aparente sensaci¨®n de Trump de que las noticias sobre los actos del presentador de televisi¨®n son un ataque indirecto contra ¨¦l. Una manera de contemplar Fox News en general, y a O'Reilly en particular, es pensar que ofrece refugio a gente que busca una reafirmaci¨®n de que sus impulsos m¨¢s violentos est¨¢n, de hecho, justificados y son perfectamente correctos. Y una manera de contemplar la Casa Blanca de Trump es pensar que intenta ampliar ese refugio a todo el pa¨ªs.
Y la gran inc¨®gnita sobre el trumpismo ¡ªm¨¢s importante, posiblemente, que su programa legislativo¡ª es si la indignidad sin remordimientos es una estrategia pol¨ªtica vencedora.
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa.
? The New York Times Company, 2017.
Traducci¨®n de News Clips.
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