Los ¨²ltimos mineros mileuristas
En las monta?as de Le¨®n ven pasar cada d¨ªa camiones con carb¨®n de la otra punta del mundo, mientras luchan por mantener la ¨²nica que queda abierta
En Villablino, en el valle de Laciana, Le¨®n, ven pasar cada d¨ªa por el pueblo una de las paradojas crueles e incomprensibles de la globalizaci¨®n. Un centenar de camiones que viene del puerto de Gij¨®n con carb¨®n que llega en barco desde Sud¨¢frica, Rusia o Am¨¦rica, hay quien dice que incluso de Australia y China, y va a la central t¨¦rmica de Compostilla, cerca de Ponferrada, a 54 kil¨®metros del pueblo. Ellos y sus minas est¨¢n al lado, pero sale m¨¢s barato el otro, que viene de la otra punta del mundo, y este valle, que lleva un siglo viviendo del carb¨®n, ahora est¨¢ muriendo de ¨¦l. Hab¨ªa 5.000 mineros hace 25 a?os y quedan unos 75 en la ¨²ltima mina abierta de la provincia de Le¨®n, La Escondida. Hay otra a veinte minutos, Cerredo, ya en Asturias, con otros 200 mineros. En Espa?a solo hay ocho m¨¢s activas, la mayor¨ªa en proceso de cierre o liquidaci¨®n, en Asturias y Teruel. Todas agonizan porque en 2018 est¨¢ previsto cerrar las que no sean rentables, y se teme que no quedar¨¢ ni una. En el valle de Laciana, como en los 92 municipios espa?oles afectados, se aferran a la esperanza de salvarlas, aunque hace ya casi tres d¨¦cadas que conviven con la idea de que esto se acaba. ¡°Estamos viviendo el final de la miner¨ªa, estamos en la UVI¡±, lamenta Mario Rivas, alcalde socialista de Villablino.
El estado terminal no solo tiene que ver con la agon¨ªa, sino con las condiciones extremas. Los mineros de arranque, los que pican, cobran unos 1.600 euros, en alg¨²n caso hasta 2.000 al mes; el ayudante, hasta 1.400, pero hay algunos que est¨¢n cobrando 800 y 900 euros. Los ¨²ltimos mineros tambi¨¦n son mileuristas. La historia del valle est¨¢ regresando a donde empez¨® a finales del siglo XIX, antes de que hubiera carb¨®n y era un pobre y remoto rinc¨®n de las monta?as, agr¨ªcola y ganadero. Fue la Primera Guerra Mundial, que caus¨® una subida del carb¨®n del 277 % en dos a?os, la que abri¨® la explotaci¨®n a gran escala de la cuenca de Villablino, con resistencia vecinal, por cierto, por temor a la nueva industria y la modernidad.
La caba?a donde se aloj¨® Jos¨¦ Ram¨®n Fern¨¢ndez, de 83 a?os, al llegar al valle en 1953 est¨¢ a¨²n en pie a veinte metros de su vivienda, junto al r¨ªo. Vino desde Galicia en busca de un futuro, que era muy cuesta arriba, con salarios bajos y condiciones dur¨ªsimas. Recuerda la huelga de 1962, tres meses sin trabajar. Una huelga con Franco era cosa seria. ¡°Nos ten¨ªan acojonados, no pint¨¢bamos nada, no pod¨ªas protestar. La Guardia Civil te llevaba a comisar¨ªa y para empezar a hablar, una patada en los huevos que te sal¨ªan por la boca¡±, recuerda. Pas¨® 31 a?os en la mina, hasta 1984. ¡°Todo interior¡±, precisa. Su principal recuerdo es ¡°esto¡±, dice se?alando a los dos tubitos que tiene en la nariz. El pulm¨®n se le empeque?eci¨® ocho cent¨ªmetros y vive en compa?¨ªa de una bombona de ox¨ªgeno medicinal de 30 litros. Aquella generaci¨®n consigui¨® mucho, hoy tiene su pensi¨®n, pero luego ha visto la cuesta abajo: ¡°Ahora aqu¨ª hay hambre¡±, sentencia. ¡°En algunos ayuntamientos la gente va a pedir para comer¡±.
Su hijo, que se llama igual y tiene 54 a?os, entr¨® en la mina en 1982 y se prejubil¨® en 2004, con 41. Los dos Fern¨¢ndez suman medio siglo de vida en la mina, como todas las familias de por aqu¨ª. Una cazuela hierve en la cocina sobre un fog¨®n de carb¨®n, tienen una vitrocer¨¢mica pero casi como de mesa camilla. A sus pies, la trampilla de la carbonera. Jos¨¦ Ram¨®n Fern¨¢ndez, hijo, vivi¨® la ¨¦poca gloriosa. ¡°Nunca habr¨¢ una empresa como la MSP. Entrabas y sab¨ªas que ten¨ªas trabajo para toda la vida, ibas contento a trabajar¡±, evoca con nostalgia. Daban empleo a todo el mundo, relata. Hasta a uno que no sab¨ªa contar lo pusieron a llevar el recuento de los vagones y lo hac¨ªa con la baraja: sota, caballo, rey, as y vuelta a empezar, y por lo visto no fallaba. La MSP (Minero Sider¨²rgica de Ponferrada) ten¨ªa escuela, hospital, economato, te daba la casa, facturas incluidas, todo. Villaseca de Laciana, donde viven los Fern¨¢ndez, ten¨ªa 36 bares y quedan 8. Cuatro carnicer¨ªas, y ya no hay. Por cada minero hab¨ªa cinco puestos de trabajo indirectos, y ahora la cuenta se hace al rev¨¦s, miles de empleos menos.
En los noventa empez¨® la reconversi¨®n. Apareci¨® el empresario Victorino Alonso, el famoso magnate de la miner¨ªa espa?ola, pol¨¦mico y asiduo de los tribunales. Por ejemplo, acaba de ser condenado en primera instancia a pagar 46 millones por la desaparici¨®n de un almac¨¦n de 577.000 toneladas de carb¨®n de la empresa p¨²blica Hunosa. Que luego reaparecieron, pero era otro mineral de peor calidad. ¡°Ven¨ªan las subvenciones e invert¨ªa en lo que quer¨ªa, en maquinaria, en carreteras, nadie le dijo nada, y cuando las quitaron cerr¨® y se acab¨®. El dinero desapareci¨®, con lo que le dieron pod¨ªamos haber vivido la mitad de la provincia de Le¨®n¡±, lamenta Fern¨¢ndez hijo. En este panorama tambi¨¦n han surgido casos como el del l¨ªder minero de SOMA-UGT en Asturias, Jos¨¦ ?ngel Fern¨¢ndez Villa, que se sentar¨¢ en el banquillo acusado por la Fiscal¨ªa Anticorrupci¨®n de desviar 400.000 euros de los fondos mineros a su patrimonio personal. Es un esc¨¢ndalo que ha hecho mucho da?o a la batalla sindical.
To?o, el peque?o de la familia Fern¨¢ndez, 40 a?os, tambi¨¦n acab¨® en la mina y ha vivido la agon¨ªa final de los pozos. Se qued¨® en paro en 2016. En la sede de UGT en Villablino, donde trabaja, hay fotos en blanco y negro de la c¨¦lebre marcha negra de los mineros en marzo de 1992, hace exactamente 25 a?os, que parti¨® de este pueblo hasta Madrid. Luego sigui¨® un declive controlado, con miles de millones en subvenciones, pero imparable. Seg¨²n datos del ministerio de Energ¨ªa, en 1990 hab¨ªa m¨¢s de 200 empresas y 90.000 mineros. En 2015 quedaban 15 con 3.300 empleos. Hoy son solo dos empresas maltrechas. En medio de este desastre social, To?o Fern¨¢ndez se?ala los camiones con carb¨®n que atraviesan Villablino: ¡°Y luego tienes que aguantar esto¡±. En los ¨²ltimos meses ha habido incidentes y manifestaciones contra los camiones, la pen¨²ltima batalla es para que al menos no pasen por all¨ª.
En el valle de Laciana se desesperan por este absurdo de la globalizaci¨®n, que sea m¨¢s barato traerlo de otro continente cuando ellos lo tienen bajo los pies. Se paga la tonelada a 60, 65 euros, y las empresas no pueden aguantar. ¡°A los que a¨²n trabajan les han quitado el 20 % de sueldo, hasta ver si cobran las ayudas, y hace poco otro 10 %¡±, acusa Fern¨¢ndez. En ese momento para un coche y el conductor, Juan Alberto Pereira, pregunta al sindicalista si se sabe algo, si hay alguna noticia. En Laciana no se habla de otra cosa, de si podr¨¢n seguir despu¨¦s de 2018, de si habr¨¢ otro plan. Pereira, de 40 a?os, lleva 22 en mina, aunque ya tiene hernia discal y un 50 % de p¨¦rdida en una mu?eca. Est¨¢ en el pozo Cerredo, en Asturias, donde hubo 600 empleados y ahora son 200. ¡°Cuando empec¨¦ yo ya no hab¨ªa futuro, siempre he vivido con esa ansiedad de que esto se acaba¡±, dice con tristeza. ¡°Nos venden la moto de que no es rentable. Es imposible. ?C¨®mo va a ser m¨¢s barato el que viene de Sud¨¢frica, y que con ese transporte contamina m¨¢s? Nos est¨¢n enga?ando porque nos quieren eliminar¡±, sentencia.
Las minas van sacando lo que les piden las centrales, con cuentagotas. La mitad del a?o pasado, por ejemplo, no les pidieron. Pereira, que tiene tres hijos, y sus compa?eros estuvieron trabajando seis meses sin cobrar, manteniendo la mina con vida, porque si una mina la dejas se deteriora r¨¢pido. No esperan subvenciones, lo ¨²nico que quieren es que les compren el carb¨®n, el nacional, para seguir viviendo. Las centrales estaban obligadas hasta 2014 por decreto, pero luego se ha impuesto la libertad de mercado. ¡°Nosotros no somos los malos, la situaci¨®n es cr¨ªtica para todos, la central necesita el carb¨®n nacional tanto como el importado¡±, replica un portavoz de Endesa, propietaria de la central t¨¦rmica de Compostilla, que produce electricidad mezclando los dos, de distinta calidad. De hecho, sin el nacional no puede funcionar y deber¨¢ cerrar, un riesgo que corren otras centrales. Compostilla, por ejemplo, da trabajo a 400 personas, 175 de ellas en plantilla, y ya pasa meses sin entrar en el mercado. ¡°O consigues una mezcla adecuada, fabricando kilovatios al precio de mercado, o no entras. Y si llega un a?o de viento y lluvia, tampoco, las renovables tienen preferencia¡±, explica. Afirman que no pueden negociar a largo plazo, hacen contratos a tres meses. Se han dado hasta contratos de 15 d¨ªas, cuando la planificaci¨®n de una mina sol¨ªa ser, m¨ªnimo, dos a?os. ¡°Estamos en el mercado y ahora es as¨ª¡±, lamenta Endesa.
En La Escondida, la mina de HBG (Hijos de Baldomero Garc¨ªa) de Caboalles de Arriba, la ¨²ltima mina abierta de Le¨®n, tienen un contrato de cinco meses, pero el 31 de julio termina y luego ya no saben lo que ser¨¢ de ellos. Habr¨¢ que sentarse a negociar otra vez con Endesa por unos minutos de pr¨®rroga. En la entrada de la mina tres mineros se echan un cigarro entre nubes de polvo negro. Este pozo, abierto en 1941, empez¨® como campo de trabajo de prisioneros de guerra. Hoy apenas hay turnos de cuatro personas. Los barrenistas que entran a las cinco de la tarde no quieren hablar con la prensa, est¨¢n hartos. Los que salen, negros hasta los ojos, van a la ducha. Este polvo negro solo sale con estropajo. Sergio Garc¨ªa, de 49 a?os, lleva 17 en la mina, pero diez en cielo abierto se los computaron como si fuera de la construcci¨®n, una trampa habitual en los a?os de crisis. "Era eso o nada", lamenta. Ahora para ¨¦l la prejubilaci¨®n es inalcanzable.
Mario Rivas, alcalde de Villablino, se pasa el d¨ªa de reuniones, entre Madrid y Bruselas, para intentar salvar lo salvable. Cree que a Espa?a le interesa mantener un m¨ªnimo de carb¨®n nacional, para poder tener a raya el precio del importado -que en algunos momentos de los ¨²ltimos meses ha sido m¨¢s caro- y como reserva estrat¨¦gica para echar mano de ¨¦l en situaciones de emergencia. Pone el ejemplo de la subida de la luz de este invierno, ante las condiciones meteorol¨®gicas adversas y la carest¨ªa del gas, que oblig¨® a recurrir con urgencia al carb¨®n nacional: ¡°Todo el mundo sabe que Espa?a todav¨ªa necesitar¨¢ carb¨®n en los pr¨®ximos 30, 40 a?os, como complemento de las renovables, y la pregunta es si ser¨¢ nacional o importado. Es lo que pedimos al Gobierno, que apueste por nosotros, y tiene que decidirlo ya¡±.
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