No nos quedar¨¢ Par¨ªs
EE UU duda de su implicaci¨®n con el pacto de emisiones alcanzado en la capital francesa
No parece que Donald Trump y Angela Merkel puedan ser los Rick Blaine e Ilsa Land de Casablanca. En esta ocasi¨®n, no nos quedar¨¢ Par¨ªs. Dos a?os despu¨¦s del hist¨®rico acuerdo para la reducci¨®n de emisiones contaminantes alcanzado en la capital francesa, Estados Unidos sugiere que podr¨ªa dar uno o varios pasos atr¨¢s. Se sabr¨¢ en unos d¨ªas. As¨ª se ha revelado en la cumbre del G7 en la siciliana ciudad de Taormina. Las implicaciones de resquebrajar los progresos en la lucha contra el cambio clim¨¢tico son enormes para la econom¨ªa a largo plazo pero tambi¨¦n para la cohesi¨®n internacional.
Con sus (numerosos) defectos, el orden econ¨®mico internacional que sigui¨® a la Segunda Guerra Mundial propici¨® numerosos acuerdos comerciales y la formaci¨®n de ¨¢reas econ¨®micas que han generado avances importantes. Ahora se ha hecho patente que no solo es necesario revisar ese orden ¡ªentre otras cosas, porque ha habido un cambio sustancial en el peso de los liderazgos¡ª sino que, de hecho, se est¨¢ rompiendo de forma acelerada por varios frentes. El estilete ¡°anglosaj¨®n¡± es el que m¨¢s est¨¢ cuarteando el equilibrio comercial y pol¨ªtico, con propuestas rupturistas que apelan al unilateralismo (Brexit, por ejemplo). La era de los grandes acuerdos parece dar paso a la del individualismo, con dosis importantes de proteccionismo. Y Europa, como recuerda Merkel, debe mantener el tipo.
A duras penas, Estados Unidos acept¨® incluir en el comunicado de este G7 una declaraci¨®n a favor del multilateralismo que propicia la Organizaci¨®n Mundial del Comercio. Sin embargo, no es descartable que se tomen medidas proteccionistas, especialmente tras las declaraciones de los delegados estadounidenses de que el super¨¢vit que mantiene Alemania con su pa¨ªs les parece inaceptable.
El G7 y el G20 presentan algunas similitudes, como la lista de declaraciones reactivas ante acontecimientos recientes. En esta ocasi¨®n, se ha hecho eco del ciberterrorismo como amenaza para la que los l¨ªderes mundiales llaman la Pr¨®xima Revoluci¨®n Productiva. Un cambio orientado por la tecnolog¨ªa que estos mandatarios reconocen que tendr¨¢ (est¨¢ teniendo) consecuencias importantes para el empleo. Las llamadas a la cooperaci¨®n en estos campos (ciberseguridad, planes de formaci¨®n e innovaci¨®n para los trabajadores,¡) tienen poca credibilidad en un entorno en el que, cuando se desciende al terreno comercial y a rascarse el bolsillo, la tendencia es que cada uno cuide el suyo.
Parte del problema reside tambi¨¦n en la resistencia a asumir cambios. La geopol¨ªtica ha estado siempre influenciada por factores como la energ¨ªa y este es un mundo en el que el equilibrio energ¨¦tico est¨¢ cambiando de forma dram¨¢tica. Con m¨¢s o menos intensidad, la tendencia imparable es que se reduzca el peso del petr¨®leo, pero esto casa mal con algunas estrategias proteccionistas. Y, de paso, amenaza con llevarse por delante acuerdos como el de Par¨ªs sobre emisiones.
En un momento en el que la informaci¨®n fluye y crece por todo el mundo como no lo ha hecho nunca antes, otras barreras parecen levantarse.
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