Atenci¨®n a los bonos
No hay consenso sobre cu¨¢ndo llegar¨¢ el fin del romance burs¨¢til ni sobre sus consecuencias
Llevamos semanas pendientes de la pertinaz pujanza de los mercados. Se realizan apuestas sobre cu¨¢ndo acabar¨¢ o se interrumpir¨¢ el romance burs¨¢til. En Espa?a, sin ir m¨¢s lejos, las cuentas financieras que se publicaron ayer muestran un cierto aumento del apetito de los hogares por la renta variable. Pero el verdadero temor de los inversores avezados, los que llevan tiempo pegados a unos mercados enrarecidos, son los bonos. Esos que, auspiciados en unos tipos de inter¨¦s tan reducidos, han hecho crecer hasta los aproximadamente 50 billones (trillones anglosajones) de d¨®lares la deuda que se negocia hoy en todo el mundo. Una fuente de financiaci¨®n vital para muchos gobiernos y empresas.
La din¨¢mica habitual es que cuando las bolsas suben es porque el apetito inversor se traslada a la renta variable desde la renta fija. Cabr¨ªa esperar que los mercados de bonos perdieran atractivo. Sin embargo, lo que sorprende y preocupa es que esto a¨²n no se observa con suficiente claridad. Los tipos a corto y a largo de los bonos del Tesoro de Estados Unidos, por ejemplo, difieren menos entre s¨ª de lo que ser¨ªa deseable. Curvas de rendimiento todav¨ªa planas que sugieren que cualquier cambio puede pillar a muchos inversores desprevenidos. Se han anunciado subidas de tipos por parte de la Fed y pueden llegar pronto y con cierta contundencia, lo que agitar¨ªa el mercado y podr¨ªa propiciar alg¨²n ajuste precipitado y muchos nervios. En todo caso, tal vez gracias a las visiones casi de p¨¢nico que est¨¢n generando por parte de grandes fondos y algunos de sus gur¨²s, puede que los gestores de bonos vayan adaptando sus estrategias de cartera paulatinamente, lo que puede ayudar a los bancos centrales a ir saliendo m¨¢s ordenadamente del terreno artificial del QE.
El mercado de bonos ha vivido de dos complacencias artificiales sin sostenibilidad a largo plazo. Una, la creencia de que los tipos de inter¨¦s permanecer¨ªan en niveles muy bajos mucho tiempo. Otra, la satisfacci¨®n involuntaria de una clase pol¨ªtica a la que los bancos centrales les han hecho la mayor parte de los deberes. Sin embargo, estos mercados de bonos viven una situaci¨®n artificial que ha permitido recuperar la tranquilidad pero que, en sentido ¨²ltimo, no pueden resolver los problemas m¨¢s profundos de productividad, calidad del empleo, reducci¨®n del bienestar y el adelgazamiento progresivo del porcentaje de poblaci¨®n considerada como clase media, que hemos podido comprobar, est¨¢ descontenta con frecuencia. Entre los inversores se sabe que esta patada a seguir que ha durado casi 10 a?os est¨¢ tocando a su fin aunque no existe un consenso sobre los tiempos en que se manejar¨¢ ese final y sus consecuencias poco halag¨¹e?as. En este contexto global de recuperaci¨®n incompleta y cierta falta de reconocimiento de esas insuficiencias por parte de muchos gobiernos, y entrando en el caso espa?ol, encontr¨¦ muy ilustrativas algunas intervenciones de pasados responsables pol¨ªticos en la Comisi¨®n de Investigaci¨®n de la crisis financiera hace unos d¨ªas, que mostraron una cierta autocomplacencia ¡ª"no se pudo hacer m¨¢s"¡ª y una insuficiente lectura de los errores pasados cara al futuro. Preocupante, sin duda.
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