?Cu¨¢nta globalizaci¨®n?
El ascenso de Trump tambi¨¦n es producto de aupar la apertura econ¨®mica sin cuestionar sus da?inas contrapartidas
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La llegada de Donald Trump a la presidencia de EE?UU ha renovado la atenci¨®n de propios y extra?os a la econom¨ªa sobre las ventajas del libre comercio y el alcance o supremac¨ªa de este objetivo sobre otros de pol¨ªtica econ¨®mica nacional. Que haya sido el responsable de la mayor econom¨ªa del mundo, del pa¨ªs que ha liderado la extensi¨®n del libre mercado como fundamento en el que asentar la organizaci¨®n pol¨ªtica de las naciones, le confiere a la discusi¨®n una dimensi¨®n especial. El presidente estadounidense no solo ha decidido de forma unilateral imponer aranceles a determinadas importaciones, desde lavadoras al aluminio pasando por el acero y los paneles solares, sino que ha denunciado acuerdos comerciales regionales y ninguneado a la principal instituci¨®n multilateral, la Organizaci¨®n Mundial de Comercio (OMC). Lo ha hecho apelando a la ¡°seguridad nacional¡±, interpretando por su cuenta y riesgo la normativa de su pa¨ªs y las excepciones tambi¨¦n previstas en las normas de la OMC.
No es la primera vez que un presidente de EE?UU eleva aranceles sobre las importaciones. Todos ellos lo han hecho, pero de forma destacada Ronald Reagan, el principal defensor de las formas m¨¢s puras de liberalismo econ¨®mico. La diferencia entre las decisiones de sus predecesores y la adoptada ahora es la ausencia de negociaci¨®n o de la m¨ªnima interlocuci¨®n con sus socios comerciales y los destinatarios de esas penalizaciones. Pero la posici¨®n que hoy ocupa EE?UU en la econom¨ªa mundial, su poder relativo, es menor: ahora son mayores los riesgos de que ese unilateralismo se traduzca en respuestas de los pa¨ªses agraviados que se asemejen al inicio de una guerra comercial en toda regla. Una confrontaci¨®n que no tiene por qu¨¦ ganar EE?UU, como Trump anticipaba en Twitter, ni, desde luego, el conjunto de sus trabajadores. En mayor medida si tenemos en cuenta que el respaldo a posiciones proteccionistas, la contestaci¨®n a la globalizaci¨®n se encuentra hoy m¨¢s extendida bajo diversas formas de nacionalismo. Desde extracciones pol¨ªticas distintas muchas posiciones coinciden en la conveniencia de limitar una din¨¢mica de globalizaci¨®n sin apenas restricciones y, en todo caso, sin la necesaria cooperaci¨®n entre pa¨ªses para asegurar una gobernaci¨®n suficiente.
Los derroteros por los que ahora discurre el debate sobre el libre comercio han dejado a los economistas algo esquinados, como la propia dimisi¨®n del principal asesor econ¨®mico del presidente Trump, Gary Cohn, ha puesto de manifiesto. Es en este punto en el que es ¨²til la revisi¨®n del trabajo de Dani Rodrik y, en concreto, su ¨²ltimo libro, Straight Talk on Trade. Ideas for a sane world economy. Al profesor de Harvard no le duelen prendas a la hora de responsabilizar en gran medida a los economistas de la llegada al poder de Trump. En concreto, de no haber asumido con el suficiente rigor algunas de las consecuencias de lo que hace un par de d¨¦cadas denomin¨®, la ¡®hiperglobalizaci¨®n¡¯. ¡°De haber abandonado desde los a?os ochenta los principios centrales de la profesi¨®n convirti¨¦ndose en cheerleaders de la globalizaci¨®n¡±, consider¨¢ndola un fin en s¨ª mismo, sin cuestionar algunas de sus m¨¢s da?inas contrapartidas sobre el bienestar. En realidad, Rodrik ya hab¨ªa anticipado mucho antes de que la investigaci¨®n emp¨ªrica lo avalara que la globalizaci¨®n descontrolada y las aplicaciones tecnol¨®gicas en las empresas ser¨ªan los principales determinantes del crecimiento de la desigualdad en la distribuci¨®n de la renta.
Aviso al lector que no conozca los trabajos de Rodrik que no es en modo alguno un proteccionista al uso, aun cuando se pueda deducir esa impresi¨®n de la formulaci¨®n de su conocido ¡°trilema ineludible de la moderna econom¨ªa global¡±: democracia, soberan¨ªa nacional y avances en la globalizaci¨®n son incompatibles. Has Globalization Gone Too Far?, era el t¨ªtulo de aquel libro de 1997. Siendo controvertidas algunas de sus afirmaciones, la intenci¨®n general de su obra no es otra que la de conseguir en el entramado de relaciones comerciales y financieras internacionales un equilibrio entre apertura econ¨®mica y bienestar: entre ¡°juego limpio¡± en el comercio internacional y eficiencia econ¨®mica. Por eso, el principal argumento de sus an¨¢lisis y propuestas est¨¢ referido en ¨²ltima instancia a la gobernaci¨®n de esa din¨¢mica de integraci¨®n comercial y financiera internacional.
El fundamento de su cr¨ªtica al actual estado de cosas es la subordinaci¨®n de las decisiones comerciales a la protecci¨®n de las empresas, en lugar de a conseguir el beneficio de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n. El actual proceso de globalizaci¨®n, la agenda econ¨®mica en la mayor¨ªa de los pa¨ªses avanzados, habr¨ªa estado controlada por las grandes corporaciones. Ello se pone de manifiesto en el contenido de los acuerdos comerciales, bilaterales o regionales, de los que mas de 500 se han suscrito desde la Segunda Guerra Mundial, la amplia mayor¨ªa desde que la OMC reemplaz¨® al GATT, en 1995. Esos sesgos se revelan en una investigaci¨®n del propio Rodrik que acaba de difundir el National Bureau of Economic Research, What Do Trade Agreements Really Do?. Seg¨²n la misma, los acuerdos comerciales, que actualmente van m¨¢s all¨¢ de la imposici¨®n de aranceles y cuotas, son el resultado de la b¨²squeda de rentas, de conductas interesadas por parte de las compa?¨ªas multinacionales bien conectadas, que bajo la etiqueta de libre comercio pueden generar resultados redistributivos adversos y perdidas de bienestar. Los ¨¢mbitos clave en los que esas regulaciones y armonizaciones se concretan son los derechos de la propiedad intelectual, los flujos de capital transfronterizos, los procedimientos para la resoluci¨®n de disputas y la armonizaci¨®n de est¨¢ndares regulatorios.
Es verdad que ¡°determinados tipos de ventajas competitivas socavan la legitimidad del comercio internacional¡±, ya sean las manejadas por multinacionales provenientes de econom¨ªas avanzadas o aquellas otras de las emergentes. Entre esas ventajas distantes del ¡°juego limpio¡± se encuentra el deterioro del medio ambiente, el empleo infantil o, en general, la vulneraci¨®n de los derechos de los trabajadores. Es un hecho que resulta imposible distinguir donde los bajos salarios son el resultado de baja productividad o de la violaci¨®n de derechos esenciales. Fue la reacci¨®n al dumping del acero chino en las que se basaron los aranceles impuestos por la UE a las importaciones de acero, mucho antes de que Trump lo decidiera unilateralmente.
Las cr¨ªticas de Rodrik a diversos aspectos de la actual din¨¢mica de globalizaci¨®n van acompa?adas de propuestas, unas m¨¢s defendibles que otras, pero siempre animadas por la reducci¨®n de la fragilidad del actual sistema econ¨®mico global. Por situar las relaciones comerciales y financieras ¡°dentro de las fronteras de las instituciones que regulan, estabilizan y legitiman a los mercados¡±. Todo ello en aras de reducir las inseguridades e inequidades en la poblaci¨®n que la din¨¢mica actual est¨¢ creando, y el aprovechamiento de estas por planteamientos demag¨®gicos que disponen de un predicamento insospechado hace unos a?os. Algunos de ellos erigiendo todo tipo de barreras y dificultando el correcto funcionamiento de las instituciones multilaterales, sin dejar de invocar el libre comercio. Frente a ello, Dani Rodrik, al proponer una suerte de refundaci¨®n de los acuerdos de Bretton Woods, que dotaron de reglas a la econom¨ªa global a partir de la Segunda Guerra Mundial, no deja de ser un pragm¨¢tico que hoy ya no est¨¢ tan solo como el mismo cree. Conviene releerlo.
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