El electorado empieza a espabilar
Trump puede verse tentado a recurrir soluciones extremas para paliar su nula credibilidad
El programa pol¨ªtico republicano no tiene misterio. Desde hace al menos 40 a?os, el objetivo pol¨ªtico fundamental del partido ha sido la redistribuci¨®n hacia arriba de la renta: menos impuestos para los ricos y grandes recortes en los programas que ayudan a los pobres y a las clases medias. Hemos visto funcionar ese programa en la pol¨ªtica de todos los presidentes republicanos, desde Reagan hasta Trump, y en todas las propuestas de presupuestos de estrellas del partido como Paul Ryan, presidente de la C¨¢mara de Representantes.
Sin embargo, este programa pol¨ªtico es sumamente impopular. Solo peque?as minor¨ªas de votantes se muestran partidarias de rebajarles los impuestos a los ricos y a las grandes empresas; y menos a¨²n son los que defienden los recortes en los principales programas sociales. ?Por qu¨¦ entonces sigue siendo competitivo pol¨ªticamente el Partido Republicano? La respuesta es que se ha convertido en un maestro de la t¨¢ctica del se?uelo: pretender que se defiende una cosa y, una vez en el poder, hacer otra completamente distinta.
Pero si las elecciones especiales celebradas en tiempos de Trump sirven de indicativo, los votantes est¨¢n espabilando. Rick Saccone, el candidato republicano de un distrito electoral de Pensilvania profundamente republicano en el que Trump gan¨® por casi 20 puntos de ventaja, prob¨® no una, ni dos, sino tres t¨¢cticas de se?uelo distintas. Y parece que el martes sufri¨® una derrota por los pelos.
Al principio, los republicanos intentaron vender su candidato hablando de las rebajas fiscales de 2017, que calificaban de bendici¨®n para la clase media. Era una estrategia cl¨¢sica de los tiempos de Bush: las rebajas de impuestos de Trump, al igual que las de Bush, s¨ª ofrecen de hecho un alivio temporal a las familias de clase media, aunque den mucho m¨¢s a los ricos.
Lo que las convierte en un se?uelo es que las rebajas de impuestos, al final, hay que pagarlas; de hecho, algunos como Ryan apenas esperaron a que se secase la tinta de la ley para proclamar que es necesario recortar los programas sociales a fin de reducir el d¨¦ficit presupuestario que las bajadas de impuestos van a inflar. Y se repartan como se repartan los recortes de gastos necesarios para compensar la p¨¦rdida de ingresos, las rebajas fiscales har¨¢n que la mayor¨ªa de los estadounidenses est¨¦ peor (aunque, por supuesto, beneficiar¨¢n al 1% m¨¢s rico).
La cosa es que los votantes parecen haberse dado cuenta. Los grupos republicanos dejaron pr¨¢cticamente de hacer publicidad de las rebajas tributarias semanas antes de las elecciones, despu¨¦s de llegar aparentemente a la conclusi¨®n de que no estaban atrayendo muchos votos. Y los sondeos de la noche de elecciones indican que la sanidad ¡ªy, concretamente, la oposici¨®n a los intentos republicanos de revocar la Ley de Sanidad Asequible¡ª ha sido la cuesti¨®n clave en la votaci¨®n de Pensilvania.
Si los impuestos no venden, ?qu¨¦ tal los aranceles? En 2016, Trump se retrat¨® como un tipo distinto de republicano, un populista econ¨®mico que defender¨ªa al ciudadano com¨²n. En la pr¨¢ctica, ha sido completamente ortodoxo excepto en una cuesti¨®n, su voluntad de romper con el libre comercio. Y es posible que, en parte, anunciase los aranceles al acero en un esfuerzo por ganarse un distrito de una zona en la que antes predominaba el sector sider¨²rgico. O a lo mejor intentaba acallar el estruendo de Stormy Daniels. Con Trump, nunca se sabe.
En cualquier caso, no funcion¨®, quiz¨¢ porque muchos votantes de Pensilvania comprenden que la siderurgia ya no es lo que era, y que los viejos tiempos no van a volver. Actualmente, en el ¨¢rea metropolitana de Pittsburgh hay casi diez trabajadores de hospital por cada obrero sider¨²rgico, y seguramente, algunos votantes al menos se habr¨¢n dado cuenta de que los esfuerzos republicanos por recortar la sanidad amenazan sus puestos de trabajo as¨ª como su seguro de salud.
Por ¨²ltimo, los republicanos recurrieron al truco de siempre: tratar de distraer a los votantes de su programa econ¨®mico apelando a la enemistad racial, cultural y religiosa. Eso es lo que intent¨® hacer Gillespie en las elecciones a gobernador de Virginia, y en esta ¨²ltima campa?a Saccone proclamaba que lo que motiva a los dem¨®cratas es ¡°el odio a nuestro pa¨ªs¡± y el ¡°odio a Dios¡±. Pero no les ha funcionado ninguna de las dos veces.
?Por qu¨¦ no? Tal vez una respuesta sea que, a pesar de los brotes de racismo y antisemitismo durante el mandato de Trump, Estados Unidos en general es ahora un pa¨ªs mucho m¨¢s tolerante de lo que sol¨ªa ser. Pero hay tambi¨¦n cuestiones espec¨ªficas de Trump. A los republicanos les resulta dif¨ªcil presentarse como el partido del patriotismo y al mismo tiempo defender servilmente a un hombre que ocupa el cargo en parte gracias a la intervenci¨®n rusa, y que parece casi ansioso por demostrar que realmente es una marioneta de Vladimir Putin.
Y a pesar de recibir un apoyo abrumador de los evang¨¦licos blancos ¡ªlo que nos dice algo acerca del estado del cristianismo conservador¡ª sin duda Trump es el hombre menos piadoso de todos los que han ocupado la Casa Blanca.
De modo que el vuelco de Pensilvania no ha sido solo un anuncio de los probables avances dem¨®cratas. Ha mostrado tambi¨¦n la quiebra de todas las estrategias pol¨ªticas que han utilizado los republicanos para distraer a los votantes de un programa pol¨ªtico impopular.
Pero debo admitir que si bien es muy alentador que el electorado estadounidense empiece a espabilar, tambi¨¦n me pone nervioso. La historia dice que los republicanos no van a cambiar de rumbo, porque nunca lo hacen. Se limitar¨¢n a buscar distracciones mayores.
Y dado que todos los que mostraban un m¨ªnimo sentido de la responsabilidad se han ido del Gobierno de Trump, hay que preguntarse qu¨¦ ser¨¢ lo siguiente. En particular, los reg¨ªmenes en problemas ¡ªcomo, por ejemplo, la Junta militar argentina en la d¨¦cada de 1980¡ª intentan a menudo atraer a la poblaci¨®n con un peligroso aventurerismo en pol¨ªtica exterior. ?Est¨¢n seguros de que Trump no seguir¨¢ esa senda? ?Realmente seguros?
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa.
? The New York Times Company, 2018.
Traducci¨®n de News Clips.
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