La fiebre por minar bitcoins conquista Islandia
El consumo masivo de electricidad para fabricar criptomonedas suscita dudas por su efecto medioambiental. En el pa¨ªs n¨®rdico, las divisas digitales usan ya m¨¢s energ¨ªa que las familias
¡°Heaven¡± (cielo). El cartel que cuelga de la desvencijada puerta solo puede entenderse como una inesperada iron¨ªa. Un ruido ensordecedor da la bienvenida a los que se adentran en la sala. Peor a¨²n es el calor que desprenden los cientos de procesadores que tratan a toda velocidad de resolver problemas matem¨¢ticos con los que crear un nuevo bloque de bitcoins, lo que en el argot de este mundillo se conoce como minado de criptomonedas.
¡°Es una locura. Los inversores no dejan de llamar¡±, dicen en un centro de datos
La misma imagen se repite en otras estancias. Adem¨¢s, pilas de ordenadores se agolpan en el suelo a la espera de nuevas instalaciones listas para continuar explotando la gallina de los huevos de oro versi¨®n 2.0. ¡°Es una locura. Hace un a?o solo ten¨ªamos esta sala. Ahora disponemos de tres centros y estamos a punto de abrir otros cuatro. El tel¨¦fono no para de sonar. Son inversores tratando de que les alojemos sus m¨¢quinas¡±, asegura Marcel Mendes da Costa, gerente de Borealis. Aqu¨ª, en este descampado desangelado de Islandia, se palpa una nueva fiebre del oro. La del siglo XXI.
El minado de bitcoins ha llegado para quedarse: HS Orka, una de las grandes el¨¦ctricas de Islandia, avisa de que, por primera vez, en 2018 el consumo de energ¨ªa destinada a este complejo proceso superar¨¢ al de todos los hogares del pa¨ªs. En este mundo de las divisas digitales, el minado equivale a lo que en las monedas tradicionales ser¨ªa la impresi¨®n de billetes. Y si todo contin¨²a como hasta ahora, el proceso solo conoce una direcci¨®n: hacia arriba.
Seg¨²n estimaciones del economista Alex de Vries, el bitcoin habr¨¢ absorbido a finales de a?o la electricidad que consume un pa¨ªs como Austria, el 0,5% de toda la producida en el mundo. ¡°Puede parecer que no es mucho. Pero la energ¨ªa solar aporta un 1% de la electricidad total: y han hecho falta d¨¦cadas para llegar a ese porcentaje. En un solo a?o se dispara ahora el consumo y nadie sabe hasta d¨®nde puede llegar¡±, asegura al otro lado del tel¨¦fono. .
Compa?¨ªas el¨¦ctricas, empresas de centros de datos e inversores extranjeros se relamen pensando en los ping¨¹es beneficios. Pero el uso masivo de energ¨ªa para las criptomonedas ya ha hecho que organizaciones como Greenpeace hablen de una amenaza para el medio ambiente.
Islandia ofrece fr¨ªo para los ordenadores y fuentes de energ¨ªa renovable baratas y seguras
Pero, ?por qu¨¦ inversores de todos los tama?os y de todos los puntos del mundo han fijado su atenci¨®n en una isla perdida, a medio camino entre Am¨¦rica y Europa, con solo 350.00 habitantes? B¨¢sicamente, por el fr¨ªo y el bajo precio de la energ¨ªa. Aqu¨ª, donde la temperatura media ronda los cuatro grados ¡ªm¨¢s o menos la de una nevera¡ª, la naturaleza ofrece refrigeraci¨®n gratuita, una bendici¨®n para una industria cuyo principal enemigo es el calentamiento de equipos que trabajan 24 horas al d¨ªa, 365 d¨ªas al a?o. En este negocio, quien tiene m¨¢s armas contra el calor es el rey.
¡°Nuestro negocio consiste en vender mal tiempo¡±, dice medio en broma medio en serio G¨ªsli Katr¨ªnarson, jefe comercial de Advania, la mayor empresa de centros de datos en Islandia. Adem¨¢s, la abundancia de energ¨ªas renovables ¡ªprincipalmente, geot¨¦rmica e hidr¨¢ulica¡ª permite una electricidad a precios baj¨ªsimos. Si en el c¨®ctel se mezcla la seguridad de suministro que ofrece un pa¨ªs hiperdesarrollado, es comprensible el furor por el norte que invade a estos mineros digitales.
Mientras el negocio florece, organismos internacionales y grupos ecologistas se preguntan por sus efectos medioambientales. Agust¨ªn Carstens, director general del Banco Internacional de Pagos, defini¨® a las criptomonedas como una mezcla de ¡°burbuja, fraude de esquema Ponzi y desastre medioambiental¡±. Greenpeace alerta de que la demanda de energ¨ªa no para de crecer, y que solo un quinto de esta se cubre con energ¨ªas renovables. Incluso aunque en lugares como Islandia la pr¨¢ctica totalidad de los centros de datos usen energ¨ªas limpias, esto no hace desaparecer el problema. ¡°Los nuevos consumos de energ¨ªa deben moderarse. Si no, se estar¨¢ retrasando el proceso de transici¨®n energ¨¦tica¡±, explica Sara Pizzinato, responsable de Energ¨ªa de la ONG.
Pero el problema va m¨¢s all¨¢ de los bitcoins. Seg¨²n un estudio de Greenpeace, si Internet fuera un pa¨ªs, ser¨ªa el quinto mayor consumidor de energ¨ªa del mundo. En un art¨ªculo reciente, Heidar Gudjonsson, presidente de Vodafone Islandia, dec¨ªa que la huella de carbono que dejan las descargas de la canci¨®n Despacito equivale a la de las emisiones de gases anuales de 100.000 taxis.
Preguntas sin respuesta
Las dudas sobre el negocio de las criptomonedas no proceden solo del frente medioambiental. Sm¨¢ri McCarthy, activista digital y diputado del Partido Pirata, es uno de los l¨ªderes islandeses que m¨¢s alto habla de los problemas asociados al boyante negocio de los centros de datos. ¡°Hay muchas preguntas sin respuesta. ?Qui¨¦n se beneficia de unas operaciones que nadie controla? ?C¨®mo sabemos que no suponen una amenaza para la seguridad nacional? A un competidor podr¨ªa interesarle lanzar un ataque que dejara al pa¨ªs sin Internet. No pretendeo ilegalizar estas operaciones, pero s¨ª regularlas¡± afirma el combativo diputado en un despacho del Althing, el Parlamento island¨¦s.
La granja de minado de Borealis es la versi¨®n de bajo coste de los modernos centros de datos. Aqu¨ª no hay sofisticados sistemas de refrigeraci¨®n. Solo se ven hileras de ordenadores trabajando sin descanso; y unos tubos que expulsan el calor hacia el techo. Las paredes son de una especie de gomaespuma que deja entrar el fr¨ªo en una zona en la que dos semanas atr¨¢s, en una primavera pr¨¢cticamente inexistente, la temperatura rondaba los cinco grados.
El inter¨¦s se dispar¨® el a?o pasado, cuando el bitcoin pas¨® de valer menos de 1.000 d¨®lares en enero a casi 20.000 de diciembre. Entonces llegaron lo que Mendes da Costa, uno de los responsables del centro de datos, llama ¡°cowboys¡±. ¡°Eran los inversores que ven¨ªan con la idea de ¡®coge el dinero y corre¡¯. Pero ese tipo de clientes est¨¢ disminuyendo¡±, asegura este holand¨¦s mudado a Islandia. Con el descenso de la cotizaci¨®n del bitcoin ¡ªesta semana ha oscilado entre 7.500 y 8.500 d¨®lares¡ª, en este negocio ven asentarse a los clientes con vocaci¨®n de medio o largo plazo, grandes entidades financieras internacionales incluidas. Pero nadie garantiza qu¨¦ pasar¨¢ si el precio sigue a la baja. ¡°Si cae por debajo de 6.000 d¨®lares, tendremos problemas¡±, vaticina el gerente de Borealis.
J¨®hann Snorri Sigurbergsson, responsable de la empresa el¨¦ctrica HS Orka, llega tarde a la cita con EL PA?S en un pueblo cercano a Keflavik, la zona de Islandia donde se concentra la mayor parte de centros de datos. Justifica el retraso por la cantidad de peticiones que cada d¨ªa le llegan de inversores extranjeros deseosos de entrar en el negocio. ¡°Esta ma?ana ten¨ªa tres emails. Es as¨ª todos los d¨ªas¡±, se disculpa. Sigurbergsson resume una sensaci¨®n muy extendida estos d¨ªas en su sector: ¡°El objetivo es llegar aqu¨ª y hacer dinero r¨¢pido¡±.
Un robo masivo y un pr¨®fugo en el avi¨®n de la primera ministra
Estas semanas, los islandeses siguen con atenci¨®n una rocambolesca historia digna del thriller m¨¢s descabellado. El c¨®ctel incluye un robo de ordenadores, la huida de un delincuente y un vuelo donde coinciden el pr¨®fugo m¨¢s buscado del pa¨ªs con la primera ministra, la ecologista Katr¨ªn Jakobsd¨®ttir.
Sindri Thor Stef¨¢nsson puede presumir de ser el delincuente m¨¢s famoso de Islandia, un pa¨ªs con un baj¨ªsimo nivel de criminalidad. Primero protagoniz¨® un espectacular robo de 600 ordenadores dedicados al minado de bitcoin. M¨¢s tarde se escap¨® de la prisi¨®n de baja seguridad donde estaba encerrado y cogi¨® un avi¨®n a Suecia donde pudo saludar a la jefa de Gobierno. La aventura acab¨® d¨ªas m¨¢s tarde, cuando Stef¨¢nsson fue detenido tras posar sin complejos desde ?msterdam en el Instagram de un amigo, en una fotograf¨ªa donde se pod¨ªa leer #teamsindri (equipo de Sindri).
Al margen de la an¨¦cdota, este episodio muestra el problema de seguridad al que se enfrenta la floreciente industria del minado de bitcoins. ¡°Lo ocurrido nos ha hecho revisar todos nuestros protocolos de seguridad¡±, dicen en la empresa de centros de datos Advantia.
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