La ideolog¨ªa por encima de todo
Las elites republicanas no quieren que los pobres reciban ninguna clase de ayuda
![Protesta contra la retirada de cobertura sanitaria en Nueva York.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/EZ2DJUBPW5KIJQMJCVFD33GHUU.jpg?auth=3254ea6efdb21dd7b20e8c203489e801db964729feff613a42c4da75b66a2e5f&width=414)
Hace cuatro a?os, en el 50? aniversario de la guerra de Lyndon Johnson contra la pobreza, los republicanos de la C¨¢mara de Representantes, liderados por Paul Ryan, emitieron un informe en el que declaraban que dicha guerra hab¨ªa sido un fracaso. La pobreza, afirmaban, no hab¨ªa descendido. Por consiguiente, conclu¨ªan, hab¨ªa que recortar el gasto dedicado a los pobres.
La semana pasada, el Consejo de Asesores Econ¨®micos de Donald Trump emit¨ªa un nuevo informe sobre la pobreza y reconoc¨ªa lo dicho por la mayor¨ªa de los expertos en el tema: la medici¨®n habitual de la pobreza es muy defectuosa, y una mejor medici¨®n muestra avances sustanciales. De hecho, estos asesores llegaron a afirmar que la pobreza ya no es un problema. (?Alguna vez sale esta gente al mundo real?)
En cualquier caso, la guerra contra la pobreza, se afirmaba en el informe, ¡°ha terminado esencialmente y ha sido un ¨¦xito¡±. Y la respuesta, dice la Administraci¨®n de Trump, deber¨ªa ser¡ la de recortar el gasto dedicado a los pobres.
Es cierto que en el informe no se pide directamente que se recorten las prestaciones. En cambio, s¨ª se pide la imposici¨®n generalizada de requisitos laborales para acceder a programas de asistencia sanitaria para pobres (Medicaid), cupones de alimentos y otros. Pero eso tendr¨ªa el efecto de reducir dr¨¢sticamente la cobertura de esos programas.
Esta reducci¨®n de la cobertura no se deber¨ªa a que un gran n¨²mero de personas se gana la vida y ha conseguido salir de la pobreza. Es m¨¢s bien que a muchos estadounidenses pobres les resultar¨ªa imposible cumplir los requisitos por diversas razones ¡ªcomo la mala salud, la inestabilidad laboral para los trabajadores con salarios bajos, o unos tr¨¢mites abrumadores para quienes menos capacitados est¨¢n para afrontarlos¡ª y perder¨ªan la ayuda a pesar de seguir siendo pobres.
De modo que, con independencia de las pruebas, los republicanos siempre llegan a la misma conclusi¨®n pol¨ªtica. Que la guerra contra la pobreza ha sido un fracaso¡ dejemos de ayudar a los pobres. Que ha sido un ¨¦xito¡ dejemos de ayudar a los pobres. Y seamos claros: hablamos de todo un partido, no solo del Gobierno de Trump.
En concreto, a los gobernadores republicanos les apasiona recortarles las prestaciones a los ciudadanos de rentas m¨¢s bajas. En Kentucky, el gobernador Matt Bevin intent¨® imponer unos requisitos laborales estrictos para tener derecho a la asistencia sanitaria gratuita. Cuando un tribunal sentenci¨® que su plan infring¨ªa la ley, ¨¦l se desquit¨® recortando abruptamente la cobertura dental y de la vista a cientos de miles de personas.
En Maine, los votantes aprobaron abrumadoramente una iniciativa para ampliar la asistencia sanitaria gratuita de acuerdo con lo establecido en la reforma sanitaria de Barack Obama. Pero el gobernador Paul LePage se ha negado a aplicar dicha ampliaci¨®n?¡ªque se financiar¨ªa principalmente con fondos federales¡ª a pesar de una orden judicial, y ha declarado que est¨¢ dispuesto a ir a la c¨¢rcel antes que ver a sus votantes recibir atenci¨®n sanitaria.
?A qu¨¦ se debe esta guerra republicana contra los pobres?
No es una cuesti¨®n de incentivos. La persistente afirmaci¨®n derechista de que Estados Unidos est¨¢ lleno de ¡°gorrones¡± que viven de los programas sociales cuando deber¨ªan estar trabajando quiz¨¢ sea lo que los conservadores quieren creer, pero es sencillamente falsa. En su mayor¨ªa, los adultos no discapacitados que perciben ayudas trabajan; la mayor¨ªa de los que no trabajan tienen en general buenas razones para no hacerlo, como problemas de salud o la necesidad de cuidar a miembros de su familia. El recorte de prestaciones llevar¨ªa a algunas de estas personas a trabajar por pura desesperaci¨®n, aunque no a muchas y con un enorme coste para su bienestar.
Y las afirmaciones de que unos programas sociales excesivamente generosos son la causa de que disminuya la participaci¨®n en la poblaci¨®n activa pueden refutarse f¨¢cilmente analizando los datos internacionales. Los Estados del bienestar europeos ¡ªo como dicen los conservadores, sus ¡°fracasados¡± Estados del bienestar¡ª proporcionan ayudas mucho m¨¢s generosas que nosotros a las familias de rentas bajas, y en consecuencia tienen mucha menos pobreza. Y sin embargo, los adultos en sus a?os de vida activa m¨¢s productivos tienen m¨¢s probabilidades que los de Estados Unidos de estar empleados.
Tampoco se trata de dinero. A escala estatal, muchos gobernadores republicanos siguen neg¨¢ndose a ampliar el Medicaid, a pesar de que les costar¨ªa poco y aportar¨ªa dinero a la econom¨ªa de sus estados. A escala federal, har¨ªan falta recortes de prestaciones draconianos, que impondr¨ªan un sufrimiento inmenso, para ahorrar la misma cantidad de dinero que el Partido Republicano regal¨® tranquilamente con la rebaja de impuestos del a?o pasado.
?Y la respuesta tradicional de que es una cuesti¨®n de racismo? A menudo se ha pensado que los programas sociales ayudan a ¡°esa gente¡±, no a los estadounidenses blancos. Y seguramente sea en parte lo que ocurre.
Pero no puede tratarse solo de eso, ya que los republicanos est¨¢n obsesionados con recortar las prestaciones sociales a los menos afortunados incluso en lugares como Maine, poblado abrumadoramente por blancos no hispanos.
?A qu¨¦ se debe entonces la guerra contra los pobres? Desde mi punto de vista, hay que distinguir entre lo que motiva a las bases republicanas y lo que motiva a los pol¨ªticos conservadores. Muchos trabajadores manuales blancos piensan que los pobres son perezosos y prefieren vivir de la asistencia p¨²blica. Pero como muestra lo ocurrido en Maine, estas creencias no constituyen un elemento central en la guerra contra los pobres, que est¨¢ siendo impulsada principalmente por las ¨¦lites pol¨ªticas.
Y lo que motiva a estas ¨¦lites es la ideolog¨ªa. Sus identidades pol¨ªticas, por no mencionar sus trayectorias profesionales, est¨¢n envueltas en la noci¨®n de que un gobierno grande siempre es malo. De modo que, en parte, se oponen a los programas que ayudan a los pobres por una hostilidad general hacia los ¡°gorrones¡±, pero tambi¨¦n porque odian la idea de que el Estado ayude a cualquiera.?
Y si se salen con la suya, la sociedad dejar¨¢ de ayudar a decenas de millones de estadounidenses que necesitan desesperadamente esa ayuda.
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