Lo que falta en Grecia
La austeridad agrav¨® la crisis, no la cre¨®. Asegure ahora la UE una mayor inversi¨®n
Que la austeridad indiscriminada agrav¨® la crisis de Grecia desde 2010, es poco discutible. Que su exclusi¨®n de los mercados financieros durase ocho a?os y confirmase el error proc¨ªclico recesivo es de caj¨®n. Que el brutal alcance de la crisis socio-pol¨ªtica derivada pudo evitarse parece la consecuencia l¨®gica de todo ello.
Pero los errores de la receta europea constituyen solo parte del drama. No su origen. La enfermedad griega se gest¨® a nivel nacional. Por culpa del clientelismo de su dirigencia y por la inexistencia de un Estado moderno: no lo es aqu¨¦l en que el fraude fiscal alcanza el 70% del IVA (en Espa?a, el 30%); que carece de registro de la propiedad (justo ahora empieza a abarcar un tercio de las fincas); en que proliferan por decenas los sistemas de Seguridad Social p¨²blica, con privilegios seg¨²n sea el grupo de presi¨®n beneficiario, en vez de tener uno, ¨²nico y universal.
Y adem¨¢s, no se olvide que se desplegaron en un contexto de Gran Recesi¨®n y de profusa especulaci¨®n en los mercados.
Visto desde despu¨¦s, pregunt¨¦monos: ?hab¨ªa otras alternativas? Algo, por ucr¨®nico, imposible de verificar, aunque argumentable. La hubo: la del palo y tente tieso de los economistas ultraderechistas como el alem¨¢n Hans Werner Sinn, y profetas dudosamente progresistas, como Nouriel Roubini. A saber, la salida forzada de Grecia del euro, su retorno al dracma, el impago de la deuda (quita global) y su entrega al FMI.
Peque?o detalle: la vuelta a la divisa nacional no habr¨ªa esquivado la devaluaci¨®n (tambi¨¦n salarial), el impago habr¨ªa estigmatizado al pa¨ªs impidiendo su acceso a los mercados (a corto y medio plazo) y el apoyo solitario del FMI supon¨ªa descartar los 280.000 millones de euros en ayuda directa de la UE: aunque el grueso fuese a asegurar los intereses de los bancos alemanes y franceses, no todo se agot¨® ah¨ª.
El contraejemplo es Argentina. ?Fue m¨¢s benigno su rescate de 2000 que el griego de 2010? Fue m¨¢s duro y m¨¢s largo. Y su crisis, recidivante, como se ha demostrado el pasado mayo.
Pero hab¨ªa otra alternativa: el mismo apoyo europeo, bien hecho. Iguales pr¨¦stamos de los rescates de 2010, 2012 y 2015, pero en las mejores condiciones (tipos de inter¨¦s bajos y plazos de amortizaci¨®n largos) del tercer rescate. La incompetencia griega, el ego¨ªsta cortoplacismo alem¨¢n y la inexperiencia de la UE (fue su 1929) lo impidieron.
El final del rescate griego no es el fin de su deuda (pas¨® del 146,2% del PIB al 178,6%), ni la recuperaci¨®n autom¨¢tica de todo el PIB perdido (un 25%), ni de la brecha social (un tercio largo de la poblaci¨®n en la pobreza), ni la sanidad de su banca (48% de cr¨¦ditos dudosos): el autorrescate seguir¨¢ por decenios. Pero s¨ª la vuelta al crecimiento (1,4% del PIB en 2017) y al super¨¢vit presupuestario (0,8% del PIB), requisitos para todo ello.
La inc¨®gnita es ?lograr¨¢ Grecia cumplir las proyecciones de crecimiento y saneamientos asumidas? Son muy exigentes. Suponen que hasta 2060 deber¨¢ exhibir un super¨¢vit presupuestario primario (sin intereses de la deuda) del 2%. Y hasta 2022, ?del 3,5%! Aunque cualquier rev¨¦s puede impedirlo, el dato de 2017 promete: alcanz¨® un meritorio 4,2%.
Para consolidar esa senda es imprescindible apuntalar desde fuera el crecimiento. Y pues, la inversi¨®n. Una adaptaci¨®n del Plan Juncker, o los planes m¨¢s avanzados (y aplazados) de reforzar el euro mediante un fondo de inversiones para los pa¨ªses m¨¢s vulnerables, se hacen urgentes. Deber¨ªan empezar por Grecia. Y as¨ª, adem¨¢s, la UE se rescatar¨ªa de sus propios errores.
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