La complacencia con los monopolios tecnol¨®gicos
En breve podr¨¢n desplegarse escuadrones aut¨®nomos y colaborativos de cazas y drones sin presencia humana
En el campo tecnol¨®gico se configuran dos grandes tecnogrupos a escala mundial. Uno es el denominado FAANG (Facebook, Amazon, Apple, Netflix y Alphabet) y el otro se conoce como BAT (Baidu, Alibaba y Tencent). Ambos grupos dominan con autoridad sus respectivos mercados comerciales locales, tanto en Estados Unidos como en China. Son empresas globales, de primer orden, que ahora libran sus principales batallas en los mercados emergentes. Europa se puede considerar alineada con FAANG.
Los americanos est¨¢n inquietos con el progresivo avance de la tecnolog¨ªa china, estimulada por el programa Made in China 2025. Temen perder la partida en un sector trascendental e intentan blindar ciertas compa?¨ªas frente a posibles adquisiciones del exterior (Qualcomm, etc¨¦tera), especialmente aquellas con tecnolog¨ªa sensible como la inteligencia artificial (IA) o el 5G, por ejemplo. China tambi¨¦n est¨¢ en esa senda.
Pero esta confrontaci¨®n comercial tambi¨¦n tiene repercusiones en el ¨¢mbito militar. El futuro de la guerra pasa por desarrollar m¨¢s actividades en ¨¢mbitos verticales t¨¦cnicamente muy sofisticados. Muchos teatros de operaciones quedar¨¢n resguardados de la luz p¨²blica y habr¨¢ pocos efectivos en campo. La frontera entre lo militar y lo comercial puede tornarse m¨¢s borrosa de lo que es.
Los actores principales en esta guerra de penumbra participan con potentes activos virtuales y f¨ªsicos. Uno de los frentes estrat¨¦gicos es la denominada ciberguerra, que en la fase actual se puede calificar como de primera generaci¨®n (comparado con lo que vendr¨¢). B¨¢sicamente, consiste en hackear sistemas para acceder a datos o al control de dispositivos clave, plataformas o infraestructuras, con tal de perpetrar acciones espec¨ªficas. Pero a medida que esa ciberguerra va evolucionando y adquiere mayor protagonismo, se torna m¨¢s peligrosa y costosa. A esta situaci¨®n contribuyen dos componentes clave: la cantidad masiva de datos acumulada en la nube y la inteligencia artificial. Cuando se dispone de ambas piezas (tanto en cantidad como en calidad), los resultados se magnifican y la combinaci¨®n resulta letal. Ese gran oc¨¦ano de big data no s¨®lo nutre a los algoritmos de IA, sino que les asegura un autoaprendizaje continuado para encauzar mejores decisiones y acciones.
A medio plazo, la tendencia apunta hacia un desenlace tipo the winner takes it all (el ganador se lleva todo). Para calibrar esta cuesti¨®n, basta con pensar en un coche autopilotado. En el futuro, su pasajero no se conformar¨¢ con cualquier tecnolog¨ªa de autoguiado: exigir¨¢ la m¨¢s segura (menor ratio de accidentes por kil¨®metro, mayor experiencia acumulada, etc¨¦tera). Habr¨¢ varios fabricantes y muchos modelos de autom¨®viles, pero quiz¨¢ s¨®lo un par de l¨ªderes en plataformas de movilidad, algo parecido a lo que ocurre con los sistemas operativos en inform¨¢tica y telefon¨ªa.
En determinados aspectos, el desarrollo tecnol¨®gico alcanzado por los gigantes tecnol¨®gicos es m¨¢s avanzado que el de muchas empresas de suministro militar. En estas circunstancias, los departamentos de defensa parecen sentirse c¨®modos observando c¨®mo esas compa?¨ªas comerciales desarrollan potentes funcionalidades que pueden ser cr¨ªticas para sus intereses; no tienen necesidad de ejercer directamente su control o propiedad (por el momento).
Un indicio que apunta en esta direcci¨®n es la gran tolerancia que impera con la formaci¨®n de monopolios tecnol¨®gicos. Es como si a esos titanes se les concediera un prolongado tiempo de gracia, bajo custodia y complacencia gubernamental. Obviamente, esta situaci¨®n no es la mejor para las instituciones castrenses (ni para los consumidores, por supuesto), pero dada la magnitud y sofisticaci¨®n de los proyectos que se barajan, deben de pensar que es la opci¨®n menos mala. Limitar el crecimiento de esos monopolios queda fuera de la estrategia.
En poco tiempo (o ya), la tecnolog¨ªa permitir¨¢ desplegar escuadrones aut¨®nomos colaborativos de cazas, drones o tanques, sin requerir presencia humana (o muy limitada). Con armamento inteligente, los sistemas reconocer¨¢n autom¨¢ticamente sus objetivos y decidir¨¢n la opci¨®n m¨¢s apropiada para afrontarlos. En cuesti¨®n de milisegundos, podr¨¢n pasar muchas cosas trascendentales. En estas circunstancias, los gigantes tecnol¨®gicos pueden suponer un plus esencial a la hora de librar una guerra.
Quiz¨¢ tengamos la ¡°fortuna¡± de que los sistemas de la ciberguerra lleguen a implementar algoritmos con reglas ¨¦ticas de m¨ªnimos, para aplicarlas en milisegundos.
Xavier Alcober es ingeniero y consultor.
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