El c¨®digo postal m¨¢s rico y el m¨¢s pobre: as¨ª son y as¨ª se vive en La Moraleja y Carr¨²s
Los habitantes de Carr¨²s Este, en Elche, disponen de una renta anual por persona de 13.286 euros, el 11,7% de los 113.642 euros del barrio m¨¢s rico de Espa?a, La Moraleja, en Alcobendas
En el barrio m¨¢s rico de Espa?a, La Moraleja, en Alcobendas (Madrid), los vecinos tienen una renta anual ocho veces superior a la del m¨¢s pobre, Carr¨²s Este, en Elche (Alicante). Los 100.000 euros de renta media disponible que les separan convierten a estas dos zonas en un espejo de la desigualdad econ¨®mica. Por primera vez, la Agencia Tributaria ha analizado los datos de los declarantes del IRPF por c¨®digo postal en 33 grandes ciudades espa?olas. De los 10 barrios con mayor renta, cinco est¨¢n en Madrid capital y tres en Barcelona. Tres vecindarios de Elche se sit¨²an entre los 10 m¨¢s desfavorecidos.
Carr¨²s Este, devaluado por la crisis, el tiempo y lo que no se ve
En la plaza de Barcelona de Elche (Alicante) hay una oficina bancaria, un mercado de abastos y un colegio. Hacia arriba, est¨¢ el barrio de Carr¨²s Este. Pero en Elche es tan importante lo que se ve como lo que no. Antes de la crisis, en la plaza hab¨ªa m¨¢s bancos. Los puestos del mercado se est¨¢n vaciando. Y el colegio afronta las necesidades de un alumnado mayoritariamente inmigrante. Carr¨²s Este es el barrio con la renta disponible m¨¢s baja de Espa?a. 13.286 euros anuales por cabeza, seg¨²n los datos de 2016 de la Agencia Tributaria.
Entre la plaza de Barcelona y la del 1 de Mayo, se extiende un barrio obrero que brot¨® en los a?os sesenta del siglo XX para alojar a los inmigrantes que llegaban del resto de Espa?a para enrolarse en la industria del calzado, el motor econ¨®mico de la ciudad. Entonces lleg¨® Antonio L¨®pez, jienense de 75 a?os, antiguo ch¨®fer ahora jubilado. Lo que se encontr¨® era ¡°un buen barrio¡± que ¨²ltimamente ¡°se ha estropeado¡±. Mientras pasea a su perro, Antonio echa de menos los negocios de antes.
El deterioro de las viviendas es evidente. Casi todos los edificios presentan desconchones. Una de las viviendas de la zona, casi todas de dos plantas, casi todas sin ascensor, se derrumb¨®. Sigue igual, porque los vecinos no ten¨ªan dinero para el seguro. En estas condiciones, los hijos de la primera oleada de habitantes se han marchado. Y han sido sustituidos por personas de renta baja. En gran parte, inmigrantes extranjeros. Un 30%, seg¨²n datos municipales. Son los nuevos vecinos del barrio. Como Tour¨¦ Modu Biabo, un espa?ol de origen senegal¨¦s que lleva 23 a?os en Elche. ¡°El barrio es feo¡±, concede. ¡°Pero la convivencia es muy agradable, pese a los prejuicios¡±, a?ade.
Tour¨¦ no se cree los datos de la Agencia Tributaria. ¡°Lo que pasa es que en Elche hay mucha econom¨ªa sumergida¡±, sentencia. Es la eterna sospecha de la industria del calzado. La situaci¨®n de las aparadoras, mujeres que se dedican a coser zapatos sin contrato. Narciso Larrosa es ilicitano y tiene la misma opini¨®n. Incide en las ¡°rentas sumergidas¡± de la poblaci¨®n. Elche y la importancia de lo que no se ve.
Cae la tarde y aparecen un par de muchachos encapuchados. Una empleada del centro social defiende el barrio por la humildad de sus vecinos, ¡°de clase baja o muy baja¡±. Pero alerta de que se mueve ¡°mucha droga¡±. ¡°Nadie habla de ello¡±, contin¨²a.
El p¨¢rroco Jos¨¦ Mar¨ªa Galant se?ala que ¡°desde 2010, al principio de la crisis, el barrio se ha fastidiado¡±. ¡°Los abuelos comenzaron a mantener a los nietos con sus pensiones¡±. Poco a poco, fue bajando el n¨²mero de celebraciones. ¡°Antes ten¨ªamos que doblar turnos para atender a todas las bodas y comunion, pero ahora casi no tenemos¡±. En parte, por la crisis. En parte, por la llegada de otras religiones. ¡°Aqu¨ª al lado hay una mezquita¡±, apunta, ¡°y C¨¢ritas atiende aqu¨ª a mucha poblaci¨®n musulmana¡±.
Por tel¨¦fono, el alcalde, Carlos Gonz¨¢lez (PSPV-PSOE), asegura que conoce ¡°el problema y las causas¡± que han deteriorado el barrio de Carr¨²s Este, muy cerca de donde ¨¦l naci¨®. Una zona ¡°deprimida¡±, dice, ¡°con importantes desigualdades y gran vulnerabilidad social¡±. El alcalde a?ade que el barrio m¨¢s pobre de Espa?a ¡°no tiene ning¨²n grado de conflictividad¡± aunque ¡°padece una gran devaluaci¨®n del parque de vivienda¡±. Lo que se ve. Y sobre la econom¨ªa sumergida, subraya que su equipo de Gobierno ha emitido ¡°una declaraci¨®n institucional contra ella¡±. Lo que no se ve.
La Moraleja, el kil¨®metro cero de la riqueza
La carretera de Madrid a Burgos no solo separa un c¨®digo postal de otro. Es la frontera entre dos mundos. Los edificios cuadrados y anaranjados de Alcobendas, en el norte de Madrid, desaparecen al acercarse a la urbanizaci¨®n de La Moraleja. Chal¨¦s adosados, villas inexpugnables, c¨¢maras de seguridad y colegios (privados) con apellidos extranjeros y de santo son los protagonistas de este pedazo de la capital rodeado por la vegetaci¨®n, donde conviven todos los clich¨¦s asociados a la riqueza. No por nada es el barrio m¨¢s adinerado de Espa?a, seg¨²n la Agencia Tributaria, con una renta media de 113.642 euros.
La brecha entre La Moraleja y el resto de Alcobendas es tan grande que este municipio resulta ser el m¨¢s desigual de Espa?a, seg¨²n la estad¨ªstica de Hacienda. La acaudalada urbanizaci¨®n hasta prob¨® a separarse del municipio en 1989, alegando que la cantidad de impuestos pagados era demasiado elevada por los servicios recibidos. El intento qued¨® frustrado, pero las diferencias persisten.
¡°La gente en La Moraleja vive mucho de valla para dentro¡±, dice un trabajador de la urbanizaci¨®n
De los m¨¢s de 1.100 anuncios de viviendas en venta en Idealista, solo 38 cuestan menos de 500.000 euros. Este barrio, que hasta mediado el siglo XX era una finca privada propiedad de la nobleza, adem¨¢s que por el lujo destaca por la discreci¨®n de sus residentes (unos 12.000), pr¨¢cticamente invisibles. Pocas personas pasean por las calles que serpentean entre las urbanizaciones cerradas a cal y canto, y muchas de ellas est¨¢n empleadas por las familias de la zona. Como Arantxa, que trabaja como dog-sitter ¡ªcuidadora de perros¡ª, o Marleny, una joven empleada hondure?a. Casi no hay tiendas, cafeter¨ªas o supermercados.
¡°Aqu¨ª se vive mucho de valla para adentro¡±, dice Jer¨®nimo Hornero, que lleva 27 a?os trabajando en el mantenimiento de la urbanizaci¨®n. ¡°Es muy tranquilo¡±, abunda un vecino. La ¨²nica pega, dice, es que es imposible vivir sin coche.
Y eso que hasta hay una parada de metro con el nombre del barrio, un bautizo que caus¨® debate en 2007, cuando se inaugur¨®, entre la entonces presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, y el alcalde de Alcobendas. El edil insisti¨® en que se llamara Arroyo de la Vega, que es la localidad donde realmente se encuentra, pero perdi¨® la batalla.
Cerca de un kil¨®metro separa la estaci¨®n de la Plaza de los Ciervos, una de las pocas zonas de ocio a la entrada de la urbanizaci¨®n por donde desfilan coches de v¨¦rtigo. Hay aparcados un Ferrari blanco, un flamante Porsche e innumerables modelos del triunvirato alem¨¢n de alta gama: Audi, BMW y Mercedes.
En una de las cafeter¨ªas lim¨ªtrofes desayuna Carmen, una mujer mayor y cuidadosamente maquillada que se fue del barrio en los noventa, cuando empez¨® a percibir que la vida ya no era la de antes. ¡°Cambi¨® a partir de la democracia. No s¨¦ c¨®mo decirlo... lleg¨® gente... Me entiendes, ?no?¡±, pregunta mientras acaba su cruas¨¢n.
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