Europa en la guerra comercial
Todo el iliberalismo que obstaculice el comercio internacional perjudica a la UE m¨¢s que al resto
La Uni¨®n Europea esquivar¨¢ hoy un insidioso envite: el alza de los aranceles de EE UU a la exportaci¨®n de sus autom¨®viles.
Solo falta que se haga oficial, pues la Administraci¨®n Trump ya filtr¨® el aplazamiento de este castigo por seis meses. Aunque nunca se puede estar seguro de nada ante el estilo vol¨¢til, imprevisible e hist¨¦rico de la actual Casa Blanca.
Un ejemplo es su actitud ante China: acaba de ejecutar la segunda ronda de aranceles justo cuando propagaba que estaba al borde del acuerdo.
La amenaza proteccionista contra los coches europeos era muy insidiosa por su cuant¨ªa: mientras que la tarifa-base a los productos chinos solo ha aumentado dos veces y media (del 10% al 25%), la pensada para la automoci¨®n europea la multiplica diez veces (del 2,5% al 25%).
Y tambi¨¦n por qui¨¦n es su principal perjudicado: Alemania. Su mercado americano es muy relevante: para Daimler, el 25% de su exportaci¨®n; para BMW, el 17%. Y ya hemos comprobado c¨®mo un resfriado de este sector productivo alem¨¢n provoca la neumon¨ªa de la eurozona.
En efecto, el ¨²ltimo trimestre de 2018 la nueva normativa energ¨¦tica europea sobre la automoci¨®n recidiv¨® en una cuasi recesi¨®n, y esta, empeor¨® m¨¢s la ralentizaci¨®n de la econom¨ªa europea. De lo que se ha recuperado en el primer trimestre de 2019, con un alza del 0,4% del PIB, albricias.
Pero no deja de servir como ilustraci¨®n ¨²til sobre c¨®mo las grandes crisis suelen empezar por causas modestas (s¨®lo un sector), limitadas (pocos pa¨ªses) o aparentemente imperceptibles. Tambi¨¦n la debacle de las cajas espa?olas prendi¨® al explosionar la perif¨¦rica ¡ªnada sist¨¦mica¡ª, Caja Castilla-La Mancha.
Al cabo, Europa es la m¨¢s afectada por la guerra comercial porque es la primera potencia comercial mundial y la econom¨ªa m¨¢s abierta de todas. Todo el iliberalismo que obstaculice el comercio internacional la perjudica proporcionalmente m¨¢s que al resto.
Por eso es sana la continuidad en la estrategia de tratados comerciales que le ha llevado a firmar en los ¨²ltimos tiempos tres de gran alcance. Con Corea del Sur ¡ªque ha generado ya grandes resultados para ambas partes¡ª, Canad¨¢ ¡ªque ha incorporado nuevos sistemas m¨¢s p¨²blicos de resoluci¨®n de conflictos¡ª y Jap¨®n.
Todos ellos garantizan la autonom¨ªa legislativa de los europeos en materias sensibles en las que destacan, como los requerimientos medioambientales y laborales. En parte debidos a las presiones ecologistas, sindicales y de la izquierda de la izquierda: lo que hace m¨¢s incomprensible que esta no module su prejuicio anticomercial, heredero del est¨¦ril recelo contra la Europa de los mercaderes que retras¨® la incorporaci¨®n al europe¨ªsmo de los partidos comunistas.
Pero esa estrategia es ya insuficiente para doblegar los r¨ªgidos enfoques de sus rivales mundiales. Occidente tiene raz¨®n en que el modelo del capitalismo asi¨¢tico (formalmente comunista) malea la competencia a trav¨¦s de las ayudas de Estado y el enorme poder de sus empresas p¨²blicas. Pero carece de ella el modo pistolero de Trump para afrontarlo, con bilateralismo alicorto y guerras comerciales que a todos acaban perjudicando.
China tiene raz¨®n en su voluntad de mantener su exportaci¨®n gracias al sistema comercial multilateral. Pero no a base de pervertir su alma mediante subvenciones desmedidas y medidas iliberales.
Hay que articular con otros socios nuevos enfoques susceptibles de desbordar ambos ego¨ªsmos.
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