La crisis del caf¨¦: hay m¨¢s que nunca, pero ni usted ni los productores se benefician
El desplome del precio del grano por el exceso de oferta no se traduce en una bajada de la factura que paga el consumidor y mete en serios problemas a los peque?os agricultores de Latinoam¨¦rica
A los 73 a?os, a Antonio Mart¨ªnez la vida le guardaba un quiebro inesperado. Hace poco m¨¢s de un a?o, este productor de caf¨¦ del centro-sur de Honduras tuvo que desistir de invertir en su finca: dej¨® de abonar y de fertilizar, y rebaj¨® la contrataci¨®n de trabajadores para la ¨¦poca de corte. Lo m¨¢s parecido, reconoce, a dejar los cafetos abandonados a su suerte: si antes produc¨ªan 600 quintales al a?o, ahora solo rinden 200. ¡°Los precios son tan bajos que no tenemos manera de sostenerlos: no hay dinero para fertilizantes y no puedo asistirlos como merecen¡±, dice. Es un c¨ªrculo vicioso: el declive de precios lleva a menor inversi¨®n, la menor inversi¨®n desemboca en menor producci¨®n y la menor producci¨®n, vendida a precios cada vez m¨¢s bajos, acaban en ingresos menguantes.
Para compensar la p¨¦rdida de ingresos, Mart¨ªnez compr¨® ¡°dos vaquitas¡±, pero su rentabilidad dista mucho de la que consegu¨ªa solo cuatro a?os atr¨¢s, cuando vend¨ªa el caf¨¦ al doble de precio que hoy y el fertilizante y el combustible a¨²n no se hab¨ªan disparado. Su yerno, Javier Aguilera, due?o de una finca de dos hect¨¢reas en Marcala, cerca de la frontera con El Salvador, tambi¨¦n est¨¢ a punto de tirar la toalla por id¨¦nticos motivos. ¡°Seguimos¡±, dice por tel¨¦fono, ¡°porque no tenemos otra alternativa y cultivamos caf¨¦ desde que ¨¦ramos ni?os, no porque sea rentable. No sabemos hacer otra cosa, pero quien se gana el dinero es el intermediario y el exportador¡±.
Mart¨ªnez y Aguilera representan la cara m¨¢s amarga de un sector, el cafetalero, que pese al crecimiento sostenido de la demanda y la eclosi¨®n de las cafeter¨ªas gourmet en las principales ciudades del orbe, atraviesa la peor crisis de precios desde la debacle de hace casi dos d¨¦cadas. El futuro de millones de peque?os cafetaleros como ellos se juega estos d¨ªas en tres capitales financieras a miles de kil¨®metros de distancia de sus explotaciones, en la Bolsa de Nueva York, donde pese a una liger¨ªsima recuperaci¨®n en las ¨²ltimas semanas el grano cotiza en m¨ªnimos de 13 a?os arrastrado por la sobreoferta. La cosechas r¨¦cord en Brasil, aupadas por una creciente tecnificaci¨®n y un tipo de cambio favorable, y la fulgurante irrupci¨®n de Vietnam, que en 30 a?os ha pasado de ser un actor irrelevante a suministrar casi la quinta parte de la oferta mundial gracias a la mano de obra barata, emergen como los principales factores de este desnivel entre oferta y demanda. Este a?o, subraya Erick Quir¨®s, t¨¦cnico del Instituto Interamericano de Cooperaci¨®n para la Agricultura (IICA), ser¨¢ el tercero en el que la cosecha global supere al apetito de los consumidores.
En la adversidad la creatividad tiende a imponer su ley. Y ese desequilibrio en el mercado, que no tiene visos de terminar pronto ¡ª¡°en muchos otros pa¨ªses habr¨¢ una ca¨ªda de la producci¨®n en las pr¨®ximas cosechas, pero ser¨¢ insuficiente si Brasil sigue creciendo¡±, apunta Carlos Mera, de Rabobank¡ª ha llevado a importantes voces del sector a proponer ¨ªndices alternativos de cotizaci¨®n a Nueva York. ¡°Ha dejado de ser el referente de los caf¨¦s suaves lavados y ahora refleja el precio del caf¨¦ brasile?o¡±, critica el responsable de la Federaci¨®n Nacional de Cafeteros de Colombia, Roberto V¨¦lez, que reclama un precio base de dos d¨®lares por libra como ¨²nica v¨ªa para que los productores tengan un ingreso justo. En las ¨²ltimas semanas tambi¨¦n sobrevuela la posibilidad de que algunos de los principales exportadores mundiales creen un cartel, al estilo OPEP, para frenar el descalabro. Ser¨ªa un alivio, sobre todo, para pa¨ªses como Honduras o Colombia ¡ªpara los que supone la tercera parte de sus exportaciones¡ª, pero su puesta en marcha parece lejana. Y sin un aumento de la productividad de estas peque?as fincas, subrayan al un¨ªsono los especialistas consultados, poco podr¨¢n hacer en un mercado cada vez m¨¢s globalizado.
Una salida al ruido de las pistolas
En otras ¨¦pocas, por las empinadas monta?as de Mistrat¨® (Risaralda, Colombia), bajaba la muerte de mano de los grupos armados. En otros tiempos ¡ªno hace mucho¡ª en este pueblo ubicado en la cordillera occidental de Colombia, hubo loros y ¨¢rboles de arrayanes. Hace ya 15 a?os, cerca de 7.000 personas fueron v¨ªctimas de desapariciones y homicidios; se desplazaron cerca de 2.000 habitantes y el municipio entero fue declarado v¨ªctima del conflicto armado colombiano. Un pueblo de caf¨¦ que se quedaba sin gente que lo cultivara.
Eran otros tiempos, dice Arturo Mar¨ªn P¨¦rez, integrante de la Asociaci¨®n de Productores de Caf¨¦ de Alta Calidad de Mistrat¨®, Asojard¨ªn, que re¨²ne a 157 campesinos, de los cuales un 70% ha sido v¨ªctima de alg¨²n tipo e intentan exportar caf¨¦ de calidad como una forma de pasar esa p¨¢gina del pasado.
La postal de hoy es sin duda mejor. Ahora, sin embargo, el temor de la guerra se cambi¨® por la preocupaci¨®n de los bajos precios del caf¨¦, que los tiene cosechando a p¨¦rdida. Es momento de ¡°traviesa¡± o ¡°mitaca¡±, como llaman los campesinos a la recolecci¨®n secundaria, y todos esperan la cosecha de octubre; hablan de una helada en Brasil y de c¨®mo los vaivenes de la Bolsa de Nueva York afectan a su trabajo.
¡°Estados Unidos es el mayor consumidor mundial y Brasil, el mayor productor, y entre ellos dos han manipulado los precios con la Bolsa. Yo pienso, ombe, que nos dejen a nosotros negociar nuestro caf¨¦ directamente con los compradores a nivel internacional¡±, dice Mar¨ªn con su sombrero bien puesto y un poncho perfectamente doblado sobre su hombro izquierdo. Fue sastre, cri¨® a sus hijos ¡°en medio de la guerra¡±, ya export¨® su caf¨¦ a Jap¨®n y ahora est¨¢ convencido de la fuerza de la asociaci¨®n de caficultores.
Est¨¢ rodeado de mujeres que secundan su idea. Son Omaira Cardona, Aleida Parra y Luz Dary Posada, del comit¨¦ de mujeres caficultoras que decidieron recuperar sus tierras y ser ellas y no solo sus esposos, los due?os de las cosechas. Todas escaparon de alguna forma a la guerra por parte de las guerrillas de las FARC y el ELN; y de los paramilitares, o vieron morir a amigos y familiares.
En 2017, la Unidad para las V¨ªctimas de Colombia hizo una reparaci¨®n simb¨®lica a todos los habitantes de Mistrat¨® y, como parte de ella, les entreg¨® un centro de almacenamiento y embalaje de caf¨¦, que hoy administran j¨®venes como Rodrigo Mu?oz. Est¨¢n preocupados porque muchos j¨®venes dejan el campo y por eso crearon un grupo de Empalme Generacional, que atrae a los muchachos ense?¨¢ndoles cata y barismo (un barista es un profesional especializado en el caf¨¦ de alta calidad, que trabaja creando nuevas y diferentes bebidas basadas en ¨¦l).
¡°Yo tengo la ilusi¨®n de dedicarme siempre al caf¨¦ y no irme a la ciudad, pero la verdad es que trabajamos a p¨¦rdida. Uno a final de a?o coge la cosecha, paga las deudas, vuelve a quedar pelado y as¨ª sucesivamente¡±, dice Mu?oz.
La situaci¨®n no est¨¢ f¨¢cil, admiten. ¡°Los precios bajan pero los fertilizantes siempre suben. Mucha gente est¨¢ pasando por dificultades porque no tienen otros ingresos y se endeudan para comprar su comida. A m¨ª, a veces, me dan ganas de plantar ¨¢rboles en la finca y dejar el caf¨¦¡±, dice Omaira Cardona. Abandonar el caf¨¦ por otros cultivos es precisamente una de las estrategias de supervivencia de muchos caficultores en Colombia. En otras zonas, algunos convierten sus fincas en hoteles para turistas.
Pero mientras pasa la crisis, los integrantes de Asojard¨ªn siguen trabajando en su marca de caf¨¦ Arrayanes y est¨¢n escuchando propuestas para comercializarlo en el exterior.
El otro camino al ¨¦xito o, cuando menos, a la supervivencia, es el seguido por Iv¨¢n V¨¢squez, de 49 a?os, que en 2015 compr¨® un cafetal arrasado por una enfermedad que ha golpeado duramente al sector, la roya ¡ªque reduce dr¨¢sticamente los rendimientos¡ª, en Marcala (Honduras) y que logra vender su caf¨¦ de especialidad al triple de la cotizaci¨®n en el parqu¨¦. Su secreto: apostar solo por variedades de alta calidad, un banco de semillas parcialmente inmunizadas ante el hongo que causa la roya y la relaci¨®n directa, sin intermediarios, con sus clientes, peque?os tostadores europeos. ¡°Pase lo que pase en el mercado yo tengo un precio de venta ajeno. Si te concentras en tener un producto diferenciado, te va bien¡±, asegura.
El epicentro de la crisis est¨¢ en el cintur¨®n del caf¨¦, una franja entre los tr¨®picos de C¨¢ncer y de Capricornio donde se concentra el grueso de la producci¨®n. Pero el impacto es asim¨¦trico: Centroam¨¦rica, donde la mayor¨ªa de cafetales son familiares, es la regi¨®n m¨¢s golpeada. All¨ª, la tormenta es casi perfecta: a la crisis de precios se ha sumado una persistente sequ¨ªa y la enfermedad de la roya, una vieja conocida, pero que en el ¨²ltimo lustro ha golpeado con especial virulencia. Ambas se han convertido en uno de los factores detr¨¢s de la emigraci¨®n hacia EE UU.
El hijo de Antonio Mart¨ªnez fue uno de los que lo dej¨® todo hace poco m¨¢s de un a?o, cuando la crisis ya arreciaba y las posibilidades de salir adelante con el caf¨¦ eran m¨ªnimas, para marcharse con su familia al pa¨ªs norteamericano. Una historia que se repite en otros pa¨ªses de la regi¨®n como Guatemala. ¡°El peque?o productor que sigue lo hace porque no le queda otra, no porque sea rentable¡±, resume F¨¦lix Pozo, t¨¦cnico en Nicaragua de Procagica, un programa regional para hacer frente a la roya. ¡°El productor es la parte m¨¢s d¨¦bil de la cadena de valor: la producci¨®n de caf¨¦ tiene sus ra¨ªces en un sistema colonial que aprovech¨® tierra y la mano de obra de bajo coste para generar materia prima que despu¨¦s se procesa en el punto de consumo¡±, completa Ric Rhinehart, que acaba de dejar la direcci¨®n de la Asociaci¨®n de Caf¨¦ de Especialidad de EE UU para comandar un grupo de trabajo que buscar¨¢ soluciones a la crisis de precios. ¡°En su mayor¨ªa son peque?os propietarios con fincas de unas pocas hect¨¢reas, con poco o ning¨²n acceso a financiaci¨®n y en pa¨ªses en los que la infraestructura est¨¢ poco desarrollada¡±.
M¨¢s all¨¢ de la debacle puntual de precios hay una din¨¢mica de fondo mucho m¨¢s da?ina para el eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil de la cadena productiva: los 25 millones de familias que venden el grano verde en todo el mundo, 13 de ellos en los principales pa¨ªses cafetaleros latinoamericanos: M¨¦xico, Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Panam¨¢, Rep¨²blica Dominicana, Jamaica, Colombia, Per¨², Ecuador, Bolivia y, sobre todo, Brasil, origen del 37% de la oferta global. Est¨¢n en clara desproporci¨®n de fuerzas frente a los agentes m¨¢s poderosos de la cadena, ¡°que con una posici¨®n dominante imponen un precio artificialmente bajo¡±, apunta Fernando Morales, de Caf¨¦ for Change, una plataforma desde la que denuncia la situaci¨®n. Morales ilustra su discurso con un dato: en junio el precio de cotizaci¨®n lleg¨® a ser de menos de la cuarta parte de lo fijado por el Convenio Internacional del Caf¨¦ de 1983¡ªcon las cifras ya ajustadas por la inflaci¨®n¡ª. ¡°Para cumplir ese acuerdo, el precio deber¨ªa superar hoy los 3,6 d¨®lares por libra¡±, sentencia.
Radicalmente distinta es la situaci¨®n del resto de actores del mercado, que bien est¨¢n sacando tajada del rejonazo sobre los precios o, al menos, est¨¢n manteniendo su posici¨®n de dominio. Las acciones de Starbucks, que en la ¨²ltima d¨¦cada se han instalado en cada rinc¨®n de las grandes ciudades a lo largo y ancho del mundo, han cuadruplicado su valor en siete a?os, cuando la libra de caf¨¦ ar¨¢biga costaba el doble que hoy, y Nestl¨¦, matriz de Nespresso, Nescaf¨¦ o Dolce Gusto, vale hoy el doble que en 2013. Aunque el coste del caf¨¦ es solo una peque?¨ªsima parte de la matriz de costes de las cadenas de cafeter¨ªas ¡ªel 4%, seg¨²n un estudio del mercado brit¨¢nico elaborado por Allegra Strategies, del cual solo una m¨ªnima fracci¨®n llega al productor, una cifra que deber¨ªa hacer pensar a todos¡ª, a diferencia de lo que cabr¨ªa esperar, el abaratamiento de la materia prima no se ha trasladado al consumidor final: quien busca su dosis ma?anera de cafe¨ªna en una cafeter¨ªa de Madrid o de la Ciudad de M¨¦xico paga exactamente lo mismo que cuando la libra de caf¨¦ costaba en origen 1,8 d¨®lares, 80 centavos m¨¢s que hoy.
Inelasticidad
Lo mismo puede decir el comprador de caf¨¦ en supermercado: el desplome de precios no ha llegado a su taza. ¡°Un caf¨¦ en una capital cualquiera cuesta lo mismo que hace dos a?os y, por supuesto, mucho m¨¢s que hace 13. Y, aislando los costes laborales y otros factores inflacionistas, el mismo ejercicio arroja id¨¦nticos resultados en la compra de un paquete de 500 gramos de caf¨¦, por ejemplo¡±, apunta Andr¨¦s Musalem, de Euromonitor. ¡°Es un mercado muy inel¨¢stico: el caf¨¦ es algo que est¨¢ s¨ª o s¨ª en la cesta de la compra familiar de los pa¨ªses ricos, y los j¨®venes toman cada vez m¨¢s y de mayor calidad, premium: se ha convertido en un producto cool¡±, explica Alejandro Cadena, director general de Caravela, una multinacional que se dedica a la exportaci¨®n de variedades de alta calidad. Los tostadores ¡ªun sector hiperconcentrado, en el que un pu?ado de empresas se reparten la mitad del pastel¡ª y las cafeter¨ªas, a?ade, subieron los precios entre 2009 y 2015, pero no los han vuelto a bajar. ¡°Si la demanda sigue creciendo, ?por qu¨¦ iban a hacerlo?¡±.
Pr¨¢cticamente todas las miradas sit¨²an el origen del declive en la cotizaci¨®n a Brasil, un pa¨ªs que no ser¨ªa lo que es sin este grano: convirti¨® a S?o Paulo en el motor econ¨®mico nacional ¡ªlos magnates cafetaleros construyeron sus mansiones en la avenida Paulista, a¨²n la arteria principal¡ª y hoy es uno de los pa¨ªses m¨¢s diversos del mundo gracias a que abri¨® sus puertas a trabajadores de todo el planeta ¡ªde Italia a Jap¨®n¡ª para sustituir en los cafetales a los esclavos tra¨ªdos de ?frica.
Convertida en gran potencia cafetera, Brasil es el pa¨ªs que m¨¢s produce, m¨¢s exporta y uno de los que m¨¢s consume. De los cultivos repartidos en unas 300.000 haciendas ha salido en los ¨²ltimos ejercicios en torno a un tercio de la oferta mundial y sus cultivos rindieron en 2018 un 37% m¨¢s hasta los 61 millones de sacas de 60 kilos. M¨¢s de la mitad se vende en el exterior, sobre todo en EE UU, Alemania e Italia; la inmensa mayor¨ªa, ar¨¢biga, la joya de la corona. Unos ocho millones de empleos dependen directa o indirectamente del sector, que no ha dejado de expandirse en los ¨²ltimos a?os.
Pero lo que destaca del caso brasile?o es, sobre todo, el espectacular aumento de la productividad por hect¨¢rea en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas: se obtiene m¨¢s grano a pesar de que el ¨¢rea plantada se ha reducido. A finales del siglo XX, Brasil obten¨ªa unas ocho sacas por hect¨¢rea en los 2,5 millones de hect¨¢reas cultivadas, ahora logra sacar 30 sacas en cada una de los 1,9 millones de hect¨¢reas plantadas, seg¨²n explica Lucas Tadeu, jefe adjunto de Transferencia de Tecnolog¨ªa de Embrapa Caf¨¦, la filial sectorial de la gran empresa p¨²blica brasile?a de investigaci¨®n agropecuaria.
Inversiones
Aunque las primeras investigaciones para mejorar la producci¨®n del caf¨¦ en Brasil son de finales de siglo XIX, el Consorcio de Investigaci¨®n del Caf¨¦ que ahora asume esa misi¨®n fue creado en 1997 por medio centenar de instituciones, casi todas p¨²blicas. A lo largo de estos a?os se han realizado grandes inversiones para ¡°adaptar las semillas a las distintas regiones, hacerlas m¨¢s resistentes a las plagas, para que dieran grano de mejor calidad y un caf¨¦ m¨¢s sofisticado¡±, explica el directivo de Embrapa Caf¨¦. Tadeu es uno de los pocos que rechaza, sin embargo, que ese aumento de la producci¨®n brasile?a sea responsable del desplome de los precios mundiales porque, explica, ¡°todos los pa¨ªses productores contribuyeron a aumentar la producci¨®n mundial, Vietnam ya produce 31 millones de sacas, e Indonesia 20 millones¡±. El representante de Embrapa Caf¨¦ apunta m¨¢s bien a ¡°los fondos que manipulan los precios en las Bolsas de [caf¨¦ en] S?o Paulo, Nueva York y Londres. Cinco o seis grandes firmas¡± que controlan el mercado.
Una soluci¨®n de altura
Costa Rica, como en tantos otros campos, ha sabido reconvertirse ante la avalancha global que se ha producido en el merado cafetero y su desaf¨ªo es dar sostenibilidad al sistema exitoso que solo beneficia a unos pocos. El peque?o pa¨ªs centroamericano, en el que la mayor¨ªa de la producci¨®n proviene de fincas reducidas pero de alto impacto social, trata de expandir el ¨¦xito de los cafetaleros de altura que logran colocar sus granos de calidad a precios superiores al promedio internacional ¡ªa finales del pasado a?o los productores locales consegu¨ªan hasta 50 d¨®lares m¨¢s por quintal en relaci¨®n con los promedios que se pagaban por los granos de esta planta en los mercados de materias primas de Estados Unidos¡ª.
La realidad de muchos productores de zonas bajas costarricenses, en cambio, es mucho m¨¢s dura: tienen que soportar altos costes relativos, a lo que hay que a?adir una baja productividad por la dificultad de renovar cultivos, por el efecto clim¨¢tico y plagas asociadas. ¡°Mi familia siempre ha tenido caf¨¦ y yo tambi¨¦n, pero alquil¨¦ el cafetal a un sobrino, para ver si ¨¦l lo salva¡±, apunta Javier Fallas, agricultor de San Ram¨®n de Alajuela, al oeste del Valle Central costarricense. ¡°El caf¨¦ ya no da. Y es una l¨¢stima porque los terrenos son muy buenos, pero muchos prefieren venderlos para construcciones. Otros han dejado perder la plantaci¨®n porque es muy dif¨ªcil pelear contra la roya¡±.
El ¨²ltimo a?o, la cosecha ¡®tica¡¯ fue la m¨¢s baja en cuatro d¨¦cadas. El volumen total de la producci¨®n se ha reducido en un 43% en menos de dos d¨¦cadas. El total de hect¨¢reas cultivadas, por su parte, hab¨ªa descendido un 25% en 2014, cuando se realiz¨® el ¨²ltimo censo. Por eso la apuesta del sector quiere enfocarse en un consumidor m¨¢s selecto, aunque sea a costa de reducir los vol¨²menes: menos hect¨¢reas, pero m¨¢s productivas y, sobre todo, con un producto que se pueda vender m¨¢s caro. Es la ¨²nica salida para una crisis de la que los cafetales ¡®ticos¡¯ quieren huir a toda costa.
Abandonar el caf¨¦, sembrar otra cosa, algo que no d¨¦ p¨¦rdidas, no importa qu¨¦; buscarse la vida en la ciudad. En varias regiones cafeteras de Colombia, donde este grano es la principal exportaci¨®n y 540.000 familias viven de ¨¦l, la desesperaci¨®n es la nota predominante y la Federaci¨®n Nacional de Cafeteros llega a hablar de crisis humanitaria si las tornas no cambian pronto. La primera consecuencia tangible ha sido la reducci¨®n de las ¨¢reas cultivadas y la decisi¨®n de muchos campesinos de abandonar el rubro: en menos de cuatro a?os la superficie dedicada al caf¨¦ se ha reducido en casi un 7%. Y aunque no hay un dato concreto del n¨²mero de familias que han dejado el caf¨¦, s¨ª existe la certeza de que muchas se han pasado, parcial o totalmente, al aguacate ¡ªcuya cotizaci¨®n ha seguido, en los ¨²ltimos tiempos, una trayectoria opuesta a la del caf¨¦¡ª, la pi?a, la ca?a de az¨²car o el turismo.
Pero en Colombia, un pa¨ªs donde el conflicto armado persiste en varios lugares y el negocio de la coca es altamente rentable, hay un factor m¨¢s a tener en cuenta: el riesgo de que los campesinos que no ingresan lo suficiente para vivir se vean atra¨ªdos por los cultivos ilegales. ¡°Con estos precios, ?c¨®mo le pide a la gente del Cauca, Putumayo o Nari?o que no se metan a cultivar coca?¡±, apunta V¨¦lez, que cree inevitable que los campesinos se vean tentados. Esta tendencia ¡ªque tambi¨¦n se observa en Per¨²¡ª se extiende al cultivo de la materia prima de otras drogas, m¨¢s all¨¢ de la coca. ¡°Hoy ser cafetero es de valientes y muchos han decidido abandonar sus cultivos de caf¨¦ para meterse en la coca y la amapola¡±, subrayaba recientemente el congresista Julio C¨¦sar Triana.
Las cifras de baja rentabilidad sustentan la preocupaci¨®n. En Colombia, el 96% de los caficultores son peque?os productores y venden su cosecha a p¨¦rdida. ¡°No tiene ning¨²n sentido. La gran industria de las cafeter¨ªas se est¨¢ haciendo con toda la plata y a los especuladores no les importa si otros pierden. Mientras tanto, el productor se puede morir de hambre¡±, apostilla V¨¦lez. En estas circunstancias, el relevo generacional no es m¨¢s que una quimera: los hijos de los productores quieren, mayoritariamente, salir del campo. ¡°En generaci¨®n de relevo, si no logramos atraer a los muchachos con alguna garant¨ªa de que el negocio del caf¨¦ no va a ser perdedor, ser¨¢ muy dif¨ªcil continuarlo¡±. Y para que las peque?as fincas de muchas de las familias centroamericanas, colombianas o mexicanas que tienen en el caf¨¦ su medio de vida sean rentables y ¡°puedan vivir y no sobrevivir¡± con los ingresos derivados de la venta del grano, ¡°el precio tendr¨ªa que multiplicarse por siete u ocho¡±, cierra Alejandro Cadena, de Caravela.
La biblioteca que esconde la variedad perfecta
El brasile?o J¨²lio C¨¦sar Mistro camina entre enormes y antiqu¨ªsimas plantas de caf¨¦ que un agricultor echar¨ªa al fuego. Pero esto no es una hacienda cafetalera y Mistro no es un campesino. Es un cient¨ªfico, el director del ¨¢rea de investigaci¨®n del caf¨¦ del Instituto Agron¨®mico de Campinas (IAC). En realidad, todas esas plantas son como libros antiguos y Mistro camina por lo que es m¨¢s bien una gran biblioteca. El nombre cient¨ªfico es banco de germoplasma. El 80% de todo el caf¨¦ que se cultiva en Brasil fue desarrollado en este laboratorio. Es una ¨¢rea verde de 700 hect¨¢reas en el municipio de Campinas, a solo cien kil¨®metros del ca¨®tico centro de la ciudad de S?o Paulo. All¨ª funciona este organismo p¨²blico de investigaci¨®n que lleva 132 a?os estudiando c¨®mo mejorar la productividad de los alimentos. En el sector de caf¨¦, una m¨¢quina de expreso da la bienvenida a los visitantes. Los investigadores, y sus invitados, son los primeros en probar los granos que se est¨¢n estudiando en este centro de excelencia. Hay 12 centros similares repartidos por las zonas cafetaleras de Brasil.
Los investigadores del centro pueden tardar hasta 40 a?os en llegar a su principal objetivo: desarrollar una nueva cultivare. Es decir, una especie totalmente nueva de caf¨¦ que servir¨¢ a los grandes productores que necesitan mejorar su productividad o calidad del producto. Todo empieza en ese enorme banco de germoplasma, construido a partir de m¨¢s de 5.000 variedades tra¨ªdas de ?frica en los a?os sesenta. Los investigadores de Embrapa, el organismo del Gobierno brasile?o que investiga sobre el sector agropecuario y tiene un convenio con el IAC, estudian los genomas de las varias especies, las cruzan y experimentan para lograr determinadas caracter¨ªsticas. ¡°Podemos buscar as¨ª un caf¨¦ que resiste m¨¢s a las plagas y la sequ¨ªa, o un caf¨¦ con menos cafe¨ªna¡¡±, explica Lilian Padilha, especialista en gen¨¦tica molecular.
El 60% del ¨¦xito de un agricultor depende de la gen¨¦tica de la planta. El 40% restante de c¨®mo la cultivas, explica Mistro. ¡°Estudiamos y vendemos el paquete. Significa que determinada especie tiene que ser cultivada de determinada manera, con determinado fertilizante en determinada localidad¡±, a?ade. As¨ª que en una segunda etapa, fuera de los laboratorios, se hacen experimentos en los viveros y haciendas para comprobar si los descubrimientos han funcionado.
Toda la investigaci¨®n sobre caf¨¦ en este centro de Campinas ha estado volcada en atender los intereses del sector exportador. La productividad ha dado un salto desde la d¨¦cada de 1990, cuando se cultivaban 2.500 plantas caf¨¦ por hect¨¢rea. Hoy, afirma el investigador Mistro, se pueden plantar entre 5.000 y 6.000 en el mismo espacio. Tambi¨¦n se utiliza menos agua y menos m¨¢quinas pesadas, desacelerando la erosi¨®n del terreno. Las especies Mundo Novo y Catua¨ª son los principales logros del centro en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Todo un esfuerzo, abonado con dinero p¨²blico y tambi¨¦n con los recursos de un fondo formado por productores de caf¨¦.
Pero Brasil es conocido por la descomunal cantidad de caf¨¦ que produce, no por su calidad. Los mayores expertos en esa bebida, consumida cada vez m¨¢s internacionalmente, buscan en pa¨ªses como Colombia o Etiop¨ªa lo que consideran son los sabores m¨¢s refinados. El investigador Gerson Silva regres¨® a esa gran biblioteca que es el banco de germoplasta a buscar especies que ya no se cultivan, como el Bourbon. Poco productivas, la calidad es inmensamente superior. As¨ª que lleva 14 a?os intentando mejorar la calidad del caf¨¦ brasile?o y 2010 cre¨® en el IAC un sector que centrado en eso. ¡°Es una demanda que viene del mercado internacional, pero en Brasil tambi¨¦n tenemos un consumidor que quiere un caf¨¦ mejor¡±, explica Silva. Las c¨¢psulas y las nuevas m¨¢quinas han impulsado ese nuevo mercado y explican en parte esa nueva tendencia. Pero los consumidores quieren m¨¢s: algunos aceptan pagar por una taza de caf¨¦ especial hasta 50 reales (casi 12 euros) o unos 200 reales (50 euros) por unos gramos que puedan moler en casa y prepararlo de distintas formas. Muchos productores lo han notado y reservan parte de su producci¨®n para estos sibaritas.
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