Un premio en las trincheras
Reducir la pobreza sigue siendo un reto descomunal y de importancia incalculable en un mundo donde m¨¢s de 700 millones de personas viven en esas condiciones
![Abhijit Banerjee y Esther Duflo ganadores del premio Nobel de Econom¨ªa de 2019, junto a Michael Kremer, posan en la puerta de su casa en Boston, EE UU.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/MQBCHYZBAW4OITWZGD4OURLPJU.jpg?auth=bd316ee17e8a1397dd3481e67b85697ba31e65807219b7efd9f9afa353103eba&width=414)
Reducir la pobreza sigue siendo un reto descomunal y de importancia incalculable en un mundo en el que m¨¢s de 700 millones de personas viven en esas condiciones en pa¨ªses en desarrollo. Es una obligaci¨®n com¨²n porque la responsabilidad es siempre com¨²n y la econom¨ªa es global. La concesi¨®n del Nobel de Econom¨ªa a Abhijit Banerjee, Esther Duflo y Michael Kremer es un reconocimiento a este esfuerzo, pero, lo que es m¨¢s importante, a un avance cient¨ªfico de extraordinaria importancia cient¨ªfica: los experimentos de campo en Econom¨ªa. Lo explic¨® muy bien Duflo ¡ªsegunda mujer distinguida con este Nobel¡ª, que fue entrevistada telef¨®nicamente durante el anuncio del galard¨®n: se trata de llevar el laboratorio a la realidad para ver qu¨¦ acciones p¨²blicas son las que funcionan, evalu¨¢ndolas una a una de forma exhaustiva para luego analizar c¨®mo pueden funcionar de forma combinada.
La ciencia econ¨®mica dio un paso de gigante desde finales del siglo pasado cuando abraz¨® la psicolog¨ªa y los entornos experimentales. El reconocimiento a los estudios de campo debe servir de acicate para aplicarlo a aquellos contextos de an¨¢lisis econ¨®mico donde hay m¨¢s resistencia a probar otras metodolog¨ªas. Probablemente, ser¨¢ muy ¨²til all¨ª donde hay controversias importantes. Y donde, precisamente, hay dudas sobre qu¨¦ es lo que funciona.
Banerjee y Duflo, que trabajan juntos (adem¨¢s de ser pareja) en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) y Kremer (Harvard University) cuentan con un extens¨ªsimo curr¨ªculo y reconocimiento en la profesi¨®n. Sin embargo, probablemente, su mayor satisfacci¨®n es la de ver sus an¨¢lisis llevados con ¨¦xito a la pr¨¢ctica. Han probado, por ejemplo, c¨®mo programas educativos adaptados al nivel del alumnado funcionan mejor que los que quieren incorporar numerosos contenidos a la vez. Ya se aplican, de hecho, en la educaci¨®n de m¨¢s de 60 millones de ni?os en India y ?frica.
Los Nobel de Econom¨ªa son, cada vez m¨¢s, signo de nuestro tiempo. El de ayer muestra la transici¨®n hist¨®rica de una disciplina muy trascendente, la Econom¨ªa del Desarrollo.?Amartya Sen ya lo gan¨® en 1998 explicando los mecanismos subyacentes de la pobreza, pero la transformaci¨®n experimental ha elevado a otro nivel estos estudios. Refleja el valor de lo interdisciplinar y del esfuerzo colectivo, de los ¡°cientos de investigadores¡± a los que ayer hac¨ªan referencia los premiados. Alud¨ªan a variables que no suelen estar en los modelos econom¨¦tricos, como la dignidad o la esperanza. Que permiten mejorar, en esos estudios de campo, no solo programas de educaci¨®n, sino tambi¨¦n de sanidad, de agricultura y de acceso a cr¨¦dito.
Es costoso implementar estos programas experimentales, pero proporciona enormes r¨¦ditos que sobrepasan la inversi¨®n. Por eso fue especialmente emotivo cuando Duflo se refiri¨® a c¨®mo Marie Curie gast¨® la dotaci¨®n de su Nobel en comprar un gramo de radio (extraordinariamente costoso) y, c¨®mo ahora, los tres premiados tendr¨ªan que pensar en qu¨¦ ¡°gramo de radio¡± gastar su propio premio. Se trata de ordenar dos palabras clave, pol¨ªticas e incentivos. Descubrir lo que funciona desde las trincheras del experimento de campo.
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