El ¡°milagro chileno¡± choca con la realidad
El coste de la vida, los sueldos, las pensiones y los sistemas de salud y educaci¨®n se imponen a la mejora del ingreso en el imaginario colectivo del pa¨ªs sudamericano
Eat the rich, c¨®mete a los ricos. Pocas pintadas callejeras son tan elocuentes del momento que atraviesa un pa¨ªs como el grafiti con el que amaneci¨® pintada en las ¨²ltimas fechas la fachada de un hotel en Santiago de Chile. Un mensaje directo, en ingl¨¦s ¡ªpara que nadie, ni dentro ni fuera, pudiera escudarse en la barrera idiom¨¢tica¡ª y con dos claros destinatarios: las clases acomodadas de una naci¨®n que arde en protestas desde hace tres semanas y los turistas y hombres de negocios que visitan la capital en uno de sus periodos m¨¢s convulsos en mucho tiempo. Chile quiere justicia social y la quiere ya, tras d¨¦cadas de promesas incumplidas y de, en palabras de la economista del desarrollo Nora Lustig, ¡°un modelo privatizador de los servicios p¨²blicos que ha dejado fuera a muchos¡±. 2019, como rezaba otra de las muchas pintadas callejeras de potente carga pol¨ªtica que se han multiplicado en las calles santiaguinas, ser¨¢ recordado como el a?o en el que ¡°Chile despert¨®¡±.
Las recetas econ¨®micas aplicadas en las cuatro ¨²ltimas d¨¦cadas han resultado en una retah¨ªla de buenas palabras de los principales organismos internacionales, consagrando con la vitola de ¡°milagro econ¨®mico¡± regional por antonomasia por sus saludables tasas de crecimiento econ¨®mico y por haber logrado, en tiempo r¨¦cord, uno de las mayores ingresos por habitante de Am¨¦rica Latina ¡ªuna posici¨®n eternamente en disputa con Panam¨¢¡ª. Pero el chileno es un caso paradigm¨¢tico de una m¨¢xima que nunca conviene olvidar en econom¨ªa: que el ingreso per c¨¢pita, que llev¨® a un buen n¨²mero de economistas a compararlo con Corea del Sur, acaso el gran caso de ¨¦xito contempor¨¢neo a escala global, no es suficiente como term¨®metro del bienestar real y de la fragmentaci¨®n socioecon¨®mica de un territorio.
La era dorada del crecimiento chileno descans¨® sobre dos pilares: el cobre ¡ªes el primer productor global, una bendici¨®n de la que, sin embargo, no ha podido diversificarse con ¨¦xito¡ª y una fe inquebrantable en el libre mercado: lidera las clasificaciones latinoamericanas en facilidad para hacer negocios y la ideolog¨ªa de laissez faire ¡ªmarca de la casa de una escuela, la de Chicago, que, como constata Lisa North, profesora em¨¦rita de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad de York (Toronto)¡ª, encontr¨® en el Chile de Augusto Pinochet un terreno especialmente abonado para su entrada a la regi¨®n. ¡°Ha habido, sobre todo en el exterior, una sobrevaloraci¨®n del modelo chileno: si el proceso liberalizador hubiese ido acompa?ado por una mayor competencia econ¨®mica, el bienestar resultante habr¨ªa sido mucho mayor. Aqu¨ª, en cambio, se ha producido una alta concentraci¨®n, con lo que la riqueza se ha quedado en unas pocas manos¡±, critica Gonzalo Martner, exembajador y expresidente del Partido Socialista.
Lejos de los est¨¢ndares de la OCDE ¡ª"con los que deber¨ªa compararse el Chile de hoy", agrega Lustig, profesora en Tulane (Nueva Orleans, EE UU)¡ª y por encima de otros grandes pa¨ªses americanos en los que la desigualdad campa a sus anchas, como M¨¦xico o EE UU, la inequidad ha ca¨ªdo , pero permanece en niveles "inaceptables". A eso se suma una clase media al menos en el terreno de los datos, crecientemente descontenta. "Con el del modelo liberal y el Estado ¨²nicamente subsidiario, que solo interviene cuando no tienes pr¨¢cticamente nada, hay un grupo que no es ni pobre ni rico que no apenas tiene acceso a servicios p¨²blicos", sentencia el consultor independiente de administraciones p¨²blicas Andras Uthoff. Las postales del cabreo emergen con solo bajar a la calle:
Empleo, coste de la vida y educaci¨®n
El caso de Raquel Sotomayor, de 30 a?os y residente en Puerto Montt ¡ªm¨¢s de 1000 kil¨®metros al sur de Santiago¡ª, y su marido es paradigm¨¢tico en tres aristas del problema social chileno: empleo, coste de la vida y educaci¨®n. Egresada hace dos a?os de la carrera de asistente social en un instituto profesional, tiene dos hijos peque?os ¨Cde uno y dos a?os¨C y no encuentra trabajo. Su esposo, Jonathan (31 a?os), cobra 420.000 pesos chilenos (poco m¨¢s 500 euros, en l¨ªnea con el sueldo que recibe la mitad de los chilenos: 485 euros mensuales o menos, seg¨²n los datos recopilados por la Fundaci¨®n Sol) como profesor de Educaci¨®n F¨ªsica. Para poder estudiar en una universidad p¨²blica, tom¨® uno de tantos cr¨¦ditos con aval del Estado que los estudiantes chilenos adquieren con los bancos. ¡°Naci¨® nuestra ni?a, se atras¨® en una cuota y despu¨¦s subi¨® al doble la cuota mensual. Sumando los intereses, se nos hizo imposible pagarla¡±, narra Sotomayor. Su deuda sobrepasa hoy los 11 millones de pesos y crece con los d¨ªas por los intereses (unos 13.370 euros). En abril del a?o que viene ser¨¢ ella la que deber¨¢ empezar a pagar su cr¨¦dito sin siquiera tener un trabajo.
El encarecimiento generalizado de la vida agrava su precariedad. A falta de estad¨ªsticas detalladas, bueno es el m¨¦todo emp¨ªrico: un paseo por Santiago de Chile y otro por Ciudad de M¨¦xico basta para percibir una importante brecha en algunos de los principales productos b¨¢sicos, con precios m¨¢s parecidos a los de una capital europea que a los de una ciudad latinoamericana. Santiago es, seg¨²n la consultora Mercer, la tercera urbe latinoamericana m¨¢s cara para vivir, tras Montevideo y San Juan de Puerto Rico.
Tres coordenadas temporales sobre el origen de los problemas de empleo y educaci¨®n. 1979: la dictadura de Pinochet ¡ªbajo la batuta de Jos¨¦ Pi?era, ministro por aquel entonces y hermano del hoy presidente¡ª aprueba una enmienda a la totalidad sobre la regulaci¨®n del mercado de trabajo, con una profund¨ªsima restricci¨®n de la protecci¨®n de los trabajadores, las organizaciones sindicales y la negociaci¨®n colectiva; 1980: se abre la puerta a la creaci¨®n de universidades privadas sin fines de lucro, sin mayores exigencias sobre calidad ni coste. ¡°La liberalizaci¨®n del mercado en educaci¨®n superior hizo aumentar much¨ªsimo los precios y concentrar la oferta en la capital¡±, recuerda la investigadora Claudia Sanhueza; 1990: un d¨ªa antes de entregar el poder, el r¨¦gimen militar da prevalencia a la libertad de la educaci¨®n escolar sobre el derecho de los estudiantes a tenerla, permitiendo sin mayores restricciones la entrada de privados a la administraci¨®n de colegios con fondos p¨²blicos, sin garant¨ªas de calidad. La educaci¨®n pasa a transformarse en un buen negocio.
Pensiones
Norma Ojeda es profesora jubilada, tiene 76 a?os y vive en San Bernardo, al sur de la capital chilena, junto a su marido enfermo. Trabaj¨® ininterrumpidamente durante 38 a?os en la educaci¨®n municipal y su ¨²ltimo sueldo, en 2005, fue de 680.000 pesos (820 euros). Cuando recibi¨® su primera pensi¨®n, se le saltaron las l¨¢grimas: era menos de la tercera parte de sus emolumentos cuando estaba en activo. ¡°Pero luego ya no llor¨¦ m¨¢s: la dignidad ante todo¡±, zanja. Su realidad no es para nada una excepci¨®n: tras la conversi¨®n del sistema de pensiones en uno de capitalizaci¨®n individual ¡ªen 1981, obra tambi¨¦n de Jos¨¦ Pi?era¡ª cada persona hace un esfuerzo individual de ahorro y, una vez termina su vida laboral, recibe una pensi¨®n en funci¨®n del dinero que logra acumular y de la pericia de las administradoras privadas. El resultado de la reforma fue una ca¨ªda en picado de las pensiones, muy lejos de los niveles prometidos hace 40 a?os. Pese a las reformas introducidas ya en democracia, los pensionados siguen sufriendo los rigores de un giro radical en el sistema que est¨¢ en el origen del descontento de amplias capas de la sociedad.
Salud
En las concentraciones de protesta iniciadas en octubre se han convertido en la norma los carteles que aluden a la mala calidad de la salud p¨²blica. ¡°Por ti, mamita¡que te llamaron a operar cuando te vel¨¢bamos¡±, se le¨ªa en el letrero que portaba una muchacha. Una paradoja para el pa¨ªs que fund¨® el primer sistema nacional de salud de Am¨¦rica Latina, en los a?os cincuenta. Sin embargo, un cuarto de siglo despu¨¦s de su entrada en vigor, el r¨¦gimen militar lo desmont¨®, desconcentr¨¢ndolo en 27 servicios independientes: todo un ¡°golpe sobre la l¨ªnea de mando institucional¡±, en palabras de ?lvaro Erazo, el primer ministro de Salud de Michelle Bachelet. En 1981 llegar¨ªa la puntilla. Por partida doble: con la creaci¨®n de las instituciones de salud preventiva, que relevan al Estado de funciones y que funcionan bajo preceptos de libre competencia y que, en la pr¨¢ctica, supone la privatizaci¨®n de la seguridad social; y con el traspaso de los centros de atenci¨®n primaria a los municipios, desmembrando todo el tejido sanitario nacional. ¡°Fue un golpe duro a una experiencia que hab¨ªa tenido grandes resultados sanitarios y que era admirada por salubristas de todo el mundo¡±, critica Erazo.
La directora ejecutiva de la Fundaci¨®n GIST, Piga Fern¨¢ndez, devuelve la discusi¨®n a la actualidad. ¡°La inequidad [sanitaria] es tremenda: si tienes los recursos, salud privada y acceso a seguros complementarios, no tienes problema en conseguir los medicamentos que necesitas. Pero la pel¨ªcula es distinta para las personas que estamos en el sistema p¨²blico de salud: si tienes dinero vives; si no, te mueres¡±.
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