Pinturas de guerra en el mercado del arte
El sector se resiente, pero no por la falta de dinero sino por la carencia de obras de primera calidad
Las noticias rompen la barrera de la realidad como cazas supers¨®nicos. Los disturbios en Hong Kong, Colombia, Argentina, Chile, las inciertas previsiones para la econom¨ªa mundial, el Brexit, la ralentizaci¨®n china, la batalla comercial de Trump con el planeta. Pinturas de guerra que zarandean el mercado del arte. Las subastas de oto?o de Nueva York de arte impresionista, moderno, de posguerra y contempor¨¢neo en Sotheby¡¯s, Christie¡¯s y Phillips, las tres grandes casas de pujas del mundo, dejaron unas ventas de 1.400 millones de d¨®lares (1.270 millones de euros). El a?o pasado, las mismas sesiones, recaudaron 2.000 millones y hace dos noviembres una monarqu¨ªa autoritaria, Arabia Saud¨ª, pag¨® 450 millones de d¨®lares por un leonardo da vinci que algunos expertos advirtieron de que mostraba m¨¢s restauraci¨®n que pintura del genio, mientras, en otro noviembre, este de 2018, un coleccionista desembolsaba 90 millones de d¨®lares por un lienzo de David Hockney. Fue el r¨¦cord en subasta de un artista vivo. ?Eran otros tiempos? No. Son los mismos y son distintos.
A pesar de esa imagen repetida, el arte (que el a?o pasado manej¨® 67.400 millones de d¨®lares) no replica los patrones de los bonos o las acciones. Los grandes nombres y las grandes obras encuentran siempre compradores. Caravaggio brilla en el relato. J. Tomilson Hill, multimillonario estadounidense y gestor de fondos de alto riesgo, ha destinado, seg¨²n diversos relatos period¨ªsticos, unos 100 millones de euros, a una Judith y Holofernes atribuida al pintor lombardo que el Louvre rechaz¨® comprar y donde un experto del Museo del Prado reconoc¨ªa a este periodista ¡°no ver la mano del maestro¡±. No le encajaban unas figuras pintadas como ¡°ausentes de peso¡±, ni la fealdad grotesca de la criada, ya anciana, de Judith ¡ª¡°Caravaggio siempre dota a las mujeres mayores de dignidad y belleza¡±, precisaba el historiador ¡ª, ni la manera en la que la hero¨ªna jud¨ªa cercena la cabeza del gigante Holofernes. Sin embargo, pesa el nombre, pesa la rareza. Una peque?a tabla (26 por 20 cent¨ªmetros) del pintor florentino Cimabue (1240-1302), que durante d¨¦cadas colg¨® sobre un infiernillo en la cocina de una casa de los a?os sesenta cercana a la localidad parisiense de Compi¨¨gne, se remat¨® en octubre por 24 millones de euros. La pintura medieval m¨¢s cara jam¨¢s vendida. Solo hay 11 obras sobre madera atribuidas al artista, y resulta casi imposible que aparezca otra en subasta.
Circula el dinero y, tambi¨¦n, la desconfianza. ¡°Las casas de pujas saben d¨®nde est¨¢ el gran arte¡±, analiza, en la agencia Bloomberg, Suzanne Gyorgy, responsable de este segmento de Citi Private Bank. ¡°Todas las temporadas tienen que salir ah¨ª fuera y montar sus sesiones. Mi impresi¨®n es que se est¨¢n acercando a la gente, y si la gente no tiene ninguna raz¨®n para vender ahora, no venden¡±. Y los coleccionistas ¡ªreconoce uno de ellos, Paco Cantos¡ª est¨¢n ¡°dispuestos a pagar el precio del ma?ana, pero solo por las grandes piezas¡±. El mercado, a su manera, responde. Entre 1985 y 2018, acorde con el trabajo The Global Art Market. Drivers of Evolution (El mercado mundial del arte. Motores de su evoluci¨®n) publicado por Citi, ofreci¨® una rentabilidad anual del 5,3%. Repartida entre el segmento de arte de posguerra y contempor¨¢neo (7,5%), y el impresionista (5%).
Sin tregua. La rueda gira. Todos los d¨ªas, todas las horas se celebran ferias y subastas, ya sean f¨ªsicas o digitales. Cientos de miles de obras rotan y surgen excusas para buscar y hallar. ¡°Una de las cosas maravillosas del mundo del arte actual es que hay mercado para una mir¨ªada de expresiones art¨ªsticas¡±, apunta Marc Spiegler, director mundial de las ferias Art Basel, quien recalca la pujanza de los creadores ¡°nativos digitales¡± como Rachel Rose, Martine Syms, Cao Fei, Ed Atkins o Ian Cheng. Artistas exigidos por su era. ¡°Vivimos tiempos de incertidumbre social, pol¨ªtica y econ¨®mica. Y cada vez m¨¢s creadores est¨¢n participando del debate y afrontando estos temas¡±, sostiene el experto.
Inequidad
Uno de esos grandes ¡°temas¡± es la inequidad del mundo. Economistas como Branko Milanovi? han revelado que mientras la desigualdad se reduc¨ªa entre los pa¨ªses, aumentaba dentro de las sociedades. La pintura y la escultura se reflejan en la injusticia. ¡°A la vez que algunas naciones han sufrido en los ¨²ltimos a?os, la riqueza, en el extremo m¨¢s alto, contin¨²a creciendo y expandi¨¦ndose a nuevas regiones, lo que ha potenciado las ventas de arte¡±, reflexiona la economista cultural Clare McAndrew. Hay dinero y coleccionistas para comprar piezas, pensemos, de 50 millones de d¨®lares, pero no aparecen porque sus propietarios desconf¨ªan del precio de venta. En este marco de tensiones, ¡°el arte puede ser un refugio para el capital cuando las acciones y otros mercados son tan vol¨¢tiles como han demostrado desde comienzos de a?o¡±, avanza la especialista. Y matiza: ¡°Porque si las galer¨ªas y las casas de subastas pueden obtener un suministro de alta calidad siempre hay coleccionistas esperando entre bastidores. M¨¢s que ninguna otra fuerza, la escasez y la rareza contin¨²an impulsando el mercado¡±.
Pero para conseguir que los propietarios presten esas grandes obras hay que asegurarles la venta. Aqu¨ª entran las garant¨ªas. El mercado del arte las odia y las ama. Los marchantes y coleccionistas a veces act¨²an como garantes frente a terceros y se comprometen a adquirir, a cambio de una comisi¨®n, una pieza justo por debajo de su precio estimado m¨¢s bajo de salida. Si la obra se vende a otra persona por encima de esa cantidad, quien la respalda se lleva un porcentaje. Una maniobra opaca, inflacionista y arriesgada que intentan minimizar las casas de subastas. De hecho, acorde con la consultora ArtTactic, los lotes garantizados cayeron un 42% en Christie¡¯s respecto a las ventas del a?o pasado mientras los de Sotheby¡¯s descend¨ªan el 32%. Aunque las cifras quiz¨¢ ayuden a iluminar mejor el escenario. El valor de esos ¡°respaldos¡± pas¨® de 537 millones de d¨®lares (485 millones de euros) a 360 millones (325 millones de euros) el pasado noviembre. Por si se lo preguntan, el artista con las garant¨ªas m¨¢s altas entre 2015 y 2018 fue Andy Warhol (50 piezas, valoradas en 462,4 millones de d¨®lares). Por si les sorprende, en los diez primeros puestos no aparece ninguna mujer.
Minor¨ªas ¨¦tnicas
Y esta es parte de la savia que impulsa el tallo que hace crecer la planta. ¡°El mercado busca obras y creadores de minor¨ªas ¨¦tnicas, infravalorados y mujeres; busca descubrimiento¡±, sostiene Maribel L¨®pez, nueva directora de Arco. Un ejemplo. Tres creadores afroamericanos (Norman Lewis, Alma Thomas y Charles White) que debutaban en las subastas de la noche de noviembre pasado (donde aparecen las obras m¨¢s importantes) lograron su r¨¦cord personal. ¡°Durante mucho tiempo, las mujeres han luchado por obtener reconocimiento en el ¨¢mbito del arte moderno y contempor¨¢neo¡±, destaca Petra Maria Sch?pers, de la casa de subastas vienesa Dorotheum. ¡°Finalmente, en los ¨²ltimos a?os, hay una fuerte concienciaci¨®n de la importancia en el arte contempor¨¢neo de mujeres artistas de todas las razas y colores¡±.
Esa b¨²squeda de novedades y una mirada mucho m¨¢s amplia no quiere decir que el arte, y sus precios, caminen hacia la democratizaci¨®n. Ni mucho menos.
Las cotizaciones de infinidad de artistas contin¨²an inalcanzables. Entonces, ?el espectador de los museos p¨²blicos, que no tienen presupuesto para adquirir esas piezas, contempla una imagen sesgada de la ¡°realidad¡± del arte? ¡°Buscamos nuevas narrativas que, aunque incompletas, establezcan relaciones y discursos complejos sobre determinadas l¨ªneas de fuerza de la colecci¨®n¡±, defiende Yolanda Romero, conservadora de la Colecci¨®n Banco de Espa?a. Y precisa: ¡°El alto precio de las obras obliga a efectuar una mayor investigaci¨®n y buscar piezas y creadores que escapen a esa l¨®gica del mercado que contin¨²a batiendo r¨¦cords en subastas y ferias de arte¡±. O sea, provocar una fractura con el dinero. ¡°Los museos pueden funcionar independientemente del mercado. Incluso el mercado los necesita porque ayudan a validar la obra de un artista y propiciar que su precio suba¡±, observa Patricia Garcia-Velez Hanna, comisaria de la colecci¨®n del empresario latino afincado en Miami Jorge P¨¦rez.
?Y en Espa?a? Aqu¨ª los n¨²meros contin¨²an siendo los de hace mucho tiempo. El mercado del arte dom¨¦stico representa el 1% del total mundial. Sigue faltando una Ley de Mecenazgo y una base amplia de coleccionistas. Imposible con precariedad, clases medias menguantes y unas humanidades cercenadas como Holofernes del curr¨ªculo educativo. Existe ¡ªclaro¡ª esperanza. ¡°Siempre hay que mantenerla¡±, observa Paco Cantos. ¡°Veo la llegada de nuevos coleccionistas j¨®venes y un cierto relevo generacional¡±. Tiene fe. Quiz¨¢ porque es sobrino de Isabel Baquedano (1929-2018). Una excelente pintora, que devolvi¨® la iconograf¨ªa religiosa a la vanguardia. Tiene, tambi¨¦n, preocupaci¨®n. ¡°La volatilidad es la nueva normalidad del arte¡±. Tienen que llegar tiempos m¨¢s tranquilos.
El resurgir de los maestros
Sobrepasar la puerta, descontar unos breves pasos y contemplar, sobre un fondo de tela roja, apenas iluminada por un peque?o haz de luz que se desploma desde el techo, una bell¨ªsima Mar¨ªa Magdalena del maestro Orazio Gentileschi (1563-1639). La mirada perdida en lo espiritual, un encaje blanco que cruza sobre el pecho y el pelo suelto suspendido en los hombros revelan los atributos de la santa. En la galer¨ªa Nicol¨¢s Cort¨¦s, en el barrio madrile?o de Chueca, el arte antiguo cuelga sobre las paredes. Obras de Luisa Rold¨¢n, La Roldana, Miguel de Pret o Antonio Moro (Sotheby's remat¨® a primeros de diciembre un cuadro del pintor de corte de Felipe II por 1,9 millones de libras), sorprendidas en un viejo di¨¢logo. El resurgimiento de un sector, el de los Maestros Antiguos, que mil veces ha sido, err¨®neamente, enterrado. Aunque afronta vientos recios. Lucha contra una oferta a la fuerza menguante y la dificultad de aportar novedades y calidad. "Para marchantes como nosotros resulta dif¨ªcil", reconoce Luigi Caretto, intermediario radicado en Tur¨ªn. "La calidad media y baja es imposible. Solo las buenas pinturas son las que dan beneficios, y para ellas hay muchos clientes privados". Tambi¨¦n p¨²blicos. Esta semana, la National Gallery de Londres consegu¨ªa los 22 millones de libras (25,7 millones de euros) necesarios para impedir que abandonara el pa¨ªs una de sus obras maestras, El hallazgo de Mois¨¦s, de Gentileschi, que lleva en pr¨¦stamo en el museo brit¨¢nico desde 2002. Voces antiguas, nuevos ¨¢mbitos. "L¨®gicamente no contamos con artistas vivos que produzcan para nosotros. Pero suplimos esa carencia con nuestro ADN de buscadores. Viajamos por todo el mundo buscando las mejores obras", narra Mar¨ªa Cortes, responsable, junto con su hermano, Nicol¨¢s, de la galer¨ªa madrile?a. En sus 30 a?os de vida han descubierto riberas, grecos, ma¨ªnos, murillos, zurbaranes. Y retratan un cambio. Los coleccionistas de arte cada vez compran m¨¢s Maestros Antiguos. Lo radicalmente nuevo y lo imprescindiblemente cl¨¢sico. Gentileschi.
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