La vulnerabilidad de Espa?a
No puede descartarse que una gran parte de los trabajadores incluidos en ERTE acabe en el desempleo
La crisis econ¨®mica provocada por la propagaci¨®n de la pandemia dispone de singularidad suficiente frente a otras anteriores. Se han buscado analog¨ªas con guerras, cat¨¢strofes naturales e incluso con invasiones extraterrestres, como sugiri¨® el pasado domingo Kenneth Rogoff en este mismo suplemento. No es necesario llegar a una presunci¨®n como la del profesor de Harvard para convenir en la personalidad propia de esta crisis, pero tampoco despreciar¨ªa alg¨²n denominador com¨²n con la que se propag¨® desde el sistema financiero estadounidense a partir del verano de 2007. Uno de los m¨¢s importantes, sin duda, ser¨ªa la rapidez con que esta invasi¨®n v¨ªrica ha llegado a Europa.
Con el epicentro bien distante, la eurozona soporta las peores consecuencias econ¨®micas de la pandemia. Su origen nada tiene que ver con factores espec¨ªficos de sus econom¨ªas, pero, al igual que en 2007, como si se tratara de una maldici¨®n recurrente, ser¨¢n las econom¨ªas consideradas perif¨¦ricas las que m¨¢s sufrir¨¢n. Aun cuando la incertidumbre acerca de la evoluci¨®n de la pandemia y de sus ramificaciones econ¨®micas no permita confiar sino en rangos amplios de variaci¨®n del crecimiento econ¨®mico en este a?o y los siguientes, lo que puede asumirse es que las contracciones m¨¢s pronunciadas tendr¨¢n lugar en Grecia, Italia, Espa?a y Portugal. Sin necesidad de entrar en las socorridas disquisiciones sobre la caligraf¨ªa de la recuperaci¨®n, tambi¨¦n se podr¨ªa convenir con la informaci¨®n hoy disponible que la intensidad de la recuperaci¨®n para esas econom¨ªas ser¨¢ inicialmente inferior a la del desplome: la V o la U tendr¨ªan un segundo tramo con menor pendiente. Los mismos factores que han propiciado el r¨¢pido contagio de econom¨ªas como la nuestra pueden retrasar y, en todo caso, ralentizar el ritmo de recuperaci¨®n y, quiz¨¢s lo m¨¢s relevante, de reconstrucci¨®n. Entre los m¨¢s destacados para la econom¨ªa espa?ola estar¨ªan los siguientes.
1. Severidad del confinamiento. La vinculaci¨®n entre duraci¨®n de la reclusi¨®n e intensidad de la contracci¨®n del PIB es muy estrecha. En Espa?a, donde el contagio arraig¨® pronto y de forma intensa, el confinamiento est¨¢ siendo de los m¨¢s estrictos y duraderos, con impacto significativo en los sectores que m¨¢s contribuyen a la determinaci¨®n del PIB.
2. Estructura productiva de la econom¨ªa espa?ola. Todas las actividades econ¨®micas han quedado afectadas por la reducci¨®n de la movilidad de las personas, pero la vuelta a la normalidad ser¨¢ m¨¢s lenta en aquellas vinculadas al sector tur¨ªstico, hosteler¨ªa y, desde luego, al transporte a¨¦reo. Este no solo ser¨¢ el a?o en que se trunque esa larga racha de r¨¦cords de visitantes e ingresos de turismo extranjero. Ser¨¢ tambi¨¦n el que probablemente abra una reconversi¨®n sin precedentes en ese sector. Pero otros importantes en la industria espa?ola, el del autom¨®vil entre ellos, a?aden a sus problemas previos a esta crisis los derivados de las perturbaciones en las cadenas de producci¨®n transfronterizas.
3. Censo empresarial. En gran medida consecuente con la estructura sectorial de nuestra econom¨ªa, el protagonismo de las peque?as empresas en la determinaci¨®n del PIB es muy importante. De los 3,6 millones de empresas que aporta el ¨²ltimo censo empresarial del INE, un 81% opera en el sector servicios, de los que el comercio representa un 23% del total; la industria apenas alcanza el 6%, y la construcci¨®n, el 13%. Esa elevada concentraci¨®n sectorial ayuda a explicar la dimensi¨®n media reducida de las empresas: solo el 4% de todas las empresas espa?olas tienen 10 o m¨¢s trabajadores; el 90% no tienen m¨¢s de cuatro. La relaci¨®n tambi¨¦n es estrecha entre tama?o y capacidad defensiva frente a choques como el que ahora sufrimos: a pesar de los apoyos p¨²blicos, la tasa de mortalidad empresarial es muy elevada.
4. Mercado de trabajo. Dif¨ªcil de disociar tambi¨¦n de los dos factores precedentes es la existencia de un mercado de trabajo dominado por una proporci¨®n creciente de contratos temporales y mecanismos flexibles de despido. Como ha ocurrido en otras crisis, el ascenso del desempleo es tambi¨¦n m¨¢s r¨¢pido y significativamente superior al promedio de la eurozona. En esta ocasi¨®n tambi¨¦n, a pesar de los apoyos financieros a las empresas y de esos m¨¢s de cuatro millones de trabajadores incluidos en ERTE. No puede descartarse que una parte significativa de los trabajadores incluidos en esos expedientes acaben directamente en el desempleo.
5. Margen de maniobra presupuestario. A diferencia tambi¨¦n de las econom¨ªas centrales de la eurozona, la nuestra ha concretado un plan de est¨ªmulo menos ambicioso. Las decisiones han sido sustancialmente las mismas que las adoptadas por el Gobierno alem¨¢n, pero una semana m¨¢s tarde y con una dotaci¨®n cuantitativa mucho menor. Con todo, esa utilizaci¨®n mucho m¨¢s moderada de la pol¨ªtica fiscal no va a impedir que el aumento del gasto derivado de esos est¨ªmulos y el desplome de los ingresos tributarios sit¨²en nuestro d¨¦ficit y deuda p¨²blica muy por encima del promedio europeo.
Frente a esos rasgos vulnerables, apenas podr¨¢n actuar como paliativos algunas de las ventajas que nuestra econom¨ªa acentu¨® en los ¨²ltimos a?os, como es la reducci¨®n del endeudamiento privado, la mayor solvencia del sistema bancario o el aumento de la propensi¨®n exportadora de las empresas. Estas volver¨¢n a exhibir probablemente ventajas en costes, pero se topar¨¢n con la debilidad de la demanda de nuestros socios comerciales y con un entorno internacional en el que se acentuar¨¢ el proteccionismo y la desconfianza de las empresas multinacionales en la dispersi¨®n geogr¨¢fica de las cadenas de producci¨®n. Es igualmente probable que la recuperaci¨®n de aquellas econom¨ªas de la eurozona con mayor margen de maniobra fiscal se asiente en ayudas p¨²blicas a las empresas que fortalezcan no siempre de forma limpia sus ventajas competitivas.
Es por eso por lo que la econom¨ªa espa?ola, al igual que las otras perif¨¦ricas, depende de las pol¨ªticas comunitarias para asentar su recuperaci¨®n y la consiguiente reconstrucci¨®n. Han de ser decisiones que sin incorporar m¨¢s deuda p¨²blica inmediata a las econom¨ªas nacionales garanticen m¨¢s demanda en el corto plazo y m¨¢s inversi¨®n en el medio. Ese era el prop¨®sito del plan de reconstrucci¨®n sobre el que discuti¨® el ¨²ltimo Consejo Europeo, que permitir¨ªa acelerar esas dos transiciones pendientes de la UE: la energ¨¦tica invirtiendo en tecnolog¨ªas e infraestructuras compatibles con el cumplimiento de los compromisos de Par¨ªs 2015, demostrando en definitiva la estrecha complementariedad entre recuperaci¨®n y sostenibilidad, y la transici¨®n tendente a recuperar el terreno perdido en la inserci¨®n en la econom¨ªa digital.
La ausencia de un plan inversor suficientemente ambicioso, expresivo de la necesaria cohesi¨®n, solvencia y modernizaci¨®n de la eurozona, volver¨ªa a situar a esta en un escenario propicio a tensiones financieras como las que culminaron en el verano de 2012. La favorable disposici¨®n del BCE es una diferencia importante, pero esa tutela excepcional seguir¨¢ poni¨¦ndose a prueba no solo por los mercados de bonos, sino tambi¨¦n por algunos Gobiernos. El riesgo asociado al deterioro de la situaci¨®n en Italia no puede minimizarse. La m¨¢s pronunciada recesi¨®n, tensiones pol¨ªticas nacionales y con las propias instituciones europeas, descenso de la identificaci¨®n ciudadana con la uni¨®n monetaria y, no menos inquietantes, degradaciones adicionales de las agencias de rating conforman una mala combinaci¨®n, no solo para la tercera econom¨ªa m¨¢s importante de la eurozona, sino tambi¨¦n para reducir la vulnerabilidad al contagio de la cuarta, la nuestra.
En Twitter: @ontiverosemilio
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