El mensaje del dictamen
El fallo del Constitucional alem¨¢n sobre el programa de compra de activos del BCE admite muchas cr¨ªticas, pero dif¨ªcilmente se le puede echar en cara el haber planteado una cuesti¨®n importante
El fallo del Tribunal Constitucional alem¨¢n sobre el programa de compra de activos iniciado por el BCE en 2015 admite muchas cr¨ªticas, desde la pretensi¨®n de la instituci¨®n de erigirse en guardiana entre los guardianes, hasta su apreciaci¨®n corta de miras de las consecuencias distributivas de las decisiones monetarias, pasando por la estrechez de su visi¨®n de la pol¨ªtica del banco central. Pero dif¨ªcilmente se le puede echar en cara el haber planteado una cuesti¨®n importante.
El BCE naci¨® con el mandato claramente definido de preservar la estabilidad de los precios. Pero con los a?os se le encargaron nuevas misiones, como la supervisi¨®n bancaria, o asumi¨® nuevas funciones, como cuando Mario Draghi hizo la famosa declaraci¨®n de que har¨ªa ¡°lo que sea necesario¡± para evitar la desaparici¨®n del euro. Hasta el 5 de mayo, todo indicaba que la crisis del coronavirus acabar¨ªa dando otro motivo para ampliar sus cometidos.
A los l¨ªderes europeos incapaces de llegar a un acuerdo para crear un presupuesto o un fondo de solidaridad significativo para la zona euro les conven¨ªa dejar que el BCE contuviese los diferenciales de los tipos de inter¨¦s y mutualizase el riesgo a trav¨¦s de su balance. Al haber relajado los par¨¢metros cuantitativos, el banco central pudo ampliar su cartera de bonos soberanos y cambiar su composici¨®n. De este modo, cre¨® un espacio fiscal para Italia en un momento en el que Roma lo necesitaba desesperadamente para luchar contra la crisis sanitaria y sus consecuencias econ¨®micas. Hasta que lleg¨® la bomba.
Desde hace tiempo, los jueces constitucionales alemanes son de la opini¨®n de que, aunque las decisiones en materia de pol¨ªtica monetaria se deleguen en una instituci¨®n independiente, las acciones de car¨¢cter fiscal deben seguir siendo prerrogativa exclusiva de los Parlamentos elegidos.
Se trata de una distinci¨®n sutil pero importante a la hora de valorar la compra de bonos por parte del BCE. Cuando el banco central la utiliza para bajar los tipos de inter¨¦s de manera generalizada, cumple su misi¨®n en cuanto a pol¨ªtica monetaria, y lo mismo puede decirse cuando evita que el nerviosismo de los mercados provoque crisis de deuda que ellos mismos han pronosticado. Pero las cosas ser¨ªan diferentes si acumulase bonos emitidos por determinados Gobiernos a fin de contener el aumento de los diferenciales provocado por la intensificaci¨®n de los temores sobre la solvencia.
Se trata de una vieja controversia. Irrumpi¨® ya en 2010, cuando el BCE empez¨® a comprar deuda griega. Se le dio una soluci¨®n temporal con la presentaci¨®n, en 2012, del programa de operaciones monetarias de compraventa (OMC), que nunca se activ¨®. Y volvi¨® cuando, el pasado 12 de marzo, Christine Lagarde afirm¨® que el BCE ¡°no estaba ah¨ª para cerrar diferenciales¡± antes de retractarse precipitadamente al cabo de unas horas.
Hay muy buenas razones para apoyar la relajaci¨®n, decidida el 18 de marzo, de los l¨ªmites a la compra de activos que se hab¨ªa autoimpuesto el BCE. Esos l¨ªmites eran en buena medida arbitrarios. Pero la sentencia de Karlsruhe ha hecho que el BCE pierda parte de su magia. Lo que los jueces alemanes est¨¢n diciendo a su retorcida manera a los l¨ªderes europeos es que no deber¨ªan delegar en un organismo no elegido las decisiones que son de su incumbencia.
Se trata de una verdad inc¨®moda, pero ha llegado el momento de que la UE y sus Estados miembros se enfrenten a ella.
Jean Pisani-Ferry es investigador de la Fundaci¨®n Bruegel y profesor del Instituto Universitario Europeo.
Traducci¨®n de News Clips.
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