El nuevo orden tras el coronavirus

Estamos bajo un ritmo de acontecimientos que dificultan una meditaci¨®n tranquila sobre prioridades factibles, en un futuro cada vez m¨¢s cercano. Desde 2007, fecha en la cual podemos datar el origen de la transformaci¨®n digital (entonces naci¨® el i-phone y la G-4 se empez¨® a instalar), ¨¦sta empez¨® a alterar el empleo, que hoy sabemos que tiene efectos duales: sueldos muy altos para una minor¨ªa y cada vez m¨¢s bajos para la mayor¨ªa de los trabajadores. Al mismo tiempo, proporciona una gran sensaci¨®n de bienestar a los usuarios que ya viven en ella. A?os despu¨¦s nos dimos cuenta de lo poco que sab¨ªamos sobre el efecto que puede tener en el empleo la incipiente e imprescindible descarbonizaci¨®n.

La conclusi¨®n hasta la aparici¨®n del coronavirus fue que, al menos en Europa, los an¨¢lisis tecnol¨®gicos y pol¨ªticos de ambos procesos no pod¨ªan desligarse, raz¨®n por la cual acu?amos el acr¨®nimo 3D (digitalizaci¨®n, descarbonizaci¨®n y trabajo con derechos). En su enunciado estaba el rechazo impl¨ªcito de las posibilidades relacionadas con el fin del trabajo y otras tendencias planteadas en este sentido. En este contexto nos ha explotado la gran crisis del coronavirus, con todas sus incertidumbres y con la ¨²nica certeza que el ¡®d¨ªa despu¨¦s¡¯ de la urgencia sanitaria no ser¨¢ un regreso al ¡®d¨ªa antes¡¯. Muchas certidumbres y convicciones estar¨¢n en una profunda tela de juicio, y en el resto de nuestro ciclo vital viviremos cambios propios de una postguerra, aunque es demasiado pronto para atisbar su profundidad.

Sin embargo, podemos hacer tres reflexiones: 1) La digitalizaci¨®n es b¨¢sica para el futuro de las sociedades. 2) Estamos viviendo un ensayo general de lo que puede ser el proceso de descarbonizaci¨®n se?alado en la COP21 de Par¨ªs, que va a romper todas las previsiones que se hab¨ªan hecho sobre las decisiones de la COP 26 de Glasgow de finales de 2020: toma cuerpo la hip¨®tesis de que despu¨¦s del encierro tendremos que entrar en resistencia clim¨¢tica. 3) El trabajo con derechos es una condici¨®n b¨¢sica para mantener la solidaridad que el nuevo orden nos impondr¨¢, en una sociedad que ya no obedecer¨¢ a los principios del mercado.

La alarma por el coronavirus y el 3D est¨¢n unidas por una impugnaci¨®n y una reivindicaci¨®n. Ambas impugnan el actual modelo de globalizaci¨®n, que deslocaliza eslabones productivos de la cadena de valor para recortar costes laborales y medioambientales, aumentando la explotaci¨®n laboral y clim¨¢tica y provocando, ahora a la vista est¨¢, la paralizaci¨®n o fuerte reducci¨®n de la producci¨®n por el estrangulamiento de la cadena de suministros. El 70% de las empresas globales tienen problemas de suministro por la crisis del coronavirus. ¡°Ninguna cadena de suministros quedar¨¢ ilesa¡±, advert¨ªa hace unos d¨ªas el Financial Times.

Ambas reivindican el valor del teletrabajo, que inici¨® su andadura en la primera crisis del petr¨®leo, all¨¢ por los a?os setenta del pasado siglo, por raz¨®n del precio del crudo y el encarecimiento subsiguiente de la factura energ¨¦tica de los pa¨ªses dependientes. El objetivo era, reduciendo la movilidad, conseguir el abaratamiento de dicha factura, es decir, no se ten¨ªa en cuenta el da?o medioambiental. Ahora, el teletrabajo recupera todo su valor, como garant¨ªa de mantenimiento de determinadas actividades laborales ante crisis sanitarias como la que estamos viviendo, y como herramienta estrat¨¦gica para reducir el da?o medioambiental derivado de la movilidad.

Hay otros factores de gran magnitud que ligan a ambas situaciones, siendo el primero el de la urgencia en la adopci¨®n de medidas dr¨¢sticas para combatir ambas pandemias, porque ambas afectan a nuestra salud, siendo a su vez una diferencia importante la de que la alarma del coronavirus, temprano o tarde, pasar¨¢, y la emergencia clim¨¢tica, aun formulada as¨ª por el tiempo que hemos perdido, incorpora transformaciones profundas y permanentes en todos los ¨¢mbitos de nuestras vidas. Podremos retomar nuestros h¨¢bitos de vida una vez pasado el confinamiento, pero si somos consecuentes con la lucha contra el cambio clim¨¢tico, la alarma del coronavirus tendr¨ªa que ser la palanca para una transformaci¨®n radical de nuestro modo de producir, comerciar y consumir.

Las fuertes restricciones en la movilidad han provocado un descenso muy apreciable de la contaminaci¨®n atmosf¨¦rica, como era previsible, en las ¨¢reas afectadas de China, Corea del Sur e Italia, que est¨¢n reflejadas espl¨¦ndidamente en unas, recientemente publicadas, fotos sat¨¦lites de antes y despu¨¦s de la alarma del coronavirus. El descenso de la poluci¨®n ha podido evitar m¨¢s muertes por afecciones respiratorias que las que est¨¢ provocando el coronavirus.

Ser¨ªa fundamental inyectar los recursos necesarios? para la transformaci¨®n clim¨¢tica antes de cualquier otra consideraci¨®n econ¨®mica

Se observa una clara diferencia en la actuaci¨®n de los gobiernos en relaci¨®n con ambas situaciones. Para el coronavirus, medidas decretadas en muy poco tiempo con fuertes restricciones a la movilidad y al consumo, con su impacto en la reducci¨®n de la actividad de las empresas, y en paralelo grandes inyecciones econ¨®micas, porque est¨¢ en juego la vida de las personas. A su vez, el comportamiento de la poblaci¨®n y sus representantes pol¨ªticos, estos con alguna excepci¨®n, es de aceptar las restricciones sin discusi¨®n, probablemente porque van a tener un l¨ªmite temporal, y todos creemos que podremos volver a nuestros anteriores patrones de vida.

Y, lamentablemente, as¨ª ser¨¢, salvo que las instituciones europeas y los Estados miembros consideren que esta crisis es la gran oportunidad para enviar un mensaje fuerte e inequ¨ªvoco a las sociedades europeas y al resto del mundo, en el sentido de que hay que abordar con decisi¨®n la lucha contra el cambio clim¨¢tico. Para ello, ser¨ªa fundamental inyectar los recursos necesarios anteponiendo la transformaci¨®n clim¨¢tica a cualquier otra consideraci¨®n econ¨®mica, desplegando esta profunda transformaci¨®n verde como el nuevo horizonte social y laboral para los ciudadanos europeos, transformaci¨®n que exige la unificaci¨®n, en una estrategia com¨²n, de la descarbonizaci¨®n, la digitalizaci¨®n y la garant¨ªa del trabajo con derechos como aglutinante que facilite el imprescindible compromiso ciudadano.

La alarma del coronavirus ha acarreado tambi¨¦n el reconocimiento de la sanidad p¨²blica, que no es entendible sin sus profesionales a cualquier nivel, desde la limpieza a la cirug¨ªa, aplaudida por toda la poblaci¨®n, desde los jefes de Estado y de Gobierno hasta cualquiera de los ciudadanos y ciudadanos de Espa?a. Pero tambi¨¦n se ha aplaudido a reponedores, cajeras de supermercados y otros empleos invisibles, precarios y mal pagados. Ha sido una suerte de reconciliaci¨®n con la necesidad del trabajo digno, que tiene que mantenerse una vez que pase la pandemia, porque el trabajo con derechos es el recurso fundamental de cualquier econom¨ªa, y sobre todo porque es el m¨¢s formidable factor de integraci¨®n y cohesi¨®n democr¨¢tica y social en cualquiera de nuestras sociedades.

* C¨¢ndido M¨¦ndez es patrono de la Fundaci¨®n Alternativas y ex secretario general de UGT, y Gregorio Mart¨ªn es catedr¨¢tico de Rob¨®tica