Turismo, crecimiento y cohesi¨®n econ¨®mica y social
El par¨®n en la demanda de turismo causado por el Covid-19 no debe hacernos menospreciar la importante ventaja adquirida durante a?os
La crisis del coronavirus ha tenido uno de sus mayores impactos sobre la movilidad y, en consecuencia, sobre la demanda de bienes y servicios relacionados con el turismo. En la crisis anterior, el turismo tuvo un comportamiento comparativamente mejor que la mayor¨ªa de sectores de la econom¨ªa espa?ola y contribuy¨® decisivamente a cambiar el signo de la balanza de bienes y servicios espa?ola, lo que da muestra de su elevada competitividad. As¨ª pues, los an¨¢lisis que parten de una relaci¨®n causal simple suelen incorporar un sesgo prejuicioso que ni tan siquiera en regiones en las que una parte relevante del PIB procede del turismo, est¨¢ justificado. He aqu¨ª una primera llamada a asumir la complejidad de estos procesos, sin hacer asociaciones precipitadas.
La segunda llamada de atenci¨®n se refiere a valorar lo que constituye una fuente de rentas y empleo que no s¨®lo consiste en un elemento fundamental para regiones que, por sus caracter¨ªsticas, tienen pocas alternativas, sino que tambi¨¦n es un factor clave en la diversificaci¨®n para regiones m¨¢s ricas, como sucede con el turismo urbano, de creciente importancia. Desde hace a?os, todas las regiones est¨¢n deseando diversificar sus econom¨ªas incorporando actividades relacionadas con el turismo. Y una tercera cuesti¨®n es que, para muchas regiones del mundo especializadas en turismo, no hay ni de lejos visos de ¡°mal holand¨¦s¡±, puesto que el turismo no ha sustituido a otras actividades. Esto es especialmente cierto para los dos archipi¨¦lagos espa?oles, Baleares y Canarias.
Sin embargo, con diferente intensidad, algunos prejuicios sobre el turismo contin¨²an operando en las mentes de una parte de los espa?oles desde hace tiempo. Y en estos momentos, en los que se ha paralizado la demanda de turismo, que cre¨ªamos tener segura, es especialmente importante centrarnos en lo que tenemos; en la ventaja, en parte absoluta y en parte comparativa, que hemos adquirido en la econom¨ªa mundial. As¨ª que, en primer t¨¦rmino, ser¨ªa conveniente valorar la contribuci¨®n del turismo al crecimiento econ¨®mico. Pero esta valoraci¨®n no debe nublar una realidad evidente: llegado a un determinado nivel de desarrollo tur¨ªstico, las regiones pierden niveles de convergencia en t¨¦rminos de PIB per c¨¢pita. As¨ª que se propone diversificar las econom¨ªas, pero no siempre es posible. Pensemos en las dificultades que tienen Baleares y Canarias para generar nuevas actividades econ¨®micas.
No s¨®lo hay que atender al objetivo del crecimiento econ¨®mico. Pasemos al empleo. Se dice con desprecio que este es un pa¨ªs de camareros. La expresi¨®n, desde luego dif¨ªcil de calificar, resulta de una groser¨ªa insoportable. El caso es que una buena parte de la poblaci¨®n ocupada en Espa?a se dedica a las actividades derivadas del turismo. Son actividades intensivas en empleo, por lo general. As¨ª que en un pa¨ªs con una tradicional alta tasa de paro, de nuevo resulta conveniente valorar lo que tenemos. Pero no todo son virtudes. Existen segmentos del mercado de trabajo relativamente extensos de bajos salarios y alta rotaci¨®n. As¨ª que la elasticidad del empleo respecto al crecimiento econ¨®mico es muy alta, por lo que se genera un alto nivel de desempleo cuando se producen problemas.
Adem¨¢s, el turismo ha contribuido al bienestar a trav¨¦s de su efecto sobre los ingresos p¨²blicos. Una buena parte de los ingresos de las corporaciones locales, auton¨®micas y del Estado proceden de estas actividades. Es cierto que con frecuencia ¡ªmucha m¨¢s que la deseable¡ª la presi¨®n del turismo ha contribuido a la corrupci¨®n y al desgobierno. No s¨®lo el turismo es responsable, pero tambi¨¦n, y en no poca medida. El binomio turismo-construcci¨®n ha derivado en algunos casos en la especulaci¨®n urban¨ªstica e incluso en la corrupci¨®n. Y es cierto que la actividad tur¨ªstica ha generado impactos negativos sobre el uso de los recursos naturales (tanto en un notable incremento en la demanda de agua y energ¨ªa como en la generaci¨®n de residuos) y, m¨¢s a¨²n, sobre la creaci¨®n de un paisaje notablemente deteriorado en ocasiones. Una parte del error hay que achacarlo a que se ha puesto mucha atenci¨®n a los usos del suelo y casi ninguna a los proyectos que configuran el paisaje y, con el tiempo, el patrimonio.
Pero en estos meses hemos tenido que pasar a una pol¨ªtica de turismo cero para preservar un bien superior. As¨ª que ahora ni crecimiento econ¨®mico, ni empleo, ni ingresos p¨²blicos y, en el medio plazo, deterioro de las infraestructuras dedicadas al turismo si no hacemos lo que debemos r¨¢pido y sin prejuicios. Durante a?os, la sostenibilidad ¡ªentendida como conjunto de criterios armonizadores del crecimiento econ¨®mico, el empleo y el bienestar¡ª no ha terminado de pasar del discurso al plano de las decisiones privadas y p¨²blicas. Conviene pues poner toda la atenci¨®n en ella, eliminando prejuicios, porque el asunto es delicado.
Poner toda la atenci¨®n significa distinguir lo urgente del corto plazo. No es una errata; dejemos el medio plazo para otro momento y mucho m¨¢s el largo plazo. Urgente es inyectar liquidez en las empresas para que no se pierda el capital humano y la inversi¨®n acumulada. Mantener el tono de la red de relaciones econ¨®micas es vital. Debemos arriesgar porque las ayudas ahora no tienen nada que ver con posibles sesgos de la competencia puesto que el coma ha sido provocado.
Nos encontramos en un momento clave que permite repensar la actividad tur¨ªstica y reencontrarla con el entorno socio-cultural
Dar un buen empuj¨®n en estos meses a la modernizaci¨®n de la oferta alojativa es una oportunidad para generar empleo y colocar la oferta con ventaja. La inversi¨®n p¨²blica puede enfocarse en reforzar las infraestructuras, lo que conformar¨ªa, junto a la modernizaci¨®n, un avance en el paisaje renovado. Lo mismo ocurre con la dedicaci¨®n a la formaci¨®n general y espec¨ªfica. La tarea puede ser tan ambiciosa que la colaboraci¨®n p¨²blico-privada resulta esencial.
La ambici¨®n aludida se puede contemplar como un problema de volumen de inversi¨®n. La extraordinaria diversidad de oferta alcanzada en Espa?a y el volumen de cada segmento de turismo hace que la financiaci¨®n tenga que estar a la altura de los espacios se?alados: modernizaci¨®n, infraestructuras y formaci¨®n. Los requerimientos de financiaci¨®n son potentes porque una de las cuestiones claves para entender el turismo es asumir su diversidad: en Espa?a hay un alto volumen de oferta en todos los segmentos, sea turismo de playa o de nieve, urbano, rural; y en cada segmento puede escogerse el nivel de precios. As¨ª que convienen acuerdos sobre l¨ªneas de inter¨¦s com¨²n p¨²blico-privadas.
Adem¨¢s, la oferta de turismo se ha ido desplazando hacia los bienes de nuevo lujo. El lujo tradicional consist¨ªa en el acceso a bienes y servicios excepcionales y exclusivos. Pero el nuevo lujo consiste en el acceso a bienes y servicios excepcionales y no exclusivos, entre otros, el lujo sin precio o con el ¨²nico precio del coste del viaje. Pensemos en la excepcionalidad del clima o de los bienes culturales heredados de generaciones anteriores, as¨ª como en los parajes naturales que tenemos.
Esta apuesta por el nuevo lujo coincide con las preferencias de los turistas. Podr¨ªamos decir que el turista actual distribuye su presupuesto entre preferencias cr¨ªticas, l¨²dicas, pr¨¢cticas y ut¨®picas. Organiza el tiempo de ocio combinando preferencias. De esta forma, los lugares se conforman como espacios en los que es posible tal combinaci¨®n. As¨ª contemplado, la pauta de consumo admite combinaciones m¨²ltiples dado un presupuesto familiar. Los lugares de destino deben poder ofrecer, en la medida de sus posibilidades, todas estas opciones.
Esas combinaciones acaban teniendo una caracter¨ªstica trasversal: el desarrollo del turismo en el entorno socio-ambiental. Desde hace alg¨²n tiempo, los operadores preguntan en los destinos qu¨¦ elementos de sostenibilidad ofrecen a los turistas. Es cierto que la tentaci¨®n de vender humo est¨¢ siempre al alcance de la mano. Pero esto nos lleva a la importancia de la reputaci¨®n. Los tiempos en los que el p¨ªcaro ca¨ªa gracioso han pasado. La reputaci¨®n es un valor al alza y, en los tiempos que corren, parte se juega en el terreno de la seguridad. Se puede elegir cr¨ªtico, l¨²dico, ut¨®pico o pr¨¢ctico, pero siempre seguro; incluso cuando la elecci¨®n implica un riesgo, este debe ser estrictamente calculado.
Debemos ser positivos. Nos encontramos en un momento clave que permite repensar la actividad tur¨ªstica y reencontrarla con el entorno socio-cultural. Si eliminamos prejuicios en relaci¨®n con el turismo y avanzamos r¨¢pido en la renovaci¨®n del paisaje ¡ªentendido ¨¦ste en t¨¦rminos del Convenio Europeo del Paisaje¡ª, as¨ª como si integramos la actividad y la pol¨ªtica tur¨ªstica en el marco m¨¢s amplio y ambicioso del Pacto Verde Europeo y las pol¨ªticas de acci¨®n en materia de econom¨ªa circular, con un aprovechamiento respetuoso de los recursos, es posible que estemos haciendo una contribuci¨®n decisiva a la complementariedad de actividades en el seno de la Uni¨®n Europea, al tiempo que se recuperan rentas y empleos en Espa?a.
* Jes¨²s Hern¨¢ndez es profesor titular de Geograf¨ªa de la Universidad de La Laguna; Seraf¨ªn Corral Quintana es profesor titular de Econom¨ªa Aplicada de la Universidad de La Laguna; Jos¨¦ Luis Rivero Ceballos es catedr¨¢tico de Econom¨ªa Aplicada de la Universidad de La Laguna. Los tres son colaboradores de la Fundaci¨®n Alternativas
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