El bucle maldito y exc¨¦ntrico del Partido Republicano
Hasta yo ten¨ªa alguna fe en que pusieran fin al trumpismo, pero esa esperanza se ha desvanecido esta semana
He aqu¨ª lo que sabemos de la pol¨ªtica estadounidense: el Partido Republicano est¨¢ atascado, probablemente de manera irreversible, en un bucle maldito de excentricidad. Si el asalto al Capitolio impulsado por Trump no devolvi¨® de golpe la cordura al partido ¡ªy no lo hizo¡ª, nada lo lograr¨¢.
Lo que a¨²n no est¨¢ claro es qui¨¦n exactamente acabar¨¢ afrontando la maldici¨®n. ?Ser¨¢ el Partido Republicano como fuerza pol¨ªtica significativa? ?O el Estados Unidos que conocemos? Por desgracia, no sabemos la respuesta. Depende del ¨¦xito que tengan los republicanos a la hora de suprimir votos. Respecto a la excentricidad, hasta yo conservaba alguna esperanza de que la c¨²pula republicana intentara poner fin al trumpismo. Pero esa esperanza ha muerto esta semana.
El martes, Mitch McConnell, l¨ªder de la minor¨ªa en el Senado, que declar¨® que el papel de Trump a la hora de fomentar la insurrecci¨®n pod¨ªa ser objeto de un proceso de destituci¨®n, votaba a favor de una medida que habr¨ªa considerado inconstitucional juzgar a Trump porque ya no ocupa el cargo. (La mayor¨ªa de los expertos constitucionalistas disienten). El jueves, Kevin McCarthy, l¨ªder de la minor¨ªa en la C¨¢mara de Representantes ¡ªque todav¨ªa no ha reconocido que Joe Biden ha ganado leg¨ªtimamente la presidencia, pero s¨ª ha declarado que Trump ¡°tiene cierta responsabilidad¡± por el ataque al Congreso¡ª, visit¨® Mar-a-Lago, presumiblemente para hacer las paces. En otras palabras, los l¨ªderes nacionales del Partido Republicano, despu¨¦s de coquetear con la sensatez, se han rendido a las fantas¨ªas de los m¨¢rgenes. La cobard¨ªa se impone.
Y los m¨¢rgenes est¨¢n consolidando su control en el ¨¢mbito estatal. En el Estado de Arizona, el partido censur¨® al gobernador republicano por el pecado de intentar tard¨ªamente contener el coronavirus. El Partido Republicano de Texas ha adoptado el lema ¡°Nosotros somos la tormenta¡±, que se asocia con QAnon, aunque el partido niega que exista una relaci¨®n intencionada. Los republicanos de Oreg¨®n han respaldado la afirmaci¨®n completamente infundada, y refutada por los propios alborotadores, de que el ataque al Capitolio fue una operaci¨®n encubierta de la izquierda. ?C¨®mo le ha ocurrido esto al que en otro tiempo fuera el partido de Dwight Eisenhower? Los expertos en ciencias pol¨ªticas sostienen que las fuerzas de moderaci¨®n tradicionales se han visto debilitadas por factores como la nacionalizaci¨®n de la pol¨ªtica y el ascenso de los medios de comunicaci¨®n partidistas, en especial Fox News.
Esto abre la puerta a un proceso de extremismo que se refuerza a s¨ª mismo. Cuando los defensores de la l¨ªnea dura ganan poder en un grupo, expulsan a los moderados; lo que queda del grupo es a¨²n m¨¢s extremista, y eso aleja todav¨ªa a m¨¢s moderados, y as¨ª sucesivamente. Un partido empieza quej¨¢ndose de que los impuestos son demasiado elevados, poco despu¨¦s comienza a afirmar que el cambio clim¨¢tico es una gigantesca mentira, y acaba creyendo que todos los dem¨®cratas son ped¨®filos sat¨¢nicos.
Este proceso de radicalizaci¨®n empez¨® mucho antes de Donald Trump; se remonta a 1994, cuando Newt Gingrich se hizo con la presidencia del Congreso. Pero el reinado de corrupci¨®n y mentiras de Trump, seguido por su negativa a admitir los resultados electorales y su intento de revertirlos, lo ha agudizado. Y la cobard¨ªa de los dirigentes republicanos ha sellado el trato. Uno de los dos grandes partidos pol¨ªticos de Estados Unidos ha roto la relaci¨®n con los datos, la l¨®gica y la democracia, y no va a retomarla.
?Y qu¨¦ pasar¨¢ a continuaci¨®n? Podr¨ªa pensarse que un partido que se hunde moral e intelectualmente se hundir¨¢ tambi¨¦n pol¨ªticamente. Y eso ha ocurrido de hecho en algunos Estados. Esos so?adores republicanos de Oreg¨®n, que se han quedado fuera del poder desde 2013, parecen seguir el camino de sus hom¨®logos en California, un partido en otro tiempo poderoso y reducido ahora a la impotencia frente a una supermayor¨ªa dem¨®crata.
Pero no est¨¢ en absoluto claro que esto vaya a ocurrir a escala nacional. Sin duda, a medida que los republicanos se han ido volviendo m¨¢s extremistas, han perdido apoyo en general; desde 1988, el Partido Republicano solo ha ganado una vez la votaci¨®n popular en las elecciones presidenciales, y la victoria de 2004 fue un caso at¨ªpico influido por el efecto bandera del 11-S.
Sin embargo, dada la naturaleza no representativa del sistema electoral estado?unidense, los republicanos pueden obtener el poder a pesar de perder la votaci¨®n popular. La mayor¨ªa de los votantes rechazaron a Trump en 2016, pero aun as¨ª fue presidente, y ha estado muy cerca de serlo en 2020, a pesar de perder por siete millones de votos. El Senado est¨¢ dividido a partes iguales, aunque los senadores dem¨®cratas representan a 41 millones m¨¢s de personas que los republicanos.
Y la respuesta republicana a la derrota electoral no es cambiar de pol¨ªtica para atraer votantes, sino intentar ama?ar las pr¨®ximas elecciones. Desde hace tiempo se sabe que Georgia suprime sistem¨¢ticamente la participaci¨®n de los votantes negros; hizo falta un notable esfuerzo organizador por parte de los dem¨®cratas, liderados por Stacey Abrams, para superar esa supresi¨®n y hacerse con los votos electorales del Estado y con sus esca?os en el Senado. Por eso los republicanos que controlan el Estado est¨¢n redoblando las dificultades para acceder al voto, y han propuesto nuevas exigencias de identificaci¨®n de los votantes y otras medidas para limitar la votaci¨®n.
En resumidas cuentas, no sabemos si hemos obtenido algo m¨¢s que un alivio temporal. Los planes de un presidente que intentaba retener el poder a pesar de haber perdido las elecciones se han visto frustrados. Pero un partido que se deja convencer por exc¨¦ntricas teor¨ªas de la conspiraci¨®n y niega la legitimidad de su oposici¨®n no est¨¢ volvi¨¦ndose m¨¢s cuerdo, y tiene todav¨ªa muchas posibilidades de hacerse con todo el poder dentro de cuatro a?os.
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa.
? The New York Times, 2021.
Traducci¨®n de News Clips.
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