Los nuevos terratenientes de Espa?a
El terreno forestal gana espacio frente a la superficie agr¨ªcola, mientras nuevos actores como empresas y fondos aterrizan en el negocio del suelo r¨²stico
Lo ¨²ltimo que la duquesa de Alba don¨® al Ayuntamiento de El Carpio antes de morir fue un ingenio hidr¨¢ulico del siglo XVI y un cebadero para cerdos. Tras su fallecimiento en 2014, las banderas de este municipio cordob¨¦s de 4.363 habitantes ondearon a media asta en se?al de duelo. El lunes pasado, su hijo Carlos Fitz-James Stuart y Mart¨ªnez de Irujo se acerc¨® a visitar a la alcaldesa para ver c¨®mo van las obras de rehabilitaci¨®n en los edificios cedidos por su familia. La casa de Alba tiene all¨ª 3.201 hect¨¢reas de fincas agr¨ªcolas de las 4.668 que abarca el t¨¦rmino municipal: casi el 70% del pueblo es suyo. Muchos otros terratenientes, sin embargo, se escapan al ojo p¨²blico en un pa¨ªs de 503.153 kil¨®metros cuadrados, 50 millones de hect¨¢reas salpicadas de realidades rurales complejas y diversas.
¡°No espere grandes revoluciones, las estructuras son muy estables, se van conformando con el paso del tiempo¡±, anticipa Jos¨¦ Luis Miguel, t¨¦cnico del sindicato Coag. Aunque, como dec¨ªa Lenin, hay d¨¦cadas en las que no pasa nada, pero hay semanas en las que pasan d¨¦cadas. Este puede ser uno de esos momentos para el campo espa?ol. El martes, la ministra de Transici¨®n Ecol¨®gica, Teresa Ribera, anunciaba que el Gobierno destinar¨¢ 10.000 millones de los fondos europeos a combatir la despoblaci¨®n rural con el objetivo de que aporte m¨¢s del 30% del PIB nacional. Por comparar, en Francia su contribuci¨®n alcanza el 40%, y en Alemania, un 50%. Hablaba Ribera de un gran sesgo, traducido en la concentraci¨®n de renta y riqueza en tres o cuatro grandes ¨¢reas metropolitanas frente a la p¨¦rdida de la Espa?a interior, que es la que verdaderamente provee de servicios ambientales y alimentos a las ¨¢reas urbanas.
Tierras de secano sin apenas valor, tierras de regad¨ªo con precios al alza, explotaciones forestales, aprovechamiento cineg¨¦tico, abandonos, minifundio en el norte, latifundio en el sur¡ En la primera d¨¦cada de este siglo se perd¨ªan 82 explotaciones agr¨ªcolas diarias. Entre 2013 y 2016 (¨²ltima encuesta del INE) ya fueron menos: desaparec¨ªan, de media, 15 cada 24 horas. Los agricultores abandonan, pero sus tierras siguen ah¨ª, muchas pasan a engordar el per¨ªmetro de otras explotaciones por ventas o cesiones de herederos y algunas simplemente se pierden entre la maleza burocr¨¢tica o cambian de uso cuando llevan m¨¢s de cinco a?os sin trabajar. La escasa y desactualizada estad¨ªstica disponible impide conocer con exactitud la fotograf¨ªa de la propiedad de la tierra en un pa¨ªs donde s¨ª se saben dos cosas: en los ¨²ltimos 20 a?os el terreno forestal ha ganado espacio (de 16,3 millones de hect¨¢reas en 2000 a 19,4 millones en 2019), y la superficie agr¨ªcola ha retrocedido en 1,4 millones de hect¨¢reas, a la vez que el tama?o medio de las explotaciones crece (un 18%, hasta las 24,6 hect¨¢reas, seg¨²n los ¨²ltimos datos disponibles).
Se calcula que en Espa?a hay dos millones de hect¨¢reas de terreno r¨²stico que han sido abandonadas, un problema que crece y alimenta otros, como los incendios forestales
En la UE, el 52% de la tierra agr¨ªcola est¨¢ controlada por solo el 3,1% de las explotaciones, seg¨²n el documento informativo del Tribunal de Cuentas Europeo de 2018 sobre el futuro de la PAC. En Espa?a hay 8,7 millones de titulares catastrales de fincas r¨²sticas, 1.100.000 m¨¢s que hace 10 a?os. Podr¨ªa parecer que se da un proceso inverso, que la propiedad se disgrega, pero estos datos incluyen tanto a propietarios como a concesionarios, usufructuarios y superficiarios. Y cada autonom¨ªa es un mundo: Galicia, con un 5,8% del territorio, tiene el 19,7% de los titulares (y subiendo), mientras que Extremadura, el reino de la dehesa con el 8,2% de la superficie del pa¨ªs, apenas cuenta con un 4% de los titulares. Por el contrario, todo parece indicar que la propiedad, al menos la agr¨ªcola, se concentra en menos manos, como anticipaba hace un lustro el estudio Estructura de la propiedad de tierras en Espa?a: concentraci¨®n y acaparamiento (Fundaci¨®n Mundubat), financiado por el Gobierno Vasco.
B¨²squeda de rentabilidad
¡°Hay pocas fincas a la venta y enseguida se venden. Por lo que yo veo, los precios han subido much¨ªsimo. Hace no mucho, una finca de secano se pagaba a 3.400 euros la hect¨¢rea y ahora est¨¢ entre 6.000 u 8.000 euros¡±, cuenta la abogada Celia Miravalles desde su despacho de Valladolid, sin pretender hacer de sus datos una regla estad¨ªstica. Esta letrada especializada en derecho agrario y arrendamientos r¨²sticos dice que en la zona donde trabaja se le acumulan los asuntos: retractos, compraventas, tramitaciones de la PAC. ¡°Cada vez se profesionaliza m¨¢s el campo, los agricultores est¨¢n m¨¢s preparados y buscan una rentabilidad mayor¡±, explica.
En eso est¨¢n tambi¨¦n los nuevos actores que se aventuran a sacar partido al suelo. La consultora inmobiliaria CBRE lanz¨® hace un a?o el ¨¢rea Agribusiness, donde ofrece servicios de valoraci¨®n, asesoramiento y transacciones para activos agroindustriales. Los directivos Javier Jim¨¦nez y Luis Pascual explican ese creciente inter¨¦s del capital privado y los fondos internacionales en el campo espa?ol. ¡°Mucho suelo agr¨ªcola est¨¢ concentrado en grandes tenedores, tanto de fondos de inversi¨®n que han comprado carteras con distinta tipolog¨ªa de producto que inclu¨ªan fincas r¨²sticas como de private equity y familias [grandes fortunas]. Y quieren crecer¡±. Lo m¨ªnimo que les piden para empezar a hablar es que busquen fincas de 40 o 60 hect¨¢reas. ¡°Antes, los grandes tenedores contaban con menos de 100 hect¨¢reas, ahora tienen 2.000 o 3.000 y quieren tener un porfolio de 10.000 o 20.000¡±. Pero las agrupaciones de parcelas son complicadas. ¡°Hay mucha atomizaci¨®n y no todo el mundo est¨¢ en disposici¨®n de vender. Hay fincas en producci¨®n que al lado tienen fincas abandonadas. Sacar rendimiento a un ¨¢rea no productiva te cuesta como m¨ªnimo entre tres y cuatro a?os, y eso penaliza los proyectos¡±.
Tras la crisis de 2008 y el descenso al abismo de muchas cajas de ahorros, un gran porcentaje de ese suelo termin¨® en manos de la Sareb. En su ¨²ltima memoria, el banco malo reconoc¨ªa que todav¨ªa le quedan 5.830 hect¨¢reas de suelo r¨²stico por colocar. Pascual insiste en que ¡°muchas parcelas de ese suelo han perdido su uso, hay cientos de hect¨¢reas en manos de fondos que no hacen una gesti¨®n, y ponerlas en producci¨®n requiere de una inversi¨®n¡±. Aunque la recompensa es interesante. ¡°El producto r¨²stico agr¨ªcola es bastante rentable: puede estar entre un 6% y un 10%, dependiendo de su tipolog¨ªa¡±, dice. Las miradas se posan en la tierra de regad¨ªo para cultivos hortofrut¨ªcolas del Levante y sur del pa¨ªs. Almendras, c¨ªtricos y aguacates son los m¨¢s buscados por el gran capital.
Uno de esos nuevos actores interesados es Panda Agriculture & Water Fund, el primer fondo agr¨ªcola creado en el mercado espa?ol y el ¨²nico en Europa que incluye el agua entre sus inversiones. Su gestor, Marc Garrigasait, est¨¢ encantado de que cada semana se multipliquen los part¨ªcipes. Explica que apuestan por empresas cotizadas en cualquier mercado: ¡°Australia y Nueva Zelanda, por ejemplo, suponen el 7% del peso de nuestra inversi¨®n¡±. Buscan firmas que tengan en propiedad las mejores plantaciones. ¡°Queremos un producto para inversores-ahorradores que est¨¦ respaldado por activos reales. En el mundo actual nos da mucho miedo la expansi¨®n monetaria. No digo que invirtamos porque pensemos que la tierra va subiendo de precio ¡ªsube, pero lentamente¡ª, sino que la vemos como una garant¨ªa¡±.
La covid ha dado brillo al negocio y ha hecho entender en los despachos de las grandes ciudades el creciente valor del campo por algo de perogrullo que recuerda Garrigasait: ¡°Cada d¨ªa se suman a este mundo entre 200.000 y 250.000 personas. En los pr¨®ximos 40 a?os tendremos que producir m¨¢s comida que en los ¨²ltimos 10.000 a?os. Con menos agua, con menos tierra agr¨ªcola y tratando de contaminar menos. F¨ªjese qu¨¦ c¨®ctel tenemos delante¡±. Y habla de una ¡°explosi¨®n de dinero¡± entrando en estos activos desde el verano pasado, en plena desescalada global. ¡°Nuestro fondo estaba a 10 euros [valor liquidativo de una participaci¨®n] y hoy ha subido a casi 14. Es como si de golpe se haya despertado de este retraso¡±. Quiz¨¢ porque se han quebrado las cadenas de suministro mundiales y las empresas vuelven la vista hacia la producci¨®n de alimentos de proximidad.
Mientras, otros fondos suman y siguen. La firma catalana Miura Private Equity anunci¨® en 2019 la creaci¨®n de Frutas, al que bautiz¨® como ¡°el mayor fondo de inversi¨®n agroalimentario de Europa, con un tama?o de 350 millones de euros procedentes de grandes inversores institucionales europeos y americanos¡±. Hace poco, la compa?¨ªa publicaba que una de sus participadas, el grupo espa?ol Citri & Co, que comercializa medio mill¨®n de toneladas de fruta, se aliaba con Agr¨ªcola Famosa, empresa brasile?a que es uno de los principales productores mundiales de melones y sand¨ªas.
Emilio Manch¨®n, uno de los socios de la sociedad de capital riesgo Nazca, tambi¨¦n persigue oportunidades, pero en sociedades familiares medianas que vean sus activos del campo florecer. ¡°Buscamos empresas con buenos equipos directivos, con proyectos ambiciosos de crecimiento¡±. Han entrado en Herbex, que, con sus 700 hect¨¢reas de terreno en El Ejido y otras localizaciones en Canarias y Marruecos, produce y comercializa hierbas arom¨¢ticas frescas para toda Europa. ¡°Hay empresas familiares con un gran recorrido, proyectos exitosos a los que les falta dar ese ¨²ltimo salto de profesionalizaci¨®n¡±, aunque advierte de que no todo es trigo limpio: ¡°En algunos segmentos hay m¨¢s margen de diferenciaci¨®n que en otros¡±. Y luego est¨¢n los riesgos, que van desde factores climatol¨®gicos hasta volatilidad de precios de las cosechas. En cualquier caso, cree que el sector agr¨ªcola espa?ol es resiliente, una de esas palabras que m¨¢s gustan a los inversores en momentos de zozobra.
Otros empresarios, los de energ¨ªas renovables, se han fijado en los suelos m¨¢s ¨¢ridos y depreciados. Por la misma hect¨¢rea de secano que con suerte se alquilaba por 150 euros a un agricultor, ahora las empresas abonan 1.500 con contratos a 20 o 25 a?os. ?Qui¨¦n da m¨¢s? Para el director de la Uni¨®n Espa?ola Fotovoltaica (UNEF), Jos¨¦ Donoso, la instalaci¨®n de huertos solares ¡°no es el man¨¢, pero genera puestos de trabajo y mejora la calidad de vida¡±.
Aunque no todo el mundo lo ve as¨ª. Juli¨¢n Mora, experto en ordenaci¨®n del territorio y profesor del Departamento de An¨¢lisis Geogr¨¢fico de la Universidad de Extremadura, critica que en su comunidad aut¨®noma las compa?¨ªas est¨¦n ¡°alicatando el paisaje¡± con instalaciones que nacen como setas y que no ayudan a fijar poblaci¨®n. ¡°Estoy muy a favor de la energ¨ªa renovable, pero que genere empleo. En el mundo rural no hay oportunidades, de ah¨ª las p¨¦rdidas demogr¨¢ficas, y si transformamos los usos del suelo con los espejitos sin dar empleo, hacemos un pan como unas hostias¡±.
En el Plan Nacional Integrado de Energ¨ªa y Clima (Pniec) del Ministerio de Transici¨®n Ecol¨®gica, uno de los objetivos es que Espa?a pase de 9.000 MW de potencia fotovoltaica instalada a 39.181 MW dentro de 10 a?os. Eso ha lanzado a las operadoras a alquilar tierras con muchas horas de insolaci¨®n y cercanas a puntos de evacuaci¨®n de energ¨ªa. Donoso replica que ¡°si se desarrolla todo el Pniec, se necesitar¨ªa el 0,25% del suelo agr¨ªcola del pa¨ªs para paneles. Eso en el caso m¨¢s favorable. Es cierto que tras la construcci¨®n, un parque deja poco trabajo, pero genera ingresos importantes a los Ayuntamientos, rentas a los agricultores, y eso deriva en empleo indirecto¡±. A los promotores, sin embargo, no les interesa comprar la tierra, como razona Yann Dumont, consejero delegado de la consultora Reolum y presidente de la Asociaci¨®n Espa?ola de Almacenamiento de Energ¨ªa: ¡°Supondr¨ªa una inversi¨®n dif¨ªcilmente recuperable para el promotor. En cambio, un arrendamiento se trata como un coste operativo que se paga con la venta de energ¨ªa¡±.
El hiperproblema
Mar¨ªa Ortigosa es una de esas j¨®venes de las que hablaba el profesor Mora, con la diferencia de que ella s¨ª ha encontrado un lugar en el campo. Con 35 a?os, lleva dos como agricultora en Morata de Taju?a, al sureste de Madrid. Ella y su marido trabajan unas 40 hect¨¢reas, todas arrendadas, fundamentalmente para producir alfalfa y avena en rama, aunque tambi¨¦n tienen olivar y algunos animales. Al otro lado del tel¨¦fono suena acelerada: han hecho falta cuatro o cinco llamadas para hablar con ella. ¡°Voy atropellada a todas partes. Vivo bien porque me gusta, no me manda nadie, pero cuando me da el baj¨®n pienso en quienes trabajan de lunes a viernes¡±. Nunca se ha planteado comprar tierra, su econom¨ªa no se lo permite, como a miles de j¨®venes que ven en ello una barrera importante para dar el relevo en el sector.
Porque lo cierto es que cada a?o solo se compra o vende el 0,25% de la superficie r¨²stica total. Un mercado ¡°muy local, muy compartimentado, poco transparente¡±, como se?ala el t¨¦cnico de Coag. Esto ocurre, -seg¨²n un estudio publicado en enero por el Ministerio de Agricultura que califica el escaso acceso de los j¨®venes como un ¡°hiperproblema¡±-, por un rosario de circunstancias, desde el alto precio hasta la desconfianza de los propietarios, la onerosa tramitaci¨®n de las cesiones, las implicaciones fiscales, la falta de conocimiento o el efecto de un sistema de ayudas de la Pol¨ªtica Agraria Com¨²n (PAC) vinculado a una tierra que nadie quiere perder. Jos¨¦ Carlos Caballero, especialista en Desarrollo Rural de Asaja, cree que la nueva PAC 2023-2027 incentivar¨¢ la generaci¨®n de derechos de pago b¨¢sico para los j¨®venes, ¡°m¨¢xime con las preocupaciones por el despoblamiento¡±.
Pero hasta que eso llegue hay que buscar nuevas f¨®rmulas, como las que detalla Jos¨¦ Emilio Guerrero, catedr¨¢tico de la Escuela T¨¦cnica Superior de Ingenier¨ªa Agron¨®mica y de Montes (?ETSIAM) de la Universidad de C¨®rdoba: ¡°Muchas cooperativas est¨¢n siendo las garantes de las cesiones entre personas que quieren jubilarse, pero se resisten por mantener las ayudas de la PAC y los j¨®venes¡±. En otros pa¨ªses ya lo han intentado con ¨¦xito. Y en Espa?a hay numerosas iniciativas. Una de ellas es la que impulsa en Valencia el grupo Innoland. ¡°En el sector cooperativo hay una gran inquietud por el abandono¡±, explica Rub¨¦n Cohen desde Cooperatives Agro-aliment¨¤ries, ¡°repercute en el paisaje, en la menor base productiva. En estos esquemas buscamos modelos donde la cooperativa se convierta en un gestor de un banco de tierras¡±. Son ellas las que tramitan con los socios las cesiones en las que cabe de todo, desde marcar pautas t¨¦cnicas a la parcela (tratamientos, variedades) hasta el reparto de costes y beneficios, las inversiones, reconversi¨®n varietal. Y rechazan la entrada del gran capital. ¡°Si dejas que agentes ajenos se introduzcan en el sector, eso te conduce a una agricultura sin agricultores¡±.
En suma, el futuro de la tierra espa?ola enlazado con la agricultura no est¨¢ escrito en blanco o negro. La concentraci¨®n de las explotaciones, seg¨²n la veintena larga de expertos consultados, es necesaria para que dejen de ser un simple complemento de rentas para personas que no trabajan la tierra y se conviertan en un futuro para los j¨®venes que seguramente ser¨¢n expulsados del mercado de trabajo con la pandemia. De las pol¨ªticas p¨²blicas depender¨¢ si el resultado consigue mejorar lo presente o la agricultura seguir¨¢ siendo un lugar con las banderas a media asta.
El fin del bum de los toreros
Espa?a es, literalmente, un coto gigante de caza. Cuarenta y tres millones de hect¨¢reas de terreno est¨¢n bajo ordenaci¨®n cineg¨¦tica, y de ellas m¨¢s de 28 millones albergan 26.410 cotos privados. Tierras agr¨ªcolas o forestales sometidas a la gesti¨®n de particulares o asociaciones de cazadores. La actividad econ¨®mica que generan ¡ªcada a?o se matan unos 2,5 millones de perdices, 150.000 ciervos y casi 400.000 jabal¨ªes¡ª suele complementar las rentas de los propietarios, que a menudo combinan con ganader¨ªa o explotaciones de madera. ¡°La caza menor ha sufrido mucho con las epidemias, pero la caza mayor est¨¢ en expansi¨®n¡±, cuenta el catedr¨¢tico Jos¨¦ Miguel Coleto, de la Escuela de Ingenier¨ªas Agrarias de la Universidad de Extremadura. Recuerda el ¡°bum de los ?toreros¡±, cuando ¡°todo el mundo quer¨ªa tener una dehesa¡±. A?os en los que se llegaba a pagar 7.000 y 8.000 euros por hect¨¢rea que han pasado a mejor vida: ¡°Ahora se pueden comprar por 4.000¡±. Nombres como Jos¨¦ Mar¨ªa Aristrain, Juan Abell¨® o el ganadero Samuel Flores, del que se dec¨ªa que pod¨ªa trasladarse de Albacete a Sevilla sin salir de sus tierras, pasar¨¢n a la historia como los mayores terratenientes. En El Palomar, la finca m¨¢s representativa de Flores, una jornada de caza de perdiz sale a 300 euros por d¨ªa, o 400 euros ¡°si adem¨¢s quieren que les demos de desayunar y comer. Tabaco y bebidas incluidas¡±, seg¨²n su p¨¢gina web. Negocios que se han diversificado y hasta ofrecen campamentos para que los ni?os pasen en verano aprendiendo ingl¨¦s, franc¨¦s?o?chino.
Paralelamente, otro fen¨®meno recorre las fincas, los llamados ¡°acuerdos de custodia¡±, pactos entre propietarios y entidades de conservaci¨®n para el desarrollo ambiental de una zona. Hay 3.223, que cubren una superficie total de 577.915 hect¨¢reas, la mayor¨ªa en Extremadura, Castilla y Le¨®n, Castilla-La Mancha y Asturias. ¡°Algunos han conseguido hacer magia¡±, resume ?scar Prada desde la Fundaci¨®n Biodiversidad. Como una iniciativa en Asturias que ha implicado a la cadena de supermercados Alimerka y Paradores Nacionales para comprar la producci¨®n a los ganaderos cuyo producto se ha diferenciado a trav¨¦s de acuerdos de custodia. ¡°Hay muchos establecidos en fincas privadas grandes donde hay actividad cineg¨¦tica para favorecer la recuperaci¨®n de especies como el ¨¢guila imperial o el lince¡±. A cambio, los propietarios ganan en imagen y pueden acceder a fondos para mejorar sus fincas.
Apuntes desde el suelo
Falta de datos.?Es quiz¨¢ la queja m¨¢s repetida en los estudios sectoriales. El censo agrario del INE se publica cada 10 a?os (el ¨²ltimo contiene datos de 2009). Con la pandemia, el que corresponde a 2020 todav¨ªa tardar¨¢ meses en?ver la luz.
Mujeres.?Las mujeres representan m¨¢s de un tercio de las personas que trabajan en las explotaciones agrarias familiares, pero no suelen figurar como titulares de esas explotaciones. Su trabajo m¨¢s bien se concibe como una extensi¨®n de sus tareas dom¨¦sticas y de cuidados. Para intentar mejorar la situaci¨®n, en 2011 se aprob¨® la ley de explotaciones compartidas. Una d¨¦cada despu¨¦s, solo 777 explotaciones se han dado de alta bajo esta f¨®rmula.
Tecnolog¨ªa. Herramientas como el SigPac (un mapa de parcelas de toda Espa?a) o Copernicus, el programa de observaci¨®n de la Tierra de la Uni¨®n Europea, pueden ayudar a identificar tierras no gestionadas o infrautilizadas y mejorar la poca transparencia del mercado de terrenos.
Bancos. Los bancos de tierra, entidades que intentan poner en contacto demandantes y oferentes de parcelas, est¨¢n ayudando a impulsar el relevo generacional, pero su impacto es ¡°escaso y dif¨ªcilmente escalable¡±, como se refleja en el Estudio sobre el acceso a la tierra, publicado en enero por el Ministerio de Agricultura.
Erasmus agrario. Iniciativas como la de UPA y Cooperativas Agro-alimentarias para organizar una suerte de programa Erasmus agrario intentan acercar la realidad del campo a los j¨®venes, pero todav¨ªa son programas minoritarios.
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