Con el impuesto m¨ªnimo global a las empresas, Estados Unidos muestra un camino ambicioso: sig¨¢moslo
Biden reaviva la posibilidad de un acuerdo global y de poner fin a la devastadora carrera a la baja en materia del impuesto de sociedades
Estados Unidos nunca dejar¨¢ de sorprendernos. Tras cuatro a?os de ataques sistem¨¢ticos al multilateralismo, la elecci¨®n del moderado Joe Biden no nos daba muchas esperanzas de cambio. Sin embargo, est¨¢ en el origen de una iniciativa que podr¨ªa suponer una revoluci¨®n en la financiaci¨®n de las econom¨ªas mundiales puestas de rodillas por la pandemia de la covid-19.
A primera vista, lo que Washington acaba de anunciar, ...
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Estados Unidos nunca dejar¨¢ de sorprendernos. Tras cuatro a?os de ataques sistem¨¢ticos al multilateralismo, la elecci¨®n del moderado Joe Biden no nos daba muchas esperanzas de cambio. Sin embargo, est¨¢ en el origen de una iniciativa que podr¨ªa suponer una revoluci¨®n en la financiaci¨®n de las econom¨ªas mundiales puestas de rodillas por la pandemia de la covid-19.
A primera vista, lo que Washington acaba de anunciar, un tipo m¨ªnimo en el impuesto de sociedades del 21% sobre los beneficios de las empresas en el extranjero, es una decisi¨®n unilateral. Esto significa que, por ejemplo, las filiales de las multinacionales estadounidenses situadas en Irlanda (donde el tipo es del 12,5%), pagar¨¢n inmediatamente un tramo adicional del impuesto del 8,5% a las autoridades fiscales de su pa¨ªs.
En realidad, esta propuesta, que formar¨¢ parte del paquete de medidas para financiar un plan de recuperaci¨®n de 1,9 billones de d¨®lares, es una gran oportunidad. Si un n¨²mero significativo de pa¨ªses siguiera el ejemplo de Estados Unidos, las multinacionales dejar¨ªan de tener un incentivo para maquillar sus pr¨¢cticas concentrando artificialmente sus beneficios en jurisdicciones de baja o nula tributaci¨®n. De este modo, estas ¨²ltimas se ver¨ªan obligadas a reaccionar aplicando el tipo m¨ªnimo en lugar de robar recursos fiscales a otros pa¨ªses. Los para¨ªsos fiscales ya no tendr¨ªan raz¨®n de ser.
La ambici¨®n estadounidense reaviva as¨ª la posibilidad de un acuerdo global y de poner fin a la devastadora carrera a la baja en materia del impuesto de sociedades a la que asistimos desde hace cuarenta a?os. Por primera vez, tenemos la oportunidad de superar la resistencia de aquellas potencias que consideraban err¨®neamente ¨Dempezando por Estados Unidos¨D que obedecer las exigencias de las multinacionales es la mejor manera de servir a su inter¨¦s nacional. Visto desde una perspectiva europea, ser¨ªa la v¨ªa para evitar as¨ª el bloqueo de Irlanda o los Pa¨ªses Bajos en m¨²ltiples reformas fiscales.
Por supuesto, la contraofensiva ya est¨¢ en marcha. Algunos economistas, entre ellos el propio presidente del Banco Mundial, afirma que este tipo del 21% ser¨ªa excesivo, y que perjudicar¨ªa a los pa¨ªses en desarrollo, priv¨¢ndoles de una valiosa herramienta para atraer inversiones.
Esto es un discurso inaceptable. Los estudios demuestran que cuando una gran empresa se plantea d¨®nde ubicar una unidad de producci¨®n, las ventajas fiscales no son su prioridad en la lista de criterios a considerar. En realidad, la ventaja fiscal aparece bastante por detr¨¢s de otras cuestiones como la calidad de las infraestructuras, la educaci¨®n y la buena salud de los trabajadores, o incluso la seguridad jur¨ªdica. Adem¨¢s, los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo son los primeros que salen perdiendo en esta creciente competencia fiscal. Sus presupuestos dependen proporcionalmente m¨¢s de lo recaudado a trav¨¦s del impuesto de sociedades que en las naciones m¨¢s ricas.
Los portavoces de las grandes empresas se han apresurado a retomar esta ret¨®rica, diciendo que est¨¢n a favor de la armonizaci¨®n fiscal mundial, pero con un tipo mucho m¨¢s bajo, el 12,5% por ejemplo. Esto equivale a un alegato a favor del status quo en el que los ¨²nicos ganadores son las multinacionales.
En la Comisi¨®n Independiente para la Reforma de la Fiscalidad Corporativa Internacional (ICRICT), de la que soy miembro junto con economistas como Joseph Stiglitz, Thomas Piketty y Gabriel Zucman, creemos que, a nivel global, el tipo impositivo m¨ªnimo global deber¨ªa ser del 25%. Sin embargo, el 21% ya ser¨ªa un paso en la direcci¨®n correcta, y es importante subrayarlo.
Por eso es crucial que otras potencias se alineen con EE UU y se comprometan a apoyar esta iniciativa global que grave a las grandes multinacionales, sean de donde sean, a un tipo m¨ªnimo al menos del 21%. Alemania ya ha mostrado expl¨ªcitamente su apoyo, tanto a la idea de un acuerdo global sobre un m¨ªnimo mundial, como al porcentaje en discusi¨®n. Francia parece que tambi¨¦n, aunque con la boca peque?a, ahora le toca a Espa?a. El papel de estos pa¨ªses ser¨¢ tambi¨¦n vital a la hora de convencer a sus vecinos de que hagan lo mismo. Solo as¨ª se podr¨¢ poner fin a la hipocres¨ªa que permite la existencia de varios para¨ªsos fiscales en la Uni¨®n Europea misma.
Incluso Londres debe tambi¨¦n entender que ya no es posible confiar en la estrategia del dumping fiscal para prosperar, y que la ¨²nica manera de financiar un crecimiento sostenible es apoyar la aprobaci¨®n y aplicaci¨®n amplia de un impuesto m¨ªnimo global al menos al 21%.
Tambi¨¦n es hora de exigir m¨¢s transparencia en la Uni¨®n Europea, con la publicaci¨®n de los beneficios de las multinacionales, desglosados pa¨ªs por pa¨ªs. Si Francia, por ejemplo, se comprometiera a ello, permitir¨ªa a todos en Espa?a, ciudadanos, responsables pol¨ªticos, periodistas e investigadores, saber cu¨¢nto declaran las empresas francesas en el pa¨ªs, cu¨¢ntos empleados tienen y cu¨¢ntos impuestos pagan. En Espa?a, seg¨²n la propia Agencia Tributaria, hay 22 grupos empresariales que no tributan en la pr¨¢ctica m¨¢s de un 1% en el impuesto de sociedades. Esta iniciativa que ahora est¨¢ en tr¨¢mite de discusi¨®n entre las instituciones europeas ser¨ªa un paso esencial para restablecer la confianza en el sistema fiscal en general, en las pr¨¢cticas empresariales y una v¨ªa para exigir responsabilidades tanto a grandes corporaciones como a gobiernos. La Uni¨®n Europea se situar¨ªa a la vanguardia de la transparencia internacional.
La pandemia de la covid-19, la crisis sanitaria m¨¢s grave que ha conocido nuestro planeta en m¨¢s de un siglo, nos obliga a replantearnos fundamentalmente la noci¨®n de solidaridad y de equidad internacional. Hoy tenemos una oportunidad ¨²nica, no la dejemos pasar.
Eva Joly es abogada, miembro de la Comisi¨®n Independiente para la Reforma Fiscal de las Empresas Internacionales (ICRICT) y exmiembro del Parlamento Europeo, donde fue vicepresidenta de la Comisi¨®n de Investigaci¨®n sobre Blanqueo de Capitales, Evasi¨®n Fiscal y Fraude